La noche en la que Los Planetas rescataban en el festival Warm Up de Murcia su mítico LP de debut, unos veinteañeros ejecutaban con ímpetu una versión de «Qué puedo hacer», el primer hit del grupo indie español por antonomasia. Cuando el álbum Super 8 salió a la luz en 1994 ninguno de los miembros de Ya veremos (Mariano, Adriana, Gustavo y María) había nacido. El joven cuarteto granadino pertenece a una estirpe de bandas amantes del clásico indie guitarrero de los 90. Como los primeros Planetas y Lori Meyers, o más recientemente Apartamentos Acapulco, se mantienen fieles a los cánones del género: buenas melodías, distorsión controlada y en este caso una efectiva combinación de voces chico-chica. Granada, tierra santa del indie.
La de Ya veremos fue una de las agradables noticias de un evento llamado Graná Enterrá y que el viernes reunió a algunas de las principales bandas emergentes de la ciudad en la sala Planta Baja. Organizado por el colectivo local Grabaciones Bonicas, sirvió asimismo para presentar un homónimo casete recopilatorio de 10 formaciones independientes que no reciben “subvenciones ni ayudas”, pero que mantienen “viva la ciudad”. El público no tuvo tiempo de aburrirse con el ágil planteamiento de un minifestival concentrado. Los grupos subían al escenario, enchufaban sus instrumentos, tocaban tres o cuatro temas y daban paso a los siguientes de la lista. Pim, pam, pum.
Primera conclusión: dentro de la heterogénea cantera granadina, muchas bandas continúan empuñando la guitarra eléctrica como en los viejos tiempos. Afortunadamente, en esta nueva hornada las mujeres también se están abriendo paso y los músicos tienen en cuenta cuestiones de género. Virginias, por ejemplo, se autodefinen como “tu girlband favorita y cada día la de más gente”.
El título simbólico al show más sólido de la noche se lo llevó Srta. Trueno Negro, la banda argentina afincada en la capital granadina. Los temas de su próximo LP, previsto para el otoño, prometen: «Ya no me acuerdo», «No me cura» y «Yendo a comprar» son himnos brumosos que se quedan dando vueltas en la cabeza con sus historias cotidianas sobre sustancias ilegales y las pequeñas cosas del día a día. Dice la letra de esta última canción: “Estoy yendo a comprar / Tengo 30 euros en el bolsillo de atrás”. Pista para despistados: el botín que persigue su compositora no es un kilo de zanahorias ni una bandeja de champiñones.
La sala se fue calentando poco a poco y terminó de despegar con la última actuación de la noche. El jovencísimo cuarteto Los B.e.s.o.s. chorrea frescura, encanto y naturalidad. Entienden la música pop como un entretenimiento lúdico y contagian entusiasmo sin adherirse a un estilo concreto. Sorprendieron con un tímido comienzo de ritmos funk y un aire a Golpes Bajos. El set se desmadró justo a continuación con un tema surfero y hedonista («Hornimans») para gente, proclamaron desde el escenario, que estuviese «cachonda”. Y, sobre todo, de la mano de ese pequeño hit titulado «Chicas guapas en el Mercadona» que adoraría Juan de Pablos, el mítico locutor de Radio 3; una canción con tintes de doo-wop que parece sacado del sello Elefant Records. Pop puro, imperfecto y sin adulterar.
A Bonico, los primeros en abrir la velada, y Enrique Octavo les costó bastante más encontrar su hueco en el certamen y conectar con el público. Por último, se agradeció la granítica propuesta de Colegas y tal, recuperando la energía y distorsión noise que gastaban en los noventa grupos como Dinosaur Jr. o Built To Spill. Un paréntesis de fiereza eléctrica en una entretenida noche dominada por el pop y el indie, en la que una nueva generación de artistas pide abrirse un hueco desde el subsuelo granadino.
Texto y fotos: Jon Pagola