‘Todo va a arder conmigo: mi guitarra y todas mis cosas’, comenta Henri – Paul Tortosa en las redes sociales y, a los que le conocemos, se nos encoge el corazón. Porque todo lo que va a arder en esa hoguera, supone un pedazo de la historia del rock’n’roll y ‘joyas’ guardadas por el último jinete de la tormenta llena de truenos en la que cabalgó durante años.
Algunos recuerdan a Henri Paul como el fiel escudero de Johnny Thunders tras los Heartbreakers, el que le cubría las espaldas con su guitarra cuando flaqueaba en directo o le acogía en casa de su madre en París cuando más lo necesitaba. Pero a pesar de su infravalorado papel en la carrera y vida de Johnny, la historia de nuestro ‘sideman’ tiene una identidad propia y un peso específico que es de justicia valorar.
Aparición mariana en el Palacio de Deportes de París.
A finales de 1962, con 3 años de edad, Henri Paul y su familia abandonan Orán (Argelia) – su ciudad natal golpeada por la guerra – para llegar a Francia, instalándose en una habitación en la Rue Condorcet de París.
Pronto se interesa por la música y se presenta en todas las salas de París donde hubiera música en directo para intentar colarse en el concierto que hubiera esa noche. Quizás fue el destino, pero una buena tarde de Abril en 1973, a Henri – Paul y su amigo se le apareció la Virgen o mejor dicho, ‘el diablo’, al plantarse en la puerta trasera del Palais des Sports justo cuando llegaba la gran limusina del grupo que iba a tocar. Al abrirse las puertas del vehículo, un enorme Peter Grant los vió tan jóvenes que se acercó a darles un pase de backstage y los metió para que pudieran ver el show de Led Zeppelin desde el mismo escenario. Esa noche, a los 13 años, Henri – Paul Tortosa supo que su vida sería el rock’n’roll.
Ratas jóvenes en los sótanos de París
Con el veneno inoculado, el ‘rocker kid’ se busca la vida en París y consigue un trabajo en el Open Market, la tienda de discos de Marc Zermati, nombre clave en la escena rock francesa por ser el enlace parisino de muchos grupos extranjeros, además de fundador del sello Skydog.
Henri – Paul consigue el sótano de la tienda como local de ensayo para su grupo ‘The Young Rats’, con los que toca temas propios y versiones de los Stones. Es la primera mitad de los 70 y, entre los años 1972 y 1975, Henri sacia su sed de rocanrol asistiendo a conciertos históricos como la reunión final de The Velvet Underground en la sala Bataclan (1972), los Rolling Stones en Bruselas con Mick Taylor en 1973 (a los que vió gratis al colarse entre las piernas del público) o el primer asalto de los New York Dolls a París (1973), donde conoce a todo el grupo y conecta fácilmente con Sylvain Sylvain, que hablaba francés y había vivido a dos calles de su casa. ‘’Ellos me consideraban una especie de mascota, yo era un chaval y les hacía gracia que llevara esas pintas de rockero con el pelo rojo’’, cuenta Henri recordando esa noche que compartió con ellos.
Además de ser su primer contacto con Johnny Thunders, este periodo es justo el momento en el que empieza a gestarse el punk en Francia, siendo él protagonista directo del nacimiento de esta escena. Es también en estos años cuando se cruza con artistas de la talla de Lou Reed en una fiesta en casa de Serge Krueger (quién también montó un fiestón de varios días para los New York Dolls) o cuando el chaval francés acaba tocando en una jam con Mike Wilhelm tras el concierto de Flamin’ Groovies en 1975.
Documento imprescindible de esta época es el documental ‘Les Petits Enfants du Rock’ realizado por el canal de TV ‘Antenne 2’, en el que aparecen Marc Zermati y los jovencísimos ‘Youngs Rats’ ensayando, conduciendo sus Mobylettes por las calles de París y explicando, en palabras de un Henri – Paul Tortosa con 15 años, que ‘el rock’n’roll no es música para los burgueses’. Genio y figura.
Un torbellino que arrasa París y UK.
La sangre hierve en las venas del pequeño rocker y París se le empieza a quedar pequeña para los grandes planes que tenía. Él tiene claro que su objetivo es largarse al centro de la movida en NYC pero llegar allí solo, sin pasta y sin saber inglés no parece un movimiento demasiado inteligente, así que lo mejor es dar un paso intermedio y pasar primero por UK. En 1976 llega a tierras inglesas y allí se da a conocer a Alan Lee Shaw en la tienda Bizarre Records, el cual le propone entrar a tocar con The Maniacs. Es con ellos con los que Henri participa en el histórico Festival Punk de Mont-de-Marsan en el año 77, compartiendo cartel con nombres como The Clash, Eddie & The Hot Rods o los mismísimos Police. Pero el guitarrista francés es un torbellino en escena y resta protagonismo al resto del grupo, siendo despedido de los Maniacs al poco tiempo de volver a Londres.
Culo inquieto, graba un single con Les Fantomes, un grupo efímero con Paul Gray y Steve Nicol de Eddie & The Hot Rods, registrando una versión de ‘High School’ de MC5 y otra de ‘I wanna be your dog’ de los Stooges, ambas disponibles en el recopilatorio ‘La Crème de Skydog’ (Skydog Records, 1978).
Truenos en el Roxy
El azar vuelve a jugar de parte de Henri y una noche en los baños del Roxy de Londres ocurre el encuentro decisivo. ‘Él iba con una magnífica chupa de cuero roja y yo llevaba una chaqueta hecha polvo. Me acerqué y me reconoció rápidamente’, cuenta Henri – Paul. ‘Eh, ¿no eres tú el chaval de París?’, le pregunta Johnny. ‘¿Dónde te estás quedando? ¿Porqué no te vienes a mi casa?’. Johnny Thunders quería liquidar a los Heartbreakers, quemado del ascenso de Walter Lure en el grupo y Henri – Paul no se hace de rogar. Convertido en su fiel escudero, el torbellino francés se encuentra girando en el 77 – 78 con ‘Living Dead’, el grupo de Thunders tras la ruptura con los Heartbreakers, justo antes de grabar el histórico album ‘So Alone’. Johnny confía en él y le encarga la tarea de hacer ensayar a los pesos pesados del rock’n’roll que participarán en la grabación de su primer disco en solitario: Steve Marriott, Peter Perrett, los ex-Sex Pistols Paul Cook y Steve Jones o el mismísimo Phyl Lynnot, quién le tira los tejos y le propone unirse a él en Irlanda. Pero Henri es un tipo fiel y prefiere seguir junto a Thunders. Tal era el feeling entre ambos, que componen a medias ‘Hurtin’, la cara B de ‘You can’t put your arms around a memory’. ‘Johnny quería que el tema se llamara ‘Flirting’, pero yo no sabía pronunciarlo bien y al final se quedó como ‘Hurtin’, me cuenta Henri antes de encender otro pitillo.
A su vez, Walter Lure y Billy Rath intentan sobrevivir en Londres cuando reciben una llamada de Ed Hollis, manager de Eddie & The Hot Rods, para grabar un single que editaría Island Records. Además de los dos ex-Heartbreakers, la banda la completaban Steve Nicol y -exacto- Henri-Paul Tortosa. El single con los temas ‘Seven Day weekend’ y ‘Too Much Junkie Bussiness’ grabado en 1978, no se editaría finalmente en Island sino en Skydog Records, 5 años más tarde y bajo el nombre ‘The Heroes’.
A caballo entre NY y Paris
A finales de 1978, el guitarrista francés se instala en casa de la familia de Johnny Thunders en Queens (NYC), de donde no tarda en mudarse porque quería estar en el centro del enrolle de New York. Allí conoce a todos los actores de la movida punk neoyorquina y acaba tocando varios conciertos con The Senders, el grupo del francés Philippe Marcadé, invitado por Johnny. Pero en cuestión de un año cae enfermo y tiene que ser repatriado de urgencia a Francia. Una vez recuperado, pasa cerca de un año tocando como guitarrista del legendario rocker francés Little Bob y participa también en la grabación del album ‘Le Chat Bleu’ de Mink Deville, aportando los coros en ‘Bad Boy’ y la guitarra en ‘Savoir Faire’.
Los Intocables y el pulso de la calle.
El amor hace que Henri Paul y su pareja, Charlotte Catherine Peyre, formen ‘Les Intouchables’, proyecto personal en el que ambos compartían el micro en temazos propios como ‘The Beat of the Street’, una oscura joya de blues punk nocturno maullado en inglés por Henri.
Revientan escenarios por toda Francia durante 3 o 4 años con Johnny Thunders como invitado ocasional e incluso son condecorados con la Palma de Oro ‘Rock d’Ici’ del Festival de cine de Cannes, donde actúan en un concierto privado, también con Johnny. ‘Pero yo nunca ví ni la palma ni el oro’ bromea Henri Paul con su risa socarrona y dándole otra calada a su cigarro.
La demo que ‘Les Intouchables’ graban previa a su album, es vendida por su manager en los conciertos a escondidas del grupo hasta que la madre de Henri descubre el pastel y se acaba la historia. El álbum nunca llega a editarse pero si buscamos bien en los rincones de internet podemos descargar la mayoría de los temas.
El insomnio de la Cosa Nostra
Los truenos vuelven a rugir anunciando que la tormenta comienza de nuevo. Johnny se saca de la manga el nombre de ‘Cosa Nostra’ para su nuevo grupo con una formación de lujo: los Heartbreakers sin Walter Lure. En su lugar, la guitarra está en manos de su hombre de confianza. El cuarteto sacude con éxito toda Europa a base de latigazos eléctricos a pesar de que en alguna ocasión tienen que cubrirle las espaldas a Thunders en formato trio, por sus ya evidentes problemas de salud. Testimonio de esa gira es el bootleg ‘Cosa Nostra never sleeps’ grabado en Suecia en el 83, que muestra a la banda en una forma realmente excepcional. En portada, la entrañable foto de Johnny charlando con Henri Paul sentados en un parque.
Gatos negros cruzando tu camino
Tras la vorágine de las giras con Thunders llega la siguiente aventura: el album ‘Qué será será’ y las giras por Europa y Japón, donde pintó su amada Les Paul Junior del 60 en el color negro que todavía lleva hoy.
Johnny había reclutado a dos mercenarios de color como base rítmica y bautiza con ironía a la banda como ‘The Black Cats’. Stiv Bators, Michael Monroe, Patti Palladin o Wilco Johnson entre otros, conformaban la galaxia de estrellas en la que Henri Paul grabó el album. Pero estos ‘gatos negros’ daban a Henri Paul un mal presagio y, tras algunos episodios turbios, acaba saliendo del grupo para volver a París.
‘Todos los colegas de la época están muertos, y yo no sé como estoy todavía vivo, aunque bueno, con el cáncer no sé cuánto tiempo me queda’.
Tras varios años turbulentos en materia de salud, la suerte también le deja de lado y sus varios proyectos no acaban de arrancar. Sin hacer ruido, el torbellino francés desaparece del circuito musical hacia el año 91, el mismo año en que los truenos de Johnny dejaron de rugir en una habitación de hotel de New Orleans.
El último baile siempre es para el diablo
A día de ayer, 16 de enero, he sabido que el diablo había sacado a bailar a Henri por última vez. Y, como él quería, será incinerado con su guitarra.
Quedan inéditas algunas grabaciones con ‘The Mavericks’, directos con ‘Les Intouchables’ y varias demos caseras con temas como ‘Baby’ y ‘Devil’s got the last dance’. También quedan para la historia sus apariciones en varios documentales sobre Johnny y en la película de Peter Grandperret ‘Mona et Moi’, donde se interpreta a sí mismo.
Pero se acabaron las risas y sus repentinos enfados con el mundo mientras bebíamos unas cervezas. Se acabaron sus utópicos proyectos de montar otro grupo para volver a girar por Japón o recuperar unas demos con Johnny, que guardaba en la misteriosa maleta que ‘el truenos’ se olvidó en su casa.
Y sobre todo, ya no tendremos más esas anécdotas históricas de la buena época del rock contadas en primera persona y que, a los que nos sentabamos en su mesa del bar, nos flipaba escuchar con su inconfundible voz rajada, casi incomprensible. La vez que se cruzó con los Stones en un estudio de París: ‘ Tenían unas líneas de cocaína que ocupaban toda la tapa del piano’. O cómo había conseguido su preciada Les Paul Junior, que era propiedad de Keith Richards, gracias a su amigo periodista del Rock & Folk que iba de gira con los Stones. Las triquiñuelas para conseguir metadona durante las giras por Europa gracias a las recetas de un médico amigo de ellos, o aquella vez que tuvo que pasar sin titubear delante de dos policías con una maleta que contenía casi un kilo de mandanga. La noche en que le tuvieron que hospitalizar de urgencia porque meaba sangre y que prefirió largarse del hospital porque tenía que continuar la gira con Johnny, o aquella noche del año 78 en el Speakeasy de Londres, donde Johnny tocaba con los Sex Pistols como banda y le pidiò que tocara el bajo porque Sid tocaba fatal.
Hace dos veranos, lo encontré tomando una cerveza en el bar junto al hospital de su barrio, a eso de las 6 de la tarde. ‘Hey Henri, tú no tenías que pasar el fin de semana en el hospital para hacerte pruebas?’. ‘Sì, es que me han dejado salir para comprar unas cosas. Pero sentaros y pediros unas cervezas, no tengo que volver hasta las 9 de la noche’… A medianoche y después de algunas pintas, tuvimos que acompañarlo para que volviera al hospital en vez de irse a su casa.
Con màs tiros dados que una peli del séptimo de caballería, Henri – Paul era caos y también gentileza. Era capaz de frenarle los pies a un gilipollas y acto seguido besarle la mano a una chica para saludarla y acogerla en su mesa. Pero él no seguía horarios ni reglas, salvo las suyas. ‘Yo soy un ‘one track mind’, solía decirme. Aunque me quedo como recuerdo con la pregunta que me hacía a menudo, y su propia respuesta: ‘Para ti qué es lo màs importante, tio? Para mí es la música, para mí: es el rock & roll’.
Texto: Pepe Delgado
Bibliografia:
‘Henri – Paul Tortosa, l’enfant secret du Rock’n’Roll’. Nicolas Mesplede en el fanzine Dead Groll #9
‘Les enfants du Rock’ Documental Antenne 2 TV, Francia.
‘To Hell and Back: My life with Johnny Thunders’. Walter Lure y Dave Thompson
Y cientos de conversaciones con Henri -Paul alrededor de una cerveza en Toulouse.