Pocos ejemplos más palmarios existen en nuestra escena de esa traslación de los episodios personales a la creación musical que la representada por este mallorquín de ascendencia inglesa. Un ingrediente emocional que vuelve a ser alimento trascendente de una nuevo trabajo, Family (Discos Belamarh, 2024), iluminado de un carácter intimista y existencial.
Arropado por la presencia de una extensa nómina de colaboradores (Lynne Martin, Miguel Pérez Kersley, Román Gil, César Sala Chop Suey, Hug Salvat o Dan Posen) que ya han acompañado su trayectoria en diversos momentos, el repertorio actual se sumerge en exquisitas arquitecturas melódicas, heredadas de talentos como Edwyn Collins, Lloyd Cole o Julian Cope, que no renuncian sin embargo a cohabitar con una versatilidad de ritmos que comprenden la vitalidad latina, preceptos ochenteros o vínculos con las raíces de los sonidos campestres. Un álbum repleto de vida y talento sobre el que departimos con su autor…
Has definido Family como “una terapia de shock”, ¿cuál ha sido ese estado emocional que ha rodeado a la composición de este trabajo?
Al finalizar la gira de The Fish and the Net me di cuenta que necesitaba un parón, un reajuste. A nivel musical ya no me estaba sintiendo muy identificado con lo que estábamos ofreciendo en directo y en cuanto al plano personal fui consciente, cosa que no lo había sido en su momento, que había pasado una crisis, la crisis de los cincuenta, que me llevó a tomar una serie de decisiones que tendrían consecuencias muy fuertes en mi vida personal. A raíz de eso decidí volcarlo todo en lo que consideraba más importante; la familia, los amigos. Por todo eso el estado emocional al componer estas canciones ha sido con la sensibilidad a flor de piel, como nunca antes había estado.
¿En algún momento sentiste que ibas a ser incapaz de transformar en canciones ese momento personal?
Cuando vivo situaciones emocionales muy potentes, como ha sido el caso durante la composición y grabación de Family, nunca me planteo si seré capaz o no de transformarlas en canciones, simplemente cojo la guitarra y dejo que salgan. Así lo he hecho toda la vida.
Da la sensación, viendo tus discos y/o las decisiones musicales que has adoptado en tu carrera, que casi siempre están muy influenciadas por momentos especiales de tu vida…
Sí, es cierto, todos los discos de mi carrera en solitario reflejan momentos muy concretos de mis experiencias vitales, pero hay algunas de ellas que son más determinantes que otras. En ese sentido durante la gestación de este trabajo ha habido un profundo cambio en mi vida y también en la forma de cómo me relaciono con la existencia en general.
Teniendo en cuenta el título del disco, y la cantidad de nombres -que ya han participado de una u otra forma en tus proyectos- que aparecen en él, ¿más que un apoyo musical buscabas uno afectivo?
Necesitaba estar rodeado de amigos de verdad, amigos de confianza, que sabía que no iban a juzgarme y quienes respetarían tanto mi ritmo vital como el de grabaciones. Un proceso que además ha sido muy tranquilo y que nos ha llevado dos años. Hemos ido al estudio con diferentes tandas de canciones; ahora grabamos dos, ahora estas tres… y así hasta completar el disco.
Esta vez has firmado con tu nombre, sin la compañía de The Miracle Band, ¿era una forma de subrayar ese carácter personal del álbum?
Aún habiendo una banda base, esto es, Miguel Pérez Kersley a la guitarra, HugSalvat a la batería y Sergio Mesa al bajo, hay canciones como “A Spark of life, “I feel for you” o “Suffocating me” que están grabadas por otros músicos. También es cierto que por el hecho de que la temática del disco es tan personal, tan íntima, pensé que lo más coherente era titularlo sólo con mi nombre.
¿Ese sentido familiar, de comunión, también lo has querido aplicar a la diversidad de matices musicales que contiene el disco, donde parece que buscas recoger la diversidad cosechada en todos estos años?
Es verdad que siempre he sido un músico muy inquieto, que se ha ido despojando paulatinamente de tabús. Lógicamente hay estilos o músicas que me gustan menos o con los que no me identifico, pero en este sentido la canción es la que manda, si ella necesita esto o aquello, se hace, sin cuestionarme nada más.
“Twelve Valleys” es uno de los mejores y más emocionantes ejemplos de esa versatilidad, donde combinas bases de ascendencia latina con una interpretación épica, casi a lo Nick Cave…
Gracias. Como te comentaba antes es la canción la que manda. Cuando compuse “Twelve Valleys” me di cuenta que la primera parte podría ser perfectamente cantada en castellano, pues me sugería un cierto aire hispano. Al hablar con Hug, el batería, le comenté que si sería posible crear un entramado percusivo que diera ese aire, y él de forma magistral lo montó así. Es una de las canciones más originales del disco, bajo mi punto de vista.
Musicalmente en tus trabajos previos había un incremento del elemento guitarrero, dinámica que interrumpe este trabajo, ¿es consecuencia de su carácter más reflexivo y personal?
Es cierto que en mis dos discos anteriores, Violet Koski y The Fish and the Net, hubo una escalada eléctrica influido por el momento vital concreto en que fueron concebidos y también como consecuencia de los músicos que me rodeaban. Pero Family ha sido creado de una forma muy íntima, en un momento que refleja un punto de inflexión personal. De manera natural ha salido este ambiente más tranquilo, de medios tiempos.
Algunas de tus influencias vienen del pop de los ochenta, pero canciones como “Seven Mile Trial” contiene un contagioso groove…
Aquí la linea de bajo de Sergio Mesa es la que va marcando el tema, ¡y es fantástica! Me encanta el after punk británico y muchas bandas de esos años. Supongo que están ahí esas influencias de forma inconsciente porque tampoco es algo que se buscara premeditadamente.
En ese sentimiento de regeneración personal que adopta el disco, dos son los conceptos sobre los que se poya: el amor y la fe.
Sí, son los pilares de mi vida y en los que creo firmemente. Lo que no se ve también existe.
Conceptos que expresas con especial claridad, sin enturbiar el mensaje…
Quería ser lo más honesto conmigo mismo posible, sin autocensurame en nada e intentando vencer esa condena que es lo que los demás piensen de ti.
Por ejemplo, en “Seven Mile Trial”, afrontas el tema de la fe de forma muy explícita…
Como toda persona creyente tengo mis altos y mis bajos, y cuando escribí la letra de esta canción estaba es uno de mis puntos álgidos y así quise plasmarlo.
En un mundo como el del rock, o el pop, que a priori suele jugar con una iconografía pagana o abiertamente “diabólica”, ¿cómo observa todo ese imaginario alguien creyente y practicante?
La verdad es que en este sentido soy un simple observador. Ni de niño ni de joven ese tipo de simbolismos me han resultado atractivos, pero tengo muy buenos amigos que les encanta esa clase de referencias. Ya de niño viendo Star Wars, por ejemplo, y no sólo el propio personaje y lo que representa, sino también el vestuario, el que más me gustaba era el de Obi-Wan…
En el disco también se respira una reflexión, quizás mas abierta en “Suffocating me”, de ese trajín que a veces impone el mundo de la música, ¿cómo asumes en la actualidad ese aspecto?
Es que en realidad combinar el trabajo que te da de comer con tu vocación requiere muchísima energía y dedicación, y hay momentos en que resulta imposible de compaginar. En la actualidad, como refleja la cadencia del nuevo disco, me lo tomo con más tranquilidad y me centro en lo que es realmente más importante para mi “Family”.
Cuando uno hace un disco en el que decide abrirse en canal y mostrarse tan en profundidad, ¿siente una mayor presión a la hora de ver cómo será acogido por el público?
Lógicamente cuando alguien publica un disco nuevo quiere que guste al mayor número de personas posible, eso es algo que todo artista desea, pero hoy por hoy no es algo que me quita el sueño especialmente. Tengo la certeza que este disco nuevo, Family, es uno de los puntos álgidos de mi carrera, el resto ya no depende de mi.
Texto: Kepa Arbizu