Encuentros

Jordan Rakei, la vulnerabilidad del que se atreve a dar pasos agigantados

El artista neozelandés se ha convertido, apenas superada la treintena, en el primer “Artista Residente” de Abbey Road. Esto viene a decir que los emblemáticos estudios serán el segundo –y diría que el primer- hogar de un músico que ha logrado en ocho años de trayectoria lo que muchos no logran en toda una vida. Jordan Rakei  tendrá acceso absoluto a todo el edificio, incluidos los legendarios estudios 2 y 3 y el tesoro de equipos, micrófonos e instrumentos. También podrá cruzar el paso de peatones cuando le venga en gana. En cuanto a su carrera, Rakei posee el control creativo total de su obra y nadie se atreve a toser a un hombre que no teme zambullirse en aguas de las que desconoce sus profundidades.

 

Al flamante anuncio de Abbey Road se une el lanzamiento de The Loop, un álbum en el que Rakei se abre en canal para mostrar sus vulnerabilidades. Una seguridad que ha ido alimentando de forma magistral con cuatro álbumes que, cada uno con sus peculiaridades, han forjado al artista que es hoy. En su quinto álbum, Jordan Rakei se ha lanzado a lo desconocido y ha dejado todas las moderneces a un lado para grabar un disco de forma totalmente ‘Old School’.

Charlamos con Rakei vía Zoom, y en cuanto enciende la cámara podemos ver –y envidiar- su habitación particular. Una habitación que parece el escenario de un concierto fantasma: dos guitarras, dos pianos y un amplificador, todos ellos apoyados como si se tomaran un descanso, secundan al protagonista, un hombre que habla de música con la misma pasión con la que la respira.

¿Cómo te sientes tras la grabación de tu quinto álbum y qué diferencias has encontrado entre la composición de The Loop y tus anteriores álbumes?

Me siento muy tranquilo con el resultado. Es curioso porque, cuando haces un álbum, puedes odiarlo fácilmente un par de meses después, pero en este caso me siento muy orgulloso de él porque representa lo que soy en este momento de mi vida. Así que la gran diferencia con respecto a mis anteriores trabajos diría que es…bueno, hay un montón de diferencias, en realidad. Escribí canciones completas incluso antes de entrar en el estudio y quería que prácticamente todo el álbum fuera en formato acústico, con coros en lugar de sintetizadores. Quería abrazar el sonido natural, pues What We Call Life -mi último álbum- era muy sintético, muy electrónico. Así que creo que necesitaba rebelarme contra él. Siempre hago eso. Fui a un estudio con músicos a los que no conocía y grabamos las tomas completas de las canciones. Mientras que en el pasado me gustaba grabar cada instrumento de manera meticulosa, con esta todo pareció una especie de concierto, y ese enfoque que te da el formar parte de una banda me pareció realmente divertido.

Este es, sin ninguna duda, el álbum en el que más vulnerable te muestras. ¿Es más fácil abrirse cuando sabes que vas a ser escuchado por millones de personas o es más complicado?

Cuando estaba escribiendo este álbum hubo un par de momentos en los que escribí algunas canciones realmente vulnerables, porque estaba como en mi pequeño mundo al piano, y luego me di cuenta de que iba a ser escuchado por la gente. Entonces pensé que quizá eso era demasiado intenso, demasiado real como para ofrecerlo de una forma tan distendida. Pero siempre he creído que si alguna vez llegaba a ese punto en el que pensaba que era demasiado vulnerable, probablemente estaba tomando la decisión correcta al expresarlo, porque creo que cuando eres más real y crudo, la gente más lo acepta. Les gusta más porque es como si pudieran ver algo de sí mismos en ello. A veces solía escribir letras muy ambiguas, porque tenía demasiado miedo de hablar de algo realmente directo. Pero en este álbum, muchas de las letras son muy directas, sin ambages, y estoy muy orgulloso y emocionado porque la gente escuche esa faceta mía, porque nunca lo había hecho antes.

Has dicho en varias ocasiones que uno de tus pilares fundamentales es practicar meditación y hacer terapia. ¿Cómo influyen ambas en tu proceso artístico?

La meditación tiene un gran impacto porque me ayuda a concentrarme de una forma realmente aburrida (risas). Porque, cuando medito, como es obvio, todos estos pensamientos están entrando, y practico para simplemente mover esos pensamientos solo estando pendiente de mi respiración. Así que cuando estoy en el estudio tocando el piano, y un pensamiento interesante viene, me pregunto lo que mi sello discográfico pensará de esto o, yendo un poco más allá, si quiero involucrar a mi familia. Si, por lo que sea, ese pensamiento no llega a buen destino, soy capaz de borrarlo rápidamente y volver al momento presente, que es la creencia fundamental clásica de la meditación: la atención plena al momento presente.  En cuanto a la terapia, fue genial porque me permitió profundizar en temas que ni siquiera sabía que existían dentro de mí, y luego poder escribir sobre ellos. En cierto modo, de forma egoísta y divertida, me dio contenido para escribir sobre mis padres, mi infancia, mi matrimonio o la forma en que cuido a mi hijo ahora. Me ayudó a reflexionar. Y cuando reflexionas, y aquí incluyo a la meditación también, te das tiempo para enfocarte. Puedes sumergirte profundamente en temas y luego empezar a escribir sobre ellos y puede que acaben convirtiéndose en letras. Así que fue bueno entrar y abrir ese lado de mí.

Por otro lado, en The Loop has dejado a un lado ese sonido DIY que siempre ha caracterizado a tu trabajo. ¿Resulta más complicado buscar nuevas formas de composición o deshacerse de las viejas, de las que siempre te han funcionado?

Fue realmente difícil deshacerme de mis viejos hábitos porque, como dices, ahí tenía mi zona de confort. Fue algo que sucedió en el estudio, de forma totalmente natural. Un día estaba trabajando con mi viejo método y, de repente, quería probar cosas nuevas como tocar un tambor en esta parte de la canción, probar esta nota al piano, etcétera. Así que cada vez que tenía estos pensamientos que surgieron, similares a la meditación, alguien en la habitación podría haber dicho, “no, Jordan, está bien como está”. Tenía un montón de gente en ese estudio en la que confiaba, y esa gente me empujó creativamente a salir de mi zona de seguridad. Así que, aunque fue difícil no volver a caer en los viejos hábitos, creo que lo que salió de ello fue un disco que suena muy diferente a todo lo que he hecho antes, así que estoy contento de haber seguido las reglas tradicionales sobre cómo hacer algo diferente (risas).

Debo felicitarte por todo esto que me dices, porque has conseguido algo que cada vez parece más difícil, que es tener el control creativo total sobre tu obra, a pesar de tu juventud y tu corta trayectoria. ¿Qué tiene que hacer un artista emergente para lograr esta proeza?

Esta es una buena pregunta. Um, creo que, en un nivel básico, consiste en rodearse de gente en quien confiar.  Los sellos tratan de dirigir a los artistas jóvenes en una dirección determinada con una intención buena, pues quieren lo mejor tanto para ellos como para los artistas, pero creo que cuando entras en una relación con un sello o un manager, si tienes confianza en ti mismo, como yo, que confío ciegamente en mi capacidad, en mis habilidades y en mi estilo de componer, logras atraer a la gente y hacerles ver que controlas tu destino. Llevo componiendo música desde que tenía como 11 años de edad, y cuando tuve la validación de mis amigos de la escuela, cuando tenía 14 años, en MySpace, hacía ritmos y todos mis amigos decían: «eres increíble». Y así forjé una confianza desde bien pronto. Supongo que esa confianza que siempre me ha dado gente en la que confío me sirve siempre como motor. Por ejemplo, con What We Call Life, que era totalmente diferente, no me preocupaba demasiado lo que pensaran mis amigos, mi discográfica o mis managers, pues estaba seguro de mí mismo y de que iba en una dirección determinada. Y lo mismo pasó con The Loop, en cierto modo es un álbum bastante contemporáneo, pero también suena a la vieja escuela y se podría decir que es arriesgado publicar un álbum que suena antiguo en un mundo moderno, tan electrónico. Pero no me importaba. No me importaba el qué, sólo quería hacer algo que me gustara de verdad. Y creo que eso me ha permitido tener ese tipo de libertad. Es por todo esto por lo que produzco toda mi música y escribo todas mis canciones.

Es imposible entender The Loop sin tus álbumes anteriores, algo que has refutado con tus respuestas. ¿Es más importante perder viejos miedos o adquirir nuevos miedos para buscar nuevos caminos para seguir componiendo?

Creo que adquirir nuevos miedos porque cada nuevo temor es una nueva oportunidad de lanzarte a lo más profundo. De ponerte a ti mismo ante nuevas reglas. Como, por ejemplo, una cosa muy simple fue un par de las pistas que grabamos en las que no teníamos ninguna claqueta, fue todo muy improvisado, algo tortuoso para un perfeccionista como yo. Eso daba miedo porque estaba de los nervios, no sabía ni cómo iba a empezar a editarlo hasta que entendí que era cosa del azar, la magia de la composición. A veces salen cosas que uno no espera y adaptarse a las circunstancias es algo muy humano. La dinámica de todos los que estábamos en el estudio nos llevó a una canción que surgió de esa manera y nos convirtió, seguramente, en mejores artistas. Y eso es como un pequeño ejemplo. Pero incluso, como te he dicho antes, la vulnerabilidad que envuelve a mis letras. Otro miedo que tenía era trabajar con músicos con los que nunca había trabajado, y creo que ha salido un álbum maravilloso. Diferente, al menos. Así que, pienso que tener miedo es algo bueno.

Recientemente  has sido nombrado Primer Artista Residente de Abbey Road. ¿Cómo te sientes tras recibir este nombramiento y qué conexiones crees que existen entre tu obra y los estudios más emblemáticos que existen?

Considero que se relaciona bastante bien con el nuevo álbum, porque es muy ambicioso. Lo de Abbey Road es una gran oportunidad de estar, básicamente, en el estudio más famoso del mundo, y también de ser la primera persona en tener este rol, cuando podrían haber elegido a cualquiera. Siempre pienso que por qué me eligieron a mí cuando hay estrellas como Stevie Wonder, Calvin Harris o Frank Ocean. Pero estoy muy agradecido. Creo que es uno de los mayores logros de mi carrera porque yo era un niño de 11 años haciendo ritmos en un sótano, que era como mi pequeño estudio, y ahora estar en el estudio más famoso del mundo con su historia y su legado, donde tantos artistas llegan todos los días de todo el mundo. Creo que es un reconocimiento masivo para mí, si eso tiene sentido.

Creo que eres la persona idónea para responder a esta pregunta: ¿qué rol ocupan los estudios de toda la vida en el panorama musical actual, donde artistas graban álbumes con un clic en su teléfono?

Es una cuestión interesante. Eso es lo que llevo hablando un tiempo con mucha gente, porque veo a niños haciendo canciones en un iPhone, y suenan increíbles. Creo que, viendo como la IA ha irrumpido en la industria musical y donde la música va estar completamente digitalizada de aquí a diez años, habrá una nueva tendencia a escuchar grabaciones acústicas. Creo que las actuaciones de cantantes tocando su guitarra volverán a resurgir, como lo han hecho los vinilos, y creo que el estudio, en ese sentido, siempre estará ahí. Siempre será un vehículo para que la gente abrace más el lado humano de la música. Así que creo que Abbey Road para mí -y esto es por lo que voy a animar a todos los artistas con los que trabajo- es como, ya sabes, una forma de alejarse del portátil, de la parte más fría del mundo. Toquemos un instrumento; tratemos de escribir una canción desde cero. Dejemos a un lado el clic del teléfono y vamos a ver a dónde nos lleva eso.

Este año vienes a España (BBK 12 de julio, Madrid 4 septiembre y Barcelona 5 septiembre). ¿Qué sensaciones tienes con respecto a ellos y qué conoces de nuestro país?

Estoy muy emocionado. Sólo he visitado en Barcelona de vacaciones y es la ciudad más bonita en la que he estado. Es increíble. No sé mucho acerca de la música española ni de lo que piensan de mi música, así que estoy emocionado, pero nervioso. Pero lo que siento es que el clima es similar al de Australia, donde siempre hace calor. Hay playas preciosas, es un país encantador. Siento que la gente tendrá buenas vibraciones. Y gran parte de mi nuevo álbum y muchas de las cosas que tocamos en directo son funky y divertidas. Pienso en la gente española que conozco personalmente y que se han mudado a Australia y a Londres. Siempre tienen buenas vibraciones. Son parecidos a algunos de mis amigos que viven en Sudamérica. Siento que el linaje de la herencia española es a través de una comunicación romántica y muy expresiva. Así que creo que el público será expresivo y disfrutará de la música. Nunca he tocado allí antes y estoy feliz de poder ir finalmente.

Ya que estás en un momento donde parece que todos tus proyectos se hacen realidad. ¿Con qué artista te gustaría trabajar y con qué artista, vivo o muerto, te hubiera gustado compartir escenario?

¡Hostias! (Piensa un rato) Me encantaría trabajar con un artista como… oh, joder, ¡qué buena pregunta! Me encantaría trabajar con Radiohead. Es un clásico. Pensé en Frank Ocean también. Son muy diferentes, pero me siento pleno escuchando a cualquiera de ellos. Siento que podríamos hacer algo interesante porque soy una especie de mezcla de ambos estilos. Y para compartir escenario, creo que probablemente escogería a Bob Marley, porque él forma parte de toda mi infancia. Mi padre lo tocaba y es un sonido fundacional. La música de Nueva Zelanda ahora es como la música reggae. Y aunque ahora mi música no está muy influenciada por el reggae, sigue siendo parte integral de la forma en que hago música, como líneas de base, batería, ya sabes, ritmo, incluso armonías. Es como si Bob Marley fuera el fantasma que está presente en todos mis sueños. Me gusta imaginar un concierto suyo mientras yo estoy tocando la guitarra al fondo del escenario.

Texto: Borja Morais

Fotos: Samuel Bradley

 

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