Empezar el concierto con un tema tan potente como “Machine Messiah” fue una doble declaración de intenciones. Por un lado, demostrar que esa pieza de 1980, sin el cantante Jon Anderson ni el teclista Rick Wakeman, es tan válida como cualquiera de la época dorada del grupo. Y es que en su momento, la incorporación del dúo Buggles (el cantante Trevor Horn y el teclista Geoff Downes) provocó unos cuantos sarpullidos, pero el disco que facturaron entonces (Drama) no es nada desdeñable. Por otro lado, que Yes están más en forma y suenan más conjuntados que en los últimos diez años.
El culebrón de entradas y salidas de diferentes miembros ha sido la tónica, y desde que en el 2004 Anderson y Wakeman vuelven a estar fuera del grupo, cada vez más fans de la vieja guardia han dado la espalda a Yes. Y un apunte: me temo que no ha habido un reemplazo generacional, habida cuenta de que el público asistente tenía entre 50 y más de 60 años (la gente más joven imagino que está más por el metal progresivo y sus variantes). Cierto, los tres últimos discos de la banda, a pesar de contener algunos buenos temas, no están ni de lejos al nivel de sus grandes obras, ni siquiera de trabajos notables como Talk o Fly From Here. Además, tras los decesos del bajista Chris Squire y el batería Alan White, son muchísimas las voces que se alzan contra el líder actual, el guitarrista Steve Howe, ya que no queda ningún miembro fundador del grupo. Pero Howe es uno de los ingredientes clave en todos los discos clásicos de la banda, aparte de ser todavía un guitarrista estratosférico ya con 77 primaveras cumplidas.
¿Y qué músicos están actualmente en Yes? Pues como fiel escudero, Howe tiene a Downes, que marchó del grupo en 1981 (aunque han compartido aventuras en la banda Asia) y desde el año 2011 ha vuelto a incorporarse a las filas de Yes. El cantante Jon Davison suplió a Benoît David en el 2014 (que a su vez sustituyó a Jon Anderson). Como bajista y segundas voces, el muy competente Billy Sherwood, que ya fue miembro oficial en los años 1997-2000 (antes ya había colaborado con el grupo). Y fue el propio Squire quien le pidió a Sherwood que ocupara su puesto antes de morir. Tres cuartos de lo mismo pasa con Jay Schellen, que tocó con Yes en vivo cuando empezaron los problemas de salud del malogrado Alan White. Toda esta parrafada es necesaria si uno quiere entender mejor qué va a ver cuando asiste a un concierto de Yes en este 2024.
Por otro lado, el abajo firmante tampoco está exento de prejuicios, ya que tampoco tenía claro si asistiría a un concierto rutinario de grandes éxitos, con el piloto automático y/o tocando demasiadas canciones de sus recientes discos. Pero está bien comprobar como esos prejuicios vuelan por los aires tras disfrutar plenamente con la mencionada “Machine Messiah”, primera de muchas grandes sorpresas. Sonó luego “It Will Be a Good Day”, excelente medio tiempo de The Ladder (disco en el que participó Sherwood), seguida de la rockera “Going for the One” y la enorme “I’ve Seen All Good People”, ambas ideales para los directos. Descolocaron luego con la versión de “America” (original de Simon y Garfunkel), aunque solo la barroca parte instrumental concebida por Yes. El fabuloso viaje en el tiempo siguió con “Time and a Word”, estupenda balada del segundo disco de la banda, y luego el alegato ecologista “Don’t Kill the Whale”. Pero uno de los momentos álgidos de la noche fue la bellísima “Turn of the Century”, tema que compusieron en su momento Anderson, Howe y White, con lo que supuso un bonito homenaje al fallecido batería.
Tras esta primera hora, una pausa de veinte minutos. Y con una sensación de que el grupo estaba muy bien engrasado, más que en su anterior concierto en Barcelona en el 2011, con Squire y White aún en sus filas (sus visitas previstas entre 2020 y 2023, cuando tenían que tocar entero el barroco Relayer, se cancelaron). Y la segunda parte del concierto empezó con otra grata sorpresa, “South Side of the Sky”, una de esas perlas del catálogo clásico de la banda rara vez interpretada en las múltiples giras del grupo. Downes supo calzar bien aquí los zapatos de Wakeman. Luego, “Cut from the Stars”, dinámico single de su último trabajo y una de las mejores canciones de Yes de los últimos años, con un gran trabajo de Sherwood al bajo. Sorprendentemente, fue la única canción que tocaron de los últimos tres discos.
Se sabía que iban a abordar un álbum tan especial y fascinante como es Tales from Topographic Oceans. Pero en vez de interpretar una de sus cuatro suites enteras, el grupo optó por hacer una única pieza concentrando los mejores momentos de esos 80 minutos. El resultado fue un tanto desconcertante, porque la grandeza del doble álbum es saborear esa alternancia de momentos pastorales con otros vibrantes, e incluso algunos cercanos a King Crimson. Y quizás ese coitus interruptus impidió disfrutar plenamente de esa selección al completo, aunque sonaron en toda su gloria “Leaves of Green” y “Nous Sommes du Soleil”, con protagonismo absoluto de Howe y Davison. El fin de fiesta tuvo lugar con los bises, dos temas que sí suelen tocar en casi todos los conciertos pero con los que siguen metiéndose a la gente en el bolsillo: “Roundabout” y “Starship Trooper”, con el público totalmente entregado. Y al final, las caras de plena satisfacción y agradecimiento de los músicos antes de despedirse evidenciaban una sinergia con el público fuera de toda duda.
Quizás se le puede achacar a Howe que obviase el mítico Close to the Edge o la etapa de Yes con Trevor Rabin (más de uno hubiese agradecido que tocasen “Owner of a Lonely Heart”, aunque ya ha sonado en multitud de giras). Pero el catálogo de la banda es tan extenso que rescatar piezas menos manidas fue todo un acierto. Y es que el repertorio de esta gira parece haber sido diseñado para ofrecer algo diferente a los fans de toda la vida, desafiando además las voces críticas que consideran que el grupo va a medio gas o que sin Anderson ni Wakeman Yes no deberían existir. Sin embargo, al final lo que queda es un legado musical fantástico que la formación actual interpreta en vivo con verdadera entrega. Personalmente, fui creyendo que iba a ver a un grupo clónico o a la Steve Howe Band, pero salí sabiendo que había visto a Yes una vez más.
Texto: Jordi Planas
Fotos: Fernando Ramírez