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Sarah Lee Guthrie – El Bar d’en Greg, Rubí, (Barcelona)

 

 

 Sarah Lee Guthrie en el Glop Club (Barcelona)

Encantador mediodía de concierto-comida el vivido ayer en el Barn d’en Greg, en la localidad catalana de Rubí, con la nieta de Woody Guthrie. El formato del show, con el público sentado en mesas y dispuesto a zamparse una ración de nachos o las mejores costillas de cerdo que se pueden probar cerca de Barcelona, hacia temer el típico ruido de fondo de platos y cubiertos, pero no. Los habituales del granero son auténticos fans de la música vaquera y, tan pronto como Sarah Lee subió al escenario, se hizo un respetuoso silencio. Incluso los camareros se agachaban y hablaban en voz baja para no molestar.

Empezó la de Massachussets con una maravillosa versión de Kate Wolf, «Crying Shame», tras la cual no pudo evitar comentar que se sentía algo confundida por el horario diurno y por el parecido del local con los que abundan en su país. “Parece que estoy en América”, bromeó.

Se la veía relajada y segura y, en los temas que siguieron, hizo gala de un gran control sobre su arte. «Waggaloo», basada en una letra inédita de Woody, la interpretó golpeando suavemente la parte trasera de la guitarra y cantando a capella.  «No Holding Back», el único tema que rescató de los álbumes que consignó a medias con su ex marido y colaborador Johnny Irion, arrancó algunos aplausos durante los primeros acordes, demostrando que en la sala había conocedores de fondo de su obra. «Honey And The Dew», lo más abiertamente country que jamás haya grabado, reforzó la sensación de encontrarnos en un honky tonk de Tejas, pese a estar en un polígono industrial del Vallés.

Sarah Lee Guthrie al Glop Club, Barcelona

Siguió la mujer alternando canciones propias y ajenas y llegó el primera gran momento del bolo: un «Catch The Wind» que en su voz sonó más americano que británico, aún reteniendo las esencias folk del original de Donovan. El segundo highlight llegó al cabo de poco cuando interpretó una composición no publicada sobre el dolor que la había causado la muerte de su madre y la esperanza o la fantasía de reencontrarse algún día con ella. Explicó que la había escrito después de que su hija le asegurara en medio de un vuelo transatlántico que había visto a la abuela al otro lado de la ventanilla.  “I’m the wind in the rainbows”, cantó en un desgarrador estribillo que hizo llorar, no me lo invento, a algunos de los presentes.

La parte final del concierto estuvo marcada por el apellido Guthrie. Primero cantó sin acompañamiento una de las canciones protesta más combativas de Woody, «I’ve Got To Know». Más adelante clavó el «City Of New Orleans» de Steve Goodman que popularizó su padre. Y, finalmente, y ante la sorpresa del público, desenchufó la guitarra, bajó del escenario y tocó enfrente de las mesas un «This Land Is Your Land» que fue, a la vez, pura historia y pura emoción.

Tras el bolo, puede hablar un rato con ella en la barra. Parecía contenta pero cansada de una gira que la ha llevado por una docena de ciudades y que terminará mañana martes en Els Hostalets de Balenyá. Antes de despedirme, le dije que no me podía quitar de la cabeza el verso sobre el viento en las nubes y que el mundo necesitaba más canciones así. Se llevó la mano al corazón, agradecida. Entre tanto mundanal ruido y artistas prefabricadas de consumo rápido, quedan pocas cantautoras comprometidas con el arte de verdad. Haberla podido escuchar en familia un lluvioso domingo de abril fue un regalo para lo sentidos, el tipo de experiencia que te atraviesa el alma y permanece dentro de ti.

Texto: Jordi Pujol Nadal

Fotos: Marina Tomás Roch

Pose informal antes del concierto de El Glop

 

 

 

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