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Blues Cazorla – Cazorla (Jaén), Cazorleans is my home

 

 

Joe Louis Walker

 

Llega el mes de julio y da igual que la ola de calor aceche, que las rutinas aprieten y que haya muchas bajas titulares insustituibles en el equipo, como sigue rezando el lema en las camisetas de un grupo de amigos: “el blues tira al monte” y ya estamos de nuevo en Cazorleans. La 27ª edición de la que quizás sea nuestra cita festivalera más ineludible de cada año, el Blues Cazorla, se presenta con un cartel de relumbrón y éxito asegurado.

 

Jueves

Jornada inaugural y el público ya abarrota terrazas y bares, los expectantes alrededores del escenario principal: la Plaza de Toros más blusera de España. Pisamos el albero y nos recibe el incombustible y carismático Mike Scott, con sus The Waterboys en perfecto estado de revista, reclamo principal del jueves. Todas y todos en sus redes, desde el primer tema, hasta las bluseras y bluseros más puristas, caen rendidos a la indiscutible tromba de himnos atemporales, con espíritu folk celta y desgarrado rock & roll, en la que la banda británica-irlandesa nos sumerge sin respiro: Del enérgico “Don’t Bang the Drum” a quemarropa, a un “Where the Action Is” en el que seguimos levitando, pasando por “Glastonbury Song” o esperadísimas masterpieces como la muy coreada “Fisherman’s Blues”, en la que Cazorla al completo naufraga mar adentro bajo un manto de estrellas, o una “The Whole of the Moon” en la que nos habríamos quedado flotando la eternidad y un día, devolviéndole por arte de magia a la luna el brillante trozo que le faltaba. El fraseo y magnetismo de Scott sobre las tablas está a la altura de muchos de sus propios ídolos, con una banda que lo arropa y quema las naves en cada interpretación, ‘Brother’ Paul Brown a la cabeza, haciendo saltar chispas al hammond y al teclado. Especialmente ganadora suena la arrebatadora “The Pan Within”, fundiéndola en su inicio y final (y en nuestra memoria para siempre) con el “Because the night” de Patti y Bruce.

The Waterboys

El gran Joe Louis Walker es el encargado de tirar de raíces americanas y empapar de soul, blues y góspel el albero de la plaza. Fuego a las seis cuerdas y ese canto aterciopelado que puede erupcionar y arder en un parpadeo, a medio camino de Wilson Pickett y Otis Readding. Del “T-Bone Shuffle” de su admirado T-Bone Walker, al éxtasis celestial de “Gospel Blues” o la tradicional “In the Morning”, intercalando piezas de sus últimos trabajos que suenan ya como clásicos del género: de “Soldier for Jesus” al explosivo final de “Too Drunk to Drive Drunk”.

La madrugada sigue sudando blues con un Chris Cain en estado de gracia a sus casi setenta años. El músico californiano, junto a su experimentada banda, ofrece uno de esos shows que sientan cátedra blusera en Cazorleans, demostrando una finura y pellizco a la guitarra y fraseo que, por momentos, nos recuerda al mismísimo B.B. King. Del Rey del blues nos regala precisamente una “Darling You Know I Love You” que degustaremos todo el verano. Antes nos conectan y noquean con “You Won’t Have a Problem When I’m Gone” y “As Long as You Get What You Want”, destapando el tarro de las esencias y dejándose la piel y el alma en el escenario. De rey a rey, si primero fue B.B., también se acuerda de otra de sus indiscutibles influencias, Albert King, con un “You’re Gonna Need Me” que nos pasa por encima como una locomotora.

Chris Cain

No nos movemos de las vías y el siguiente tren nos lleva a casa, a Mississippi de la mano y voz de Johnny Rawls. Master class de soul-blues de los sesenta, rezumando puro sentimiento en cada una de las interpretaciones: de “Turn Back the Hands of Time” a “Lucy”, pasando a una “Going Back to Mississippi” de latido funky a la que nos unimos sin pensarlo y que, sin remedio, se nos queda atravesada en el pecho hasta próximas ediciones.

 

Viernes

Toca echar pulso con el sol y disfrutar del mejor de los ambientes, pistola de agua en mano, en la Plaza de Santa María. Los toledanos Drum Cat Blues, inspirándose en lo más granado del género, ya tienen caldeado uno de los lugares más bonitos y emblemáticos de Cazorleans cuando llegamos. El relevo lo toma el granaino El Niño Delta (segundo premio del Blues Cazorla Battle de este año, concurso previo al festival), acompañado en el escenario por Los Troublemakers. Repasa su flamante EP debut “We are Flamingos” y nos inyectan un buen chute de blues, country y rockabilly-surf rompecaderas.

Las balaceras de agua no dan tregua y llega uno de los platos fuertes del día con los barceloneses A Contra Blues, ofreciendo una actuación vibrante con la banda a una y el gran Jonathan Herrero haciendo temblar el suelo empedrado de Cazorla con una voz que parece salir del centro de la Tierra. De su último trabajo de 2019, “Jab”, suenan especialmente enérgicas temas como “Toxic love” o la fronteriza “Coyote”; se meten al público en el bolsillo con su versión de “El lago” de Triana y salimos vivos de milagro con un apoteósico cover de “Sinnerman”, en la que hasta la propia Nina Simone levanta el puño al aire y baila allí donde esté. El listón está por las nubes, pero si ya se les echó de menos la pasada edición, ahora las ganas están a flor de piel y el público rompe a aplaudir y vitorear a Txus Blues nada más aparecer en escena, esta vez sin su compañero de siempre, Jose Bluesfingers, sustituido amistosamente por Cesar Canut a la guitarra. Diversión y blues en historias rocambolescas y desternillantes a golpe de armónica. No faltan clásicos como “Surfing en Montgat”, “Se rompe España” o “Armónica Lewinsky”, además de un buen puñado de temas nuevos que arrancan carcajadas a la primera. Y claro, no podía faltar el himno de esta tierra prometida, “Cazorleans”, para el que sube por sorpresa Jose Bluefingers al escenario y releva a Canut a la guitarra: comunión y éxtasis colectivo del que nadie quiere despertar.

Luke Winslow King

El Parque del Cristo es otro de los lugares mágicos de Cazorla y el auditorio que han hecho y reformado durante estos años también, pero en verano (40 grados como media de cada día de festival) es un auténtico invernadero. Seguro que en invierno y otras épocas del año será un espacio ideal para celebrar conciertos y demás, pero habría que darle una vuelta para futuras ediciones, por el bien de artistas y público. Con todo, estamos enfermos de blues y allí volvemos. Tras un necesario descanso, pillamos sólo el final de los madrileños Tangerine Flavour, que transpiran americana y pegadizo soul-rock sureño en cada nota, haciendo que el respetable se olvide de las altas temperaturas y no deje de contonearse en cada uno de sus temas. Y la clase total y el swing por los cuatro costaos, con Nueva Orleans siempre presente, llega con Luke Winslow-King y su banda. El cantante, compositor y multiinstrumentista de Michigan, afincado desde hace tiempo en tierras aragonesas, nunca falla y vuelve a regalarnos una clase magistral de folk, delta blues, country y serpenteante ragtime, todo con una naturalidad y autenticidad al alcance de muy pocos. Recorre los surcos de su último “If These Walls Could Talk” de 2022 y nos envuelve con su brisa fresca, para terminar por subir las temperaturas con piezas claves de su cancionero, como la abrasiva “I’m Glad Trouble Don’t Last Always” o la revienta termómetros “Swing That Thing”.

Corizonas

Otros que aseguran diversión y música de primera son Corizonas, que terminan por hacer bailar a lo que queda de sol y preparar la fiesta de la gran noche que nos espera. Contagian entusiasmo y buenas vibraciones con sus últimos hits en castellano, como “Nubes negras” o “Escucha mi voz”, pero son las pistas más fronterizas y épicas de su discografía con las que hacen que cabalgue el atardecer y todos canten al unísono, como “Run to the river” o el remate final con la festiva y muy pegadiza “Piangi con me”.

Toca apurar la tregua que nos da el calor y hacemos ruta gastronómica de bares, cerveza helada en mano como brújula, buscando el mejor rin-ran y demás platos típicos cazorleños.

Con la barriga llena y el corazón contento, Altered Five Blues Band nos dan la bienvenida con frescura y potencia blusera, con la guitarra de Jeff Schroedl y el vozarrón de Jeff Taylor al mando. El quinteto de Milwaukee repasa su exitoso trabajo de 2021, “Holler If You Hear Me”, y rescata lo más afilado de sus cinco anteriores trabajos. Sólo por la vibrante y espectacular interpretación de “Great Minds Drink Alike”, ya vale la pena que tuviéramos que acelerar en la cena para llegar a tiempo. Igual de rompedoras suenan compañeras de surcos como la muy guitarrera “Full Moon, Half Crazy”, con un teclado endiablado, y la titular “Holler If You Hear Me”, con la banda al completo alcanzando combustión instantánea sobre las tablas y el público totalmente entregado.

Dewolff

Ya bien recolocadas las estrellas y la luna en el patio de butacas del cielo de Cazorla, y salen a escena tres jóvenes músicos de Países Bajos que, sobradamente preparados y con una personalidad abrumadora, tardan segundos en poner la plaza de toros boca abajo, DeWolff. Los prolíficos hermanos Van de Poel, Pablo a la voz y guitarra, y Luka a la batería, más los multicolores y celestiales teclados de Robin Piso, ofrecen uno de los mejores conciertos de esta 27ª edición, bordando una actuación a tumba abierta de principio a fin. Hard rock sureño y psicodélico con aroma soulero a la altura de los Black Crowes más brillantes. Cosa seria. Se centran en su flamante y sobresaliente “Love, Death & Between” (2023), quizás el disco más ambicioso de la banda, sumando al festín sonoro a una docena de músicos, incluyendo coristas, sesión de vientos, piano, bajo y percusiones.

Hoy lo defienden a pecho descubierto, como formato trío y “sin despeinarse”, con una solvencia, personalidad y magnetismo que siembra en la noche ojos vidriosos de emoción y un mar de bocas abiertas. Nos montamos en marcha al “Night train” inicial y nos contoneamos hasta casi partirnos en “Heart Stopping Kinda Show”, para pasar luego a temas más bluseros como “Mr. Garbage Man” o recuperar hits de su discografía como la rocosa “Blood Meridian I” y una “Tombstone Child” que hace temblar los cimientos de la plaza. Pero si hay un tema que ya por sí solo vale la pena la peregrinación blusera de este año, es el broche de oro final del show con una apoteósica “Rosita” que, como avisa previamente Pablo, “no es una cancionita”. No, es una bomba sónica que se acerca a los veinte minutos en directos y que, sin la eclecticidad de matices de estudio, el dragón de tres cabezas neerlandés se corona esta noche con una interpretación al alcance de muy pocas bandas. Dejan huella y este cierre se recordará ya para siempre en Cazorleans.

Vanessa Collier

A más de uno le temblarían las piernas si les tocara salir a actuar después de la que han liado los tres jóvenes de Geleen, pero no es el caso de Vanessa Collier, que sale a por todas y nos regala otro de los mejores conciertos de esta sobresaliente edición del Blues Cazorla. Una fuerza de la naturaleza que funde soul, rock, funk y blues con una maestría que corta la respiración, transmitiendo fuerza y sensibilidad en cada una de las interpretaciones, ya sea marcándose solos de saxo de más de cinco minutos o, en el siguiente parpadeo, cantar con una voz que recuerda a las más grandes. Del muy rockero “The Run Around” inicial, a la no menos rompedora “Whiskey and Women”, pasando por dos versiones que paran el tiempo, el “I Can’t Stand the Rain” de Ann Peebles y una brillantísima “Love Me Like a Man” de Bonnie Raitt que hace suya. Bien flanqueada por una banda de altos vuelos, en la que destacan las seis cuerdas eléctricas, Vanessa no deja títere con cabeza y nos termina de conquistar con una “Tongue Tied” cargada de funky y una “Bad news bears” como fiesta final con sabor a New Orleans a los cuatro vientos.

La batería no nos da para más, pero aguantamos las primeras dentelladas de los suecos Diamond Dogs, que derrochan rock & roll actitud y sobradas tablas, desplegando todo su abanico de esencia y teatralidad setentera.

Sábado

Toca resucitar en la Plaza de Santa María y eso hacemos al son de la traca final de Betty & The Bluestomps, banda canaria que a ritmo de blues-rock y funky hace bailar a los presentes con clásicos atemporales del género. La guerra de agua continúa y el relevo lo toman los ganadores de la batalla de bandas de este año, los malagueños Fuzz Kamikazes, ayudando a la subida de temperaturas a base de blues y hard rock al más puro estilo Cream, Jimi Hendrix o Led Zeppelin, con cierto zigzagueo por el jazz y el funk. Repasan su EP homónimo y sudan clase en cada embestida. La fiesta bajo el aspersor y los cañonazos de agua no descarrilan y un nuevo tren llega con Osidados, en un show blusero de raíces y con una armónica que escupe fuego. Y el punto cumbre, en la plaza de piedra más blusera de España, llega con la mítica Vargas Blues Band y Javier Vargas al ataque, demostrando que pocas formaciones dominan tan bien el blues como ellos. Del “Chicken Dinner” al “Blues local”, pasando por el espíritu de Howlin’ Wolf, Slim Harpo o los Rolling más bluseros, sin olvidar a Muddy Waters en una electrificante “Champagne & Reefer”.

Txus Blues & César Canut

Toca descansar para llegar vivos al albero, pero como buenos bluseros impenitentes que somos, el equipo se reparte y acudimos a por una segunda dosis de Txus Blues y Cesar Canut, que vuelven a tomar las tablas, esta vez en el caluroso escenario de El Parque del Cristo, con un repertorio casi totalmente distinto (pero igual de divertido) al del día anterior. Los ecos de las actuaciones de Shidow, con pegadizos medios tiempo de folk-rock de raíces americanas, como “She is my life”, y la banda Del Toro Blues Band, acelerando las pulsaciones en cada tema, nos pillan a la sombra del aire acondicionado, pero todas y todos nos corroboran luego que el nivel blusero no baja y la recta final de la tarde se disfruta de lo lindo con ambas formaciones.

Entramos por la puerta grande y Susan Santos es la encargada de inaugurar el escenario principal, haciendo que salten chispas a las seis cuerdas y casi fundiendo el micrófono con el fuego de su garganta. Nuestra guitarrista de blues más internacional y explosiva no tarda en volar la noche por los aires a base de sacarle brillo a lo mejor de su cancionero, sobre las tablas o bajando del escenario y entre público. Del “Blind woman” de su aclamado “No U Turn” (2019), a últimos sencillos altamente inflamables como “Wait” o “Dirty Money”, pasando por primeros zarpazos incontestables como el afilado “Rattlesnake”.

Kenny Neal

Si la Fender de Susan no sale ardiendo de puro milagro, de Badajoz nos vamos al sur de Louisiana con uno de los cabezas de cartel de esta edición, Kenny Neal, acompañado de una banda de altos quilates, teletransportándonos a Baton Rouge y más allá, con esa luminosidad pantanosa que rezuma en cada interpretación, ya sea a la eléctrica, al bajo, a la armónica o a viva voz.  Se derrite la luna en “I’ll Play the Blues For You” y mece la noche con el “Funny How Time Slips Away” de Willie Nelson y “It’s Been So Long”, con solo de armónica incluido. B.B. King muy presente en la magnética “Any Fool Will Do” y Mississippi a borbotones en “New Orleans” y en su propio respirar, con la sesión de vientos siempre a todo gas.

Los hermanísimos Durham, Kitty, Daisy & Lewis y su cóctel incendiario y vintage de rockabilly, R&B, swing, country y rock & roll de la época dorada, más ese hipnótico carisma y química que transmiten, los hace ganadores de la velada del sábado casi antes de que termine el cabaretero “Paan Boogie Man” con el que inician un repertorio que roza la perfección. Se intercambian instrumentos con apabullante naturalidad y clase, mientras el fuego no deja de caminar con ellos y con nosotros bajo una lluvia de hits continua: “Bitchin’ in the Kitchen”, “Baby Bye Bye”, el “Ooo Wee” de Louis Jordan and His Tympany Five o la sensualidad serpenteante de “Don’t Make a Fool Out of Me”. Sin olvidar una sanadora “I’m Coming Home” en la que se enciende hasta la última estrella muerta que cuelga del cielo de Cazorla, recordándonos, fraseo a fraseo, que Cazorleans, nos vayamos o volvamos mil veces, es y será nuestra casa. Último tren a ritmo de boogie trotón y rockabilly de azufre con ese “Going Up the Country” que filtraron por sus venas y le robaron, con maestría y alma incluida, a los mismísimos Canned Heat.

Kitty, Daisy & Lewis

Podría haber sido el broche perfecto de esta 27ª edición, pero aún nos quedaba una taza más de blues con Stephen Hull Experience y el armonicista y cantante Andrew Alli, que nos recargan las pilas agotadas hasta más allá de las cinco de la mañana. Versiones en llamas del “Lucille” de Little Richard o el “Walking By Myself” de Jimmy Rogers, tienen mucha culpa de que el amable personal de seguridad tuviera que desalojarnos mucho después de terminar el show, cuando aún los pies nos bailaban a su antojo. Una vez más podemos decir eso de: me voy, pero me quedo, Cazorleans is my home.

Texto y fotos: David Pérez Marín

 

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