Las leyendas del garaje de los 60 regresan con un nuevo álbum en el que miran críticamente a un mundo cada vez más caótico. Comienzan con un riff de guitarra distorsionada y bluesera en Secret Rendezvous.

Los gonzo-punks más importantes de Francia, y amantes de todo extraterrestre, regresan con su segundo álbum. Después del éxito de su debut hace solo un año, que apareció en varias listas de los mejores discos de 2018, regresan con un nuevo trabajo también marcado por un sonido punk, caótico y desenfrenado.

En 2014 un jovencísmo Hamish Anderson abandonaba su Australia natal. Su música poco tenía que ver con la que triunfa en su continente y eso hace que cruce el Pacífico para plantarse en Estados Unidos.

Podemos seguir empeñados en acusar a Cactus Blossoms de ser la reencarnación de los Everly Brothers en el siglo XXI. Podemos también insistir en que lo suyo no tiene nada de original, y que los citados hermanos ya hacían lo mismo hace sesenta años.

Entre los clubes de electrónica cabaretera y el ‘’sofrit pagès’’ ibicenco, existe en la isla una escena musical que parece haber caído en la marmita de poción del Sur más profundo de América y en la que Uncle Sal han venido desarrollando una carrera que converge en un tercer disco como constatación de un hecho: el grupo tiene el ‘’mojo’’.

Con este trabajo, los BB Sin Sed certifican su regreso a la actividad, que recuerda a la segunda vida de los Brighton 64.

Podrían pasar por ser los primos italianos de The Sonics. Little Richard, Hank Ballard And The Midnighters y Mitch Ryder and The Detroit Wheels son sus reconocidas influencias.

Los de Nueva York ven reeditada su primera obra discográfica a cargo de la prestigiosa disquera californiana. Originalmente puesta en circulación en casete ahora se podrá adquirir en CD o bien en flamante edición en vinilo.

Cuarenta años de carrera y catorce discos después —este es el que hace quince— The Flesh Eaters siguen sonando tan frescos como en aquel ya lejano disco de debut en 1978, algo que necesariamente se ha de destacar tras las primeras escuchas de su nuevo disco.

Alguien escribió una vez que las palabras son la cárcel de los sentimientos. Sin ponernos tan rotundos es obvio que la música por sí misma tiene la capacidad de transmitir cualquier tipo de emoción.