Toda una leyenda, junto con Dom Marini su nombre debería traernos la imagen del mejor power pop facturado en Australia. Como miembro de bandas tan imprescindibles como Jericho, P76 y The Stoneage Hearts, y posteriormente también en solitario, ha publicado discos de una vibrante belleza que han trascendido al tiempo no sólo por su elevada calidad musical sino por radiografiar comportamientos, analizar formas de vida y recuperar aspectos de la cultura pop. Hasta que decidió retirarse. Localizado en Traralgon, una pequeña población distante 150 km de Melbourne, ha concedido esta entrevista en exclusiva a Ruta 66. La primera en más de un lustro.
No publicas un álbum desde 2007, Fibrotones. Tengo entendido que estás parcialmente retirado de la música. ¿Tienes algún proyecto musical futuro que nos puedas contar?
En 2010 publiqué un single titulado «In Melbourne Tonight». Aparte de esto, he estado tocando algún que otro concierto en solitario por los alrededores de Melbourne. Eso es todo. Hoy en día tengo una familia, con tres hijos que crecen muy rápido. También tengo un trabajo que me mantiene muy ocupado. No tengo tiempo para tocar música, aunque hay un par de proyectos en marcha y conservo la esperanza de que podamos sacar un disco el próximo año.
A Jericho, siendo una de las mejores bandas de power pop de Australia, nunca le fue reconocida su estatus. ¿Qué falló? ¿Te daba la sensación que en Melbourne ibais contracorriente?
Jericho aparecieron en el momento equivocado. Estábamos interesados en el pop cargado de armonía, íbamos de la misma onda que Matthew Sweet, Teenage Fanclub y Buffalo Tom. En aquellos años la escena del grunge en Melbourne era muy prominente y, simplemente, no encajábamos. Giramos mucho por Australia, publicamos discos creo que razonablemente buenos y dimos grandes conciertos. Pero no había suficiente espacio para nosotros. Finalmente nos cansamos y tomamos caminos separados.
En Jericho erais dos guitarristas, pero esta fórmula la abandonaste y quedaste como guitarrista único en tu posterior carrera.
Cuando Jericho se disolvió, quería probar algo diferente, música más inmediata, natural y espaciosa… pero manteniendo una estructura pop y melódica. Me gustaba la dinámica de una banda de tres miembros. Observé que las canciones respiraban más. Di con una fórmula con la que me sentía muy cómodo y me metí en ella.
Las portadas de los discos de Jericho y P76 tienen aroma a años cincuenta y reflejan bien el contenido. ¿Quién las diseñaba? ¿Por qué siempre le has dado tanta importancia a las portadas?
Las portadas de los dos primeros EP’s de Jericho las diseñó un viejo amigo llamado Julien Poulson, pertenecía a una banda de Melbourne de los años noventa llamada Moler; y la mayoría de las de P76 fueron diseñadas por Ian Underwood de The Kryptonics, se le ocurrió esa estupenda apariencia, como una serigrafía retro molona que se adaptaba a la música perfectamente. Siempre le he dado mucha importancia al arte. Vengo de una familia de artistas y mi interés por las artes visuales es casi tan fuerte como mi interés por la música.
¿De donde vienen los nombres de Jericho y P76?
Jericho vino de una canción de una banda de Melbourne de los años ochenta llamada Painters & Dockers. Los vi en directo varias veces cuando era joven y había mucha juerga en su seno. El nombre de P76 lo tomé de un vehículo de los años setenta, el Leyland P76. Al parecer, una de las mayores porquerías que se han producido. El P76 es un gran icono misterioso en Australia, todo el mundo tiene una historia sobre un P76. Yo estaba intrigado por ese carácter mítico, tanto es así que decidí llamar a mi banda con ese nombre.
Con P76 iniciaste una aproximación a la cultura surf australiana. ¿Te sientes identificado con ella?
Siempre me ha fascinado la cultura surf australiana, especialmente la de los años 70 y 80, y en la época de P76 empecé a escribir sobre ella. Leía mucho sobre la cultura surf, veía películas oscuras de surf e investigué nuestra historia surfista. Era una época de mi vida, cuando yo miraba atrás, a los años de mi infancia. Yo crecí en los años 70 y 80 y pasé mucho tiempo en la playa, en un lugar llamado Lakes Entrance. Desde el punto de vista de componer canciones, yo estaba interesado en volver a examinar la cultura de la época, aunque a través de un enfoque distinto, con una perspectiva más madura.
¿Hay alguna diferencia con respecto a la cultura surf americana?
Tal vez. La cultura surf en Australia está profundamente arraigada en las pequeñas y poco pobladas ciudades a lo largo de la costa. La cultura surf me parece más espiritual en Australia que en otros países. Es una forma de vida.
Es extraño que te embarcases en un proyecto como The Stoneage Hearts debido a la trayectoria de Ian Wettenhall y Mickster. No parece que tuvieras musicalmente mucho en común con ellos. Sin embargo, funcionó. ¿Nos cuentas algo de aquel disco?
Fue un disco divertido de hacer y todo sucedió muy fácilmente. Crecí escuchando a bandas como los Hoodoo Gurus, The Sunnyboys y The Stems. Así que siempre había querido hacer un disco de garage-pop. Mick y yo nos habíamos hecho amigos en esa época porque se había mudado a Melbourne y estaba intentando montar una banda de garage-power pop. Estaba muy interesado en P76, y yo estaba muy interesado en lo que estaba haciendo con The Finkers y previamente con los Pyramidiacs. Así que entre los tres escribimos y grabamos Turn On, todo al mismo tiempo. Mickster llegaba con algunas letras e ideas en bruto, y a continuación Ian y yo las dábamos forma con nuestras guitarras y melodías vocales. ¡Realmente fue así de simple! Además del álbum publicamos un par de singles. Sólo tocamos unas cuantas veces. Yo estaba muy ocupado con P76, mi familia y conciertos en solitario, por lo que tuve que dejar la banda. No hubo ningún tipo de pelea, simplemente decidí seguir adelante. Fue sobre todo por tener poco tiempo y otras prioridades. Seguimos siendo amigos, aunque últimamente no nos vemos mucho.
En tus últimos trabajos fuiste dejando el power pop y el surf en un segundo plano. Fibrotones es un álbum muy maduro, con alto contenido social. Algunas canciones me transmiten desencanto y curiosamente este fue tu último álbum. ¿Te hartaste del negocio musical? ¿Es la evolución lógica de una persona que cumple años, tiene hijos y deja atrás la inocencia de la juventud?
Sí, hasta cierto punto tienes razón. Crecí y seguí adelante. Hubo un momento en que dejó de interesarme la música potente, el power pop que había estado creando durante mucho tiempo, y empecé a interesarme más en la observación social. Sigo siendo un compositor y todavía me encanta hacer música. Pero también estoy muy interesado en las artes visuales australianas (como Howard Arkley, Brett Whiteley y Fred Williams) y la literatura. Mis empeños musicales son ahora mucho más orgánicos, personales y exploratorios y mis intereses se han diversificado considerablemente.
Una vez dijiste que una de tus bandas favoritas eran The Hitmen. No es la banda que nos imaginamos que gustaría a Danny McDonald. ¿Qué tienen The Hitmen que tanto te atraen?
Me encantan The Hitmen, aunque puedo ver por qué parece una afirmación extraña. Su música, para mí, evocó un fuerte sentido de tiempo y lugar en la historia de Australia, pero ha pasado mucho tiempo desde la última vez que pinché uno de sus discos.
Dinos cinco bandas australianas clásicas que te gusten y recomiéndanos un álbum.
PAUL KELLY AND THE COLOURED GIRLS – Gossip (1986)
Fue el disco que despertó mi interés por escribir canciones desde una temprana edad. Es un clásico australiano. Recuerdo haber escuchado muchas de estas canciones por la radio cuando iba a la escuela secundaria. Tanto es así, que cuando escucho estas canciones hoy en día me llevan de vuelta a tiempos muy concretos, lugares y personas que conocí. Es reconfortante, cálido y eufórico, como un buen vaso de vino.
THE TRIFFIDS – Born Sandy Devotional (1986)
La cumbre de la composición australiana. Un álbum muy importante para mí.
DIED PRETTY – Lost (1989)
Son una de mis bandas favoritas de todos los tiempos y Lost me deja enmudecido. Siempre ha sido así. Todavía lo escucho con frecuencia y nunca me canso. Creo que se debe a que tiene una atmósfera fuerte. Las canciones, el sonido y la producción son magníficas. Un disco eterno y misterioso.
YOU AM I – Hourly Daily (1996)
Una de las bandas más grandes de Australia en la cúspide de su creatividad. Este álbum me afectó profundamente a la hora de componer mis canciones. Me atrae por diferentes motivos, es emocionante, fresco, pegadizo y sofisticado. Una visión genuina y sincera de la cultura suburbana australiana del día a día.
KNIEVEL – Steep Hill Climb (1998)
Recuerdo escuchar las mezclas de este álbum cuando estábamos grabando el tercer EP de Jericho con Wayne Connolly en Sídney. Este álbum fue uno de los mejores de su tiempo, una mezcla perfecta de sensibilidad indie pop, madurez alt-country, producción melódica y una bonita portada.
Creo que el rock australiano vivió sus mejores momentos en los años 80 y 90, luego fue perdiendo personalidad. ¿A qué crees que se debió su auge y posterior caída?
Los años ochenta, y en cierta medida los noventa, fueron la época dorada de la música australiana, que también es coherente con la evolución de la cultura general australiana. La identidad australiana alcanzó su punto máximo en los años ochenta y durante un tiempo fue individual y única, lo que nos llevó a desarrollar orgullo y arrogancia. Ese sentido particular de la identidad se erosionó con el tiempo. Ahora los australianos están más interesados en la cultura de Estados Unidos e Inglaterra.
¿Por qué el power pop tiene más cabida en Perth, el punk en Brisbane y el high-energy en Melbourne?
Es una observación correcta, pero para ser honesto no estoy seguro de por qué es así. Es la forma en que siempre ha sido. Aunque en el caso de Melbourne tiene mucho que ver con una sala muy importante, The Tote. Es toda una institución y siempre lo ha sido desde que recuerdo. Este local es parte integral del tejido social en Melbourne y probablemente el hogar espiritual del rock’n’roll de Australia.
Manuel Beteta