Somebody from Badajoz es el título del nuevo trabajo de Gecko Turner que se editará el 24 de febrero. Un disco en el que el artista pacense vuelve a dar rienda suelta a sus inquietudes musicales, mezclando sin ningún tipo de complejo sonidos como el pop, el funky, ritmos caribeños, africanos y soul, y cuyo resultado es una maravillosa rareza dentro del panorama musical actual.
Para comenzar, ¿cuáles son las diferencias más notables que podemos encontrar entre este disco y tus anteriores trabajos?
Bueno, yo diría que entre las diferencias más notables debemos destacar que son otras canciones y que el que las ha hecho tiene menos pelo (risas). En serio, no sé qué decirte, espero haber evolucionado de alguna manera, pero la verdad es que no es fácil verse a uno mismo en perspectiva.
En cuanto al sonido, sigues experimentando con todo lo que se te pasa por la cabeza: funky, soul, pop, ritmos africanos, música caribeña, e incluso flamenco… ¿Cómo organizas todas esas influencias a la hora de hacer el disco?
Cuanto menos las organice, mejor. Si me paso con la organización, la magia (que es lo más importante en la música) se resiente. No hay que perder la frescura, hay que saber escuchar bien la canción para entender lo que te pide y actuar en consecuencia. En cuanto a las etiquetas que mencionas, creo que no hay nada flamenco en el disco, más allá de la letra de Carlos Lencero que dio pie a ‘De balde’. Yo diría que lo único que he grabado que tenga cierto sabor flamenco es de hace ya veinte años: una versión de un tema de Bob Marley, ‘Rainbow Country’, llevando el compás con palmas por tangos, que es el palo flamenco originario de mi ciudad natal. Y es que de igual manera que las bulerías son de Jerez, las alegrías, de Cádiz, los fandangos, de Huelva, o las sevillanas, de Sevilla, los tangos son de Badajoz.
¿Ha sido muy trabajoso hacer la producción de un disco con un sonido tan complejo y variado?
Sí. Pero no pasa nada, esto es sacerdocio como otro cualquiera. Lo más importante es que he tenido la suerte de contar con músicos de extraordinaria calidad que visten las canciones a mi gusto. Alvaro Fernández «Dr. Robelto» al bajo, Rafa Prieto a la guitarra, Javi Mojave a la percusión, Akin Onasanya y Pepín Muñoz a la batería, Pablo Hernández al saxo, César Guerrero al trombón y arreglos orquestales, Deborah Ayo, Astrid Jones, Fani Ela Nsue y Miriam Solís a los coros… Si tienes la suerte de poder contar con un equipo como este, tienes que ser un manta si no haces algo medio decente.
Tampoco rechazas los medios actuales para hacer música como el autotune, que utilizas en ‘End of the world’. ¿Entiendes a la gente que critica este tipo de herramientas, o lo ves como cualquier otro instrumento, como puede ser un pedal de distorsión de guitarra, por ejemplo?
Hombre, entiendo que haya gente esté hasta el gorro de escuchar voces robotizadas en la inmensa mayoría de las canciones comerciales de hoy en día. No lo veo como un instrumento, lo veo como lo que es, un plug-in que hace que aunque cantes totalmente desafinado, transforma tu voz en algo cibernético, corrige la desafinación, y le da un brillo peculiar que está muy de moda. En el caso de ‘End of the World’, llegué al estudio y estaban terminando la sesión anterior de otro artista. Andaban liaos con una canción en la que el productor usaba el autotune a saco, no pude reprimir mi curiosidad y le pedí que me enseñase como funcionaba el invento. Abrimos la sesión de ‘End of the World’, aplicamos el plug-in a una de las pistas de voz y me hizo gracia la cosa, así que acabé utilizándolo en tres momentos de la canción, por aquello de estamos en 2022, y sobre todo, por el título de la canción (risas).
Háblanos del homenaje que haces a un tipo como Carlos Lancero, y su relación con la música.
Desde luego que merece que se organice un homenaje en torno a su obra, cuando se haga me encantaría participar con mi granito de arena. Más allá de su calidad y originalidad como escritor, sus letras para canciones de Pata Negra, Remedios Amaya, Camarón, Diego Carrasco, Rocío Jurado, La Macanita… son parte del acervo cultural español de finales del siglo XX. Para mí ha sido un auténtico privilegio poder contar con una letra suya que nunca se había musicado, por cortesía de su hija Luna. Junto a otras letras, la estuve leyendo y releyendo durante dos o tres años sin pretensión de musicarla, hasta que al final me atreví.
Tanto en ‘Twenty twenty vision’ como en ‘End of the world’ haces un repaso a la situación social actual que ya era muy precaria antes del covid, la guerra… ¿no? ¿Crees que se están utilizando un poco como excusa ciertas situaciones concretas?
Hombre, hoy en día todo se utiliza para abusar del personal… ¿Por qué no una guerra o una pandemia?
¿Qué influencia han tenido las redes sociales y los medios de comunicación de los que hablas en el disco, en toda esta situación? ¿Crees que están cumpliendo su función, o quizá el problema es la sobreinformación que sufrimos a diario?
Cada vez gastamos más tiempo en las redes sociales… Deben de llamarse así, redes, porque te atrapan, te pescan, ¿no? Y la mayoría de los medios de comunicación ya no son más que medios de propaganda. Efectivamente, la sobreinformación a la que nos vemos sometidos todos los días es brutal, lo único que nos puede salvar es tener algo de criterio para discernir la calidad de la bazofia.
Supongo que ya habrá ganas de empezar a presentar estos temas nuevos. ¿Cómo te planteas llevar al directo estas nuevas composiciones?
Sí, hay ganas de estar en el escenario con todos esos monstruos que son mi familia. En cuanto a las canciones del nuevo disco, tocaremos en directo la mayoría de ellas, pero no todas, ya iremos viendo cómo funcionan en los ensayos. La idea es preparar un directo potente, que incluya bajo, batería, percusión, teclado, guitarra, saxo, trompeta, trombón y dos voces de coros. Esperamos comenzar la gira poco después de la salida del álbum.
Texto: Sergio Iglesias
