Magnífico disco de Rob Baird. Oriundo de Memphis, donde sigue viviendo puntualmente y donde desarrolla su carrera, tocando en garitos locales, no tardó en tener un contrato editorial firmado con una editora de Nashville para la cesión de sus canciones. Aunque él lo que quería era tocarlas él mismo, no que lo hicieran otros, y por eso pilla los bártulos y se larga a Austin. Allí se asienta y llega a grabar hasta seis discos y a abrir conciertos para Jason Isbell o Billy Joe Shaver. Uno de ellos, After All (2019) llega a mis manos y me encuentro con un músico que tiene todo lo que me gusta: respeto por las raíces norteamericanas, una voz ideal para el género, un trabajo espectacular de composición que se traduce en magníficas canciones, un buen tratamiento de la parte instrumental y, por qué no decirlo, ese malditismo que a todos nos hace un poquito de tilín. Así que sigo su carrera y me engancho a su directo publicado en 2020, al fantástico Anthems (2022) y al EP Memphis Sessions (2023). Eso sí, no tengo ninguna duda de que este Burning In The Stars es su mejor trabajo. Aquellos y aquellas que no lo conozcan y que disfruten con los discos de Jason Isbell, Neal Casal, Slaid Cleaves o John Moreland, y yendo más allá con Tom Petty o hasta Bob Seger, directamente van a alucinar. Porque lo que ha logrado Baird ya es sin duda arte puro. Once canciones, las justas y necesarias para que no sobre ninguna. Once lienzos sobre los que se han pintado magníficos cuadros sonoros, utilizando diversos estilos como la acuarela, el óleo, el pastel y hasta el lápiz, en los temas más sencillos. Interpreten la analogía como quieran, pero denle una vuelta. Yo también ando dándole otra a si lo coloco ya, y de momento, como mi disco favorito de este año en el americana.
Eduardo Izquierdo