Pocos grupos emergentes se han estrenado con un álbum tan cargado de mensaje social y ritmos psicodélicos como Minibús Intergalàctic. El conjunto gerundense lanzó el pasado 10 de abril su nuevo LP “Meditacions des dels Miratges Mercúrics”, un trabajo compuesto por diez temas en el que encontramos la tradición de sonidos folk, pop y rock con influencias psicodélicas de los años 60 y 70 actualizadas al presente.
El conjunto catalán ya presentó el disco con éxito en el Barcelona Psych Fest el pasado 19 de abril y lo volverán a hacer el próximo 10 de mayo en Cicle A Prop, en Girona
¿Cómo nació vuestra idea para crear una banda de rock? ¿Y por qué escogisteis un nombre tan disruptivo?
Ante todo, somos un grupo de amigos al que nos fascina escuchar música, indagar en diferentes escenas y, en general, ser unos frikis. La idea surgió, pues, de querer hacer realidad el sueño que tantas veces habíamos tenido escuchando algún disco, yendo a algún concierto o viendo algún documental. Saber qué se siente estando encima del escenario, ser partícipes activos en lo que es nuestra pasión.
Respecto al nombre, seguramente nació como tantos nombres de tantas bandas: sin demasiadas vueltas ni explicación. En alguna lluvia de ideas apareció alguna vez la idea del autobús, así que quisimos darle un giro un poco lisérgico para encajar, aunque sea medio irónicamente, en nuestro universo musical.
¿Qué influencias musicales habéis seguido para crear este primer disco? ¿Hay algún género en particular con el que os sintáis más identificados o sobre el que trabajéis más cómodos?
Creemos que si algo tiene el disco es que es difícil de encuadrar en un sólo género. Eso fue, desde el principio, una apuesta pero también un desafío: queríamos evitar que el disco fuese un pegote de canciones inconexas e intentamos trabajar para darle más una forma de mosaico.
Es evidente que dentro de la banda hay muchas influencias distintas: del garaje a la psicodelia pasando por el folk, el punk, el rock progresivo o el rocanrol en un sentido más clásico. Pensamos que este caldo de cultivo es muy rico a la hora de hacer música, aunque hemos tenido siempre en mente la intención de aunar, sumar y dar coherencia a estas influencias para trasladarlas a nuestro espacio-tiempo, la Catalunya del año 2024.
Veo que en general el ritmo y las melodías son muy parecidas a las de finales de los años sesenta y principios de los setenta, con instrumentos como el sitar. ¿Tenéis algún grupo en particular de esa década que os haya marcado?
Nos gustan especialmente las bandas de garaje, de chavalines que querían imitar a los Stones y les salía algo más agresivo, repetitivo y weird. The Chocolate Watchband, 13th Floor Elevator, o los recopilatorios del Nuggets o el Back from the Grave. Cabe decir que en parte ese sonido también lo hemos mamado en su versión neo que hicieron en los 80 y 90 bandas como The Brian Jonestown Massacre o Spacemen 3. BJM ha sido quizás el impulso más inmediato para hacer nuestra música.
Pigmy, nuestro productor (al que ya seguíamos de hacía un tiempo), nos descubrió todo un mundo con su discazo «Manifestación», con el que llegamos a bandas de pop/folk progresivo como Amazing Blondel, Strawbs o Magna Carta, que también nos han inspirado. Dentro de este universo folkie no podemos no mencionar el disco Relatively Clean Rivers, al que citamos sin rubor en Dia Estrany.
Evidentemente también hemos tenido todo el rato en mente a los Beatles, los Byrds, Pink Floyd (el de Barrett), y sobre todo a Pau Riba, Jaume Sisa, Pep Laguarda, Ia&Batiste, Màquina y toda la escena contracultural catalana de los sesenta y setenta. A la vez, si hay una banda más contemporánea que reúne todo lo dicho són los Surfing Sirles. Son nuestro referente más directo tanto por estilo como por actitud.
¿Cómo se os ocurrió el nombre del disco y qué queréis transmitir con él?
Como con el nombre de la banda, nos gustaba la idea de ponerle un nombre largo, darle un aire barroco, pretencioso, confuso, que fuese hasta complicado de retener. Nos pareció divertido pensar que la gente no lo recordaría bien por ser justo lo contrario a un nombre corto, recordable, con branding comercial.
El disco se cocinó durante el post-procés. Como catalanes, acabamos hasta los huevos de una clase dirigente catalanista que montó una pantomima sin objetivo alguno por un lado, y de una reacción españolista foribunda por el otro. En el mundo hay guerra, hambre y cada vez hace más calor. Creo que todos en el país, sobre todo los jóvenes, hemos quedado agotados en un sentido político, pero también cultural y musical. Venimos de un desierto largo donde el panorama musical catalán sólo eran oioioi-aiaiai, costumbrisme triste del Eixample o proclamas políticas ultraprocesadas, vacías, “cofoies” como decimos aquí. O eso o gente con una alta consideración de sí misma y su aportación a la CulturaCatalanaTM.
El disco (y el título) pretende romper con el estado de coma en el que nos encontramos los catalanes para pasarlo bien un rato. Meditar sobre la crisis que nos ha tocado vivir, sí, pero afrontarla desde una perspectiva alegre, vitalista y hedonista.
¿Cuál es vuestro proceso para componer?
En general seguimos un proceso un poco mixto: algún miembro de la banda llega con una idea (la estructura de una canción, un riff, una rueda de acordes, una melodía, algunos versos…) e intentamos tirar del hilo hasta quedar satisfechos.
Durante la creación de este disco nos hemos dado cuenta que es importante trabajar teniendo en mente que alguien escuchará lo que hemos hecho, pero seguimos pensando que hay algo de mágico en encontrarse en el local de ensayo y dejarse llevar entre todos: sumar, tachar, montar y desmontar hasta darnos cuenta al tocar un nuevo tema que funciona y nos vuelve a generar ese cosquilleo.
¿Se os hace difícil daros a conocer desde Girona? ¿Qué escena musical se vive en la provincia?
La verdad es que nos cuesta más salir fuera de la provincia. Todo el grupo nos hemos movido siempre por los diferentes espacios de cultura popular de la provincia, así que nos costó relativamente poco empezar a hacer conciertos por aquí. Tampoco estaríamos donde estamos sin Ona, nuestra mánager. Es nuestra Brian Epstein. Nos quiere, nos cuida y es la que más visión global tiene de la banda como proyecto. Hizo que nos tirásemos a la piscina con el primer concierto en Figueres, y a partir de ahí empezamos a tener algunos conciertos en Girona.
El ambiente cultural en Girona es bastante justo, en general. Existen diversas propuestas de cultura popular como los Ateneus que hemos comentado y alguna asociación que organiza conciertos, como la ATV, en Sarrià de Ter. Un gran problema es la falta de salas de conciertos de tamaño mediano. Te vas de un garito donde ni cabes para meterte en una discoteca comercial. Grupos los hay, y muchos! En este sentido, es impagable el trabajazo que hace Edu Bonet y todo el equipo de Cases de la Música en el centro cívico de La Marfà facilitando para que quien quiera hacer música pueda hacerla. Nosotros mismos salimos de allí. El mayor problema son los espacios fuera del circuito de fiestas mayores, etc.
Habéis presentado el álbum en el Psych Fest de Barcelona.
Tocar en ese festival es un orgullo para nosotros. Llevamos años asistiendo desde debajo del escenario (algunos desde la primera edición) y allá hemos hecho amigos para toda la vida y disfrutado de momentos increíbles.
De alguna manera jugábamos en casa y esto se transmite encima y debajo del escenario. Tenemos cada vez un directo más potente y la banda suena cada vez mejor: más compacta, más desenvuelta, más enérgica.
¿En cuanto al single, “Drama Nacional”, es un mensaje político hacia un sector de las clases dominantes en Cataluña o sencillamente un poco de humor social?
Bueno, en realidad es un poco todo. El mensaje en general es que no toméis drogas y puta España. Es una crítica a la gestión de las clases dirigentes catalanas, que después de muchos discursos, cuando se encontraron ante una situación real de conflictividad con el estado español, no estuvieron a la altura de las expectativas por miedo a la represión política y a las amenazas del estado de una escalada de violencia.
También es una manera de señalar y hacer evidente el estado de pesimismo y convalecencia política –con consecuencias directas en lo cultural–, que afecta incluso a la propia identidad, y que deriva de un conflicto que empezó mucho antes que el procés. Señalamos de alguna manera algunos clichés y tópicos que, de una manera u otra, se encuentran arraigados en cierta identidad catalana.
Todo ello, evidentemente, desde el humor, desde el reírse de uno mismo, con ironía y ganas de pasarlo bien.
Texto: Antonio Gallardo
Fotos: Júlia Berrido