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Blues en la encrucijada: A Contra Blues, listos para despegar

Muchos son los que aseguran que el blues está muerto. Pues desde aquí vamos a demostrar que no. Que está más vivo que nunca, y no solo eso, sino que ha sufrido múltiples mutaciones. Y que blues hay hasta debajo de las piedras. Blues bastardo, quizá. Pero a fin de cuentas, blues.

En activo desde la primera mitad del siglo XXI, son un nombre reconocido dentro de la escena nacional, así como en el circuito de salas y festivales del género. Han cosechado numerosos premios, entre ellos el prestigioso European Blues Challenge en el año 2014, que les han ayudado a ampliar fronteras y a situarse como una banda clave del blues hecho en la piel de toro.

A Contra Blues son animales de escenario, que viven la carretera y hacen de subirse al escenario su hábitat natural. Exhibiendo su máximo apogeo cuando enchufan los amplificadores y se lanzan como un solo hombre a la tarea de dejar noqueado al público con conciertos de alta intensidad, sudorosos y repletos de lo mejor de la música de raíces norteamericana pasada por su tamiz personal.

Pero eso no quiere decir que sus discos devengan únicamente un motivo para poder continuar girando. Todas y cada una de sus grabaciones evidencian el enorme potencial de unos músicos que no paran de crecer, sin ir más lejos, sus dos últimos lanzamientos, Heart And Guts (2017) y Jab (2019), obtuvieron merecido reconocimiento. Álbumes, además, donde la banda se expandía, yendo más allá de sus raíces bluseras, abordando un panorama sonoro mucho más amplio.

Expansión que continúa en este reciente trabajo, titulado Spitfire y con portada de inspiración comiquera, así, el vozarrón de Jonathan Herrero y el poderío técnico de sus secuaces, luce primorosamente en cortes ortodoxamente rocanroleros, hablamos, por ejemplo, de «Totiboy», que sabe a bourbon macerado en barrica de roble y condensa el aroma de los más selectos garitos nocturnos, «Unleashed» o «Get Back On Track», que conviven de forma natural con otros más orientados al ritmo y blues, caso de la serpenteante «Spicy», sin hacer ascos a los aires rockabilly («Party Hard Boogie»), viajar hasta Nueva Orleans para empaparse de mojo, «Go Commando», mostrar alma de soul pantanoso, «Heavy Rain», o calentar el ambiente con temas horneados con paciencia y cariño, tienen la mano rota para este tipo de composiciones, caso de «That Feelin’» o esa abrasadora «Sketch Of A Broken Man», que pone suculento punto final al disco. Pista, que despegan.

Manel Celeiro

 

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