Encuentros

Amaia Miranda, “siento mucho respeto por la canción en su forma más cruda y desnuda”

 

 

Adentrarse en el mundo de Amaia Miranda (Bilbao, 1993) es sumergirse en una atmósfera íntima y reflexiva que la compositora vasca recrea a través de la sutileza de su voz y la desnudez  de sus melodías. Dos años después de su debut, Cuando se nos mueren los amores (Vida Records, 2022), Amaia publica su segundo álbum Mientras vivas brilla (Vida Records, 2024).

El título del disco, extraído del verso inicial del  Epitafio de Seikilos, encapsula la esencia del mensaje que se transmite a través de todas las canciones del disco: la aceptación de la finitud de la vida como catalizador para abrazar plenamente la alegría de existir. El álbum se gestó en un momento de cambio para Amaia con el duelo sobrevolando todas sus capas existenciales: desde las rupturas cotidianas hasta las despedidas que, de forma abrupta, amable, escogida o inesperada, van conformando la vida.

Cuéntame de dónde nace el título Mientras vivas brilla y la emoción que quieres transmitir con él.

Mientras vivas brilla es el primer verso del Epitafio de Seikilos, la composición musical más antigua que se conserva completa en occidente. Una composición anónima del siglo I-II d.C, formada por la melodía que abre el disco y un texto que dice: “Mientras vivas brilla, no temas por nada en absoluto; la vida dura poco y el tiempo merece su tributo”. Siento que resume el aprendizaje que he vivido con este disco, cómo la aceptación de la certeza de la muerte, me ha hecho conectar más profundamente con la alegría de vivir.

El disco nace y se desarrolla en torno al duelo e influenciado por una muerte en tu familia.

El disco nace de ahí pero también de muchas otras cosas. La semilla fue el Epitafio de Seikilos. Hay canciones que se escapan entre los dedos de manera sutil y se vuelven muy difíciles de capturar. Para mi los discos son fotografías de un momento, con todas sus luces y aristas. Este disco está atravesado por la muerte de mi amama (abuela en euskera) porque sucedió mientras grababa y componía. Ella se marchó al final de una vida larga y plena, sin un proceso largo de enfermedad. Siento que su marcha ha provocado una crisis que me ha transformado y colocado en otro lugar, mejor y más consciente.

Dices que el disco nace de otras muchas cosas. ¿Qué cosas?

Todo pasó poco después de una residencia artística que hice en el LaC, donde hubo una conferencia sobre el acompañamiento de la muerte desde la perspectiva budista que me generó especial curiosidad y estas dos realidades coincidieron con que el arreglo sobre el Epitafio de Seikilos me venía a los dedos cada vez que cogía la guitarra, como un rompecabezas a resolver. Esos tres hechos coexistiendo en el tiempo cerraron un círculo y de alguna manera fui consciente de que este era el tema que me estaba atravesando.

¿Cómo fue el proceso de elección de los dos temas de adelanto?

Cuando empecé a grabar este disco tenía claro que no quería grabar un videoclip. Al menos no desde la obligatoriedad de tener que hacerlo para que el proyecto tuviera más entidad o consistencia. Pero cuando descubrí el trabajo de Serafina Ventura y Fèlix Armengol me enamoré de lo que hacían. Les envié todo el disco, les dejé que escogiesen la canción que más les inspirase y eligieron “Será mejor”. Me gustaba la idea de que fuese más una colaboración artística que un encargo y, en ese sentido, darles la máxima libertad posible.

¿Cómo es colaborar con artistas de otras disciplinas?

Ha sido un proceso maravilloso. Es muy bonito cuando siento admiración y me permito confiar en la visión artística de un equipo porque para mi delegar es un aprendizaje. El rodaje fueron tres días en Berlín llenos de belleza. Me llevaron a explorar facetas mías que no conocía y que encontrarlas ha sido un regalo.

¿Qué diferencia hay entre la Amaia Miranda de Cuando se nos mueren los amores a la Amaia de Mientras vivas brilla?

Estoy más tranquila, en un mejor momento conmigo misma y voy aprendiendo a confiar. Todo tiene un poco menos de peso e importancia en el mejor de los sentidos. Pero no todo son fuegos artificiales. He pasado por inseguridades y dudas, pero al final del proceso, igual que con el disco anterior, estoy en paz con la música que he hecho y siento que es un disco que, cuando lo termino, me deja con ganas de volverlo a escuchar.

Dices que son dos álbumes que no están muy alejados entre sí. ¿Por qué?

El proceso de grabación y producción ha sido muy similar al disco anterior: en tomas enteras, en directo guitarra y voz. Grabando gran parte en casa y sólo añadiendo los coros. Con Jan Valls para la mezcla y como segunda oreja de máxima confianza en la producción. Tenía ganas de seguir profundizando en el mismo lenguaje. Abrazando el error y los ruidos que se han ido colando en las tomas, que es algo que me encanta. Siento mucho respeto por la canción en su forma más cruda y desnuda, y me gusta que la imperfección este presente en los procesos,

La guitarra de 1913 que encontraste en Buenos Aires es una compañera importante en la creación de este disco. ¿Cómo fue ese encuentro?

Me encontré con esta guitarra estando de gira con Amaia Romero en Buenos Aires. La vi por casualidad en el escaparate de una tienda, en la calle Santa Fe 1480 (de ahí la canción del disco). Al cabo de unos días, volví a encontrarme con la tienda sin buscarla por segunda vez y decidí entrar a probarla. Es una guitarra construida en Valencia alrededor de 1913 que viajó en algún momento de España a Argentina y ahora ha vuelto a Barcelona conmigo. Tiene un sonido muy particular, antiguo y profundo, es más brillante y muy diferente al sonido de la René con la que suelo tocar. Es muy emocionante porque cada guitarra tiene canciones nuevas escondidas y esta ha traído gran parte de este disco.

Los últimos dos años has trabajado con Amaia (Romero) y acabas de unirte a Cristina Rosenvinge y Gorka Urbizu como guitarrista en sus respectivas giras. ¿Cómo lo vives?

Soy muy consciente del privilegio que representa poder dedicarme a esto, tener conciertos y artistas que quieran trabajar conmigo. Los proyectos en los que estoy fuera del mío me inspiran muchísimo y me encanta tocar la eléctrica, pasar al segundo plano, tocar en banda y que me dejen hacer ruido. Es muy divertido. Así que en general me siento muy afortunada y contenta de poder compaginarlo todo. Creo que es muy importante ser consciente de la suerte pero también mantenerse crítica. La cultura es muy necesaria y nos cura a todas pero desde las instituciones y la industria, por desgracia, aún se cuida muy poco. Hay mucha precariedad en nuestro sector.

 Si tuvieras que poner una BSO a tus dos últimos años, cuál sería?

Creo que sería una playlist con cosas muy diferentes. De hecho cada año suelo hacer una con los descubrimientos que más me gustan. Me encanta hacer playlists y entender cómo funcionan las canciones entre sí. Esta semana estoy enganchada al disco Everything so Far de Pinegrove, también al álbum Florist, de Florist y a Hasiera bat, de Gorka Urbizu.

Texto: Tamara Garcia

 

 

 

 

 

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