Encuentros

L.A. – «me enseñaron antes a limpiar un siete pulgadas que montar en bicicleta»

LA con los alumnos de LIPA

 

Después de un paréntesis forzado de dos años, hace apenas un mes, ha regresado el intercambio entre la Sociedad de Artistas (AIE) y el Liverpool Institute for Performing Arts (Lipa).

Este año, el intérprete español seleccionado para impartir las clases ha sido Luis Albert Segura (L.A.), uno de los músicos más internacionales de todo nuestro panorama musical. Un artista mallorquín que ha girado por medio mundo, ha compartido escenario con alguno de los mejores grupos internacionales y se ha ganado el cariño, tanto de la crítica como de la audiencia, gracias a sus canciones. Hace apenas unas semanas, ha estado de gira por Inglaterra y España con un grupo de alumnos de la prestigiosa institución.

Todo un placer hablar contigo Luis. Es curioso, pero una de las razones por las que entraste en la música es la misma que nos ha traído a esta entrevista. Un cuarteto de Liverpool que cambió el rumbo de la música.

Totalmente. La respuesta es muy sencilla, los Beatles. Yo vengo de una familia muy musical, es más, se podría decir que mis padres son una especie de músicos frustrados. Sin obligarme, pero como si fuera un salvoconducto para ellos, me adentraron en la música. Me enseñaron antes a limpiar un siete pulgadas que montar en bicicleta.

Muchos de los vinilos que formaban parte de su colección eran de los Beatles. Para ellos eran como una religión. El hecho de que nos reunamos hoy es que acabo de estar en Liverpool, en la escuela que fundó Paul McCartney en 1996, y que además era la escuela de arte de Lennon. Allí fue donde conoció a George y cambiaron la historia de la música, y por supuesto, de mi vida. Es muy fuerte que en ese mismo lugar haya podido dar una masterclass con mis propias canciones. Puede parecer muy pomposo, pero para mí esto tiene un simbolismo muy fuerte. Llevo unos años cerrando círculos y no me puedo encontrar más satisfecho.

Foto: Jaime Massieu

Algo que representa a la perfección tu trayectoria musical son las diferentes etapas musicales por las que has transitado. Una especie de saltos al vacío, de nuevos comienzos.

Después de multitud de años intentándolo, y habiendo tirado la toalla varias veces, en 2009 publiqué un disco que cambió mi vida, Heavenly Hell. A partir de ahí, empecé a girar internacionalmente, acudir a festivales, hacerme un nombre dentro de la escena. En el segundo disco, y ese es mi primer salto al vacío, rompo con todo eso y me voy a Los Ángeles donde compongo un disco introspectivo en el que casi me juego mi carrera.

El segundo gran cambió fue en el 2018 cuando paró L.A. y sacó un disco en castellano en un momento en el que no debería haber publicado nada. Un álbum en el que empecé de cero en todo y cuando se publicó llegó la pandemia. Después de ese topetazo, remontar eso ya de por sí era un salto de fe, cualquier cosa que sacará podía ser nefasta.

Ahí es cuando acudiste a tu refugio en la Sierra de la Tramontana junto a tu familia y compusiste tu último trabajo, Evergreen Oak (2021).

Sí, nos fuimos a la montaña en pleno octubre. Ni siquiera yo sabía lo que iba a hacer, lo único que quería era poder estar a gusto y tener tiempo para componer. Es más, mi primera intención era sacar otro disco en castellano de Luis Albert. Fue justamente una semana antes de irme cuando decidí retomar el proyecto de L.A.

Un disco ligado a la naturaleza, el folk y la familia. En mi opinión, la canción y el vídeo que mejor representa ese disco es «Spend my time».

«Spend my time» define muy bien todo lo que fue el proceso de creación. El disco lo tengo como uno de los mejores proyectos que he hecho en toda mi vida. Cuando empecé no tenía lo que tengo ahora: una familia. La casa se encuentra en un pueblo que se llama Orient, donde solo hay ocho habitantes censados. Es un espacio donde relajarte y dar rienda suelta a la creatividad. Recuerdo que lo único que se escuchaba eran los gritos de mis hijos, la melodía de la guitarra, el sonido de la naturaleza y algún otro bombo que grabé. La letra y el vídeo representa a la perfección todo, representa ese viaje. Cuando tenga setenta años y lo vea, seguramente sea la cabecera de mi vida: Familia, música y naturaleza.

Esta experiencia de Liverpool ha tenido que ser muy enriquecedora, tanto para ti como para los alumnos. ¿Cómo lo has vivido?

Las clases las iba a dar antes de la pandemia, pero debido a todo esto se han pospuesto hasta este año. Creo que hace tres años hubiera sido completamente diferente, ahora he disfrutado de cada minuto de esta experiencia. Recuerdo que lo primero que les dije a los alumnos cuando llegué a la escuela fue: yo no os puedo enseñar sobre teoría o composición, pero sí sobre práctica musical. Ellos ya llevan años practicando, la inmensa mayoría son multinstrumentista y tocan la guitarra como Steve Vai, y solo tienen 18 años. Yo lo que les podía enseñar es cómo lidiar con bandas, con discográficas, con horarios y aviones. Eso era lo que se demandaba de mí. Al final yo llevó tocando en grupos desde que tengo 13 años y he pasado de que me tiraran un vaso con hielos a tocar en grandes festivales. Por eso opino que esta experiencia es tan enriquecedora, porque tanto ellos como yo aprendemos una barbaridad y luego además podemos hacer una gira conjunta.

¿Cómo ha sido la selección de canciones?

Ellos ya se sabían una veintena de mis canciones antes de que yo llegara. Desde el curso, me comentaron que eligiera una playlist de mis temas y que ellos harían una selección. Algunos de esos temas son de los más conocidos y otros los elegí porque considero que tienen más chicha para tocar en directo. La banda está formada por unos siete miembros y ellos se han encargado de hacer los arreglos correspondientes, incluso tenemos un trío de cuerda.

Lo cierto es que en esto de la música por mucho conocimiento que tengas hay que saber coger el tren. Algo que no aparece en las partituras.

No solo coger el tren, sino que el vagón sea el adecuado. Eso no es nada fácil. Son muchas las cosas que tienen que conectar para poder dedicarte a la música. Ellos son muy conscientes de todo eso. Hay artistas, como Billie Eilish, que han ganado un montón de Grammys y han producido sus canciones desde su habitación, otros, en cambio, se gastan 70.000 libras para ser muy buenos productores. Ellos saben cómo es la realidad y el estrés que puede generar. Cuando yo empecé toda esta información no existía, o al menos no era tan consciente. Ahora todo está a un solo clic. Ahora la situación es completamente distinta.

¿Crees que esta democratización es un arma de doble filo?

Totalmente. Por ejemplo, mi último disco lo hice con un Mac. Me descargué unas aplicaciones, unos plugins, y a partir de ahí estuve componiendo. Hace 15 o 20 años hacer un disco como ese me hubiera costado 100.000 euros. Ahora es tan fácil como descargarme unos reverbs concretos basados en el sonido que utilizaban los Beatles en tal año y pagar 50 euros. Tenemos acceso a todos esos sonidos por un módico precio, pero hay que saber hacerlo. El problema es la enorme producción que hay, es tan grande que es imposible llegar a ella. Esto a la larga es contraproducente. Al final todo se valora menos, piénsalo: ¿Cuántos discos enteros escuchas?

Por ejemplo, hace unas semanas salió el nuevo disco de Wilco, artista que me flipa. 15 años atrás me hubiera comprado el disco y lo hubiera quemado. Ahora no. No es que sea el fin del mundo, pero sí creo que estamos desprestigiando el concepto de música grabada y el concepto de creación de un álbum.

Texto: Víctor Terrazas

 

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