Carmen Zapata es la responsable de ASACC, la asociación de salas de conciertos de Barcelona, así como la cabeza visible de MIM (Mujeres de la Industria de la Música) y por si fuera poco le queda tiempo para organizar un ciclo de conciertos en Cataluña que responde a la marca ya consolidada Curtcircuit, así como el nuevo proyecto que ha tomado forma en otro ciclo de conciertos llamado Sala BCN. Mujer inquieta como pocas, degustadora y ferviente adicta a la música, su trayectoria y su trabajo son fundamentales para entender los últimos acontecimientos del sector y de la escena de los últimos años. Hablamos con ella a propósito del 10 aniversario del ciclo y para saber cómo están las cosas en la industria.
¿Cómo te encuentras en este momento una vez que parece que las restricciones van desapareciendo?
Nada podría hacerme más feliz que inaugurar Curtcircuit con el 100% de aforo en las salas y el público de pie, ha sido muy, muy duro llegar hasta aquí.
Nos puedes contar que ha supuesto para ti como programadora y directora del ciclo Curt Circuit y responsable directa de Asacc toda esta odisea?
Han sido dos años muy difíciles, para el equipo de ASACC y para todas las salas, las salas se cerraron dos días antes de inaugurar la edición de CURTCIRCUIT 2020 y hemos estado posponiendo y posponiendo conciertos durante 20 meses, intentando no cancelar, cómo sabes muchos fueron finalmente cancelados.
¿Cuál ha sido el peor momento? ¿Cómo reaccionaban las salas ante ti como cabeza visible de la asociación? ¿ha habido bajas-cierres debido a pandemia?
Durante los meses de pandemia se sucedía una frustración tras otra al comprobar que dos semanas se convertían en un mes y los meses se iban sucediendo mientras las deudas se acumulaban y el estado de ánimo general decaía, han sido muchas horas escuchando y tantas otras defendiendo medidas que no dejasen caer a uno de los tejidos más frágiles, las salas de música.
Hemos repartido la representación entre Lluís Torrents y yo, hemos sumado veinte salas más, que nos han agradecido el trabajo, las negociaciones y los proyectos impulsados desde ASACC y pero sobretodo el acompañamiento en tiempos tan difíciles. Ha cerrado definitivamente el Alfa Bar y aún hay muchas salas en la cuerda floja, 2022 no va a ser fácil.
Ha habido muchos momentos durísimos, pero entre todos creo que nunca he visto tanto abatimiento, entre el personal de las salas, como cuando se decretó el cierre de diciembre, cuando ya creíamos que habíamos superado esa etapa. La prohibición genero una inseguridad absoluta.
Me consta que la batalla con las instituciones ha sido muy dura y agotadora. ¿Qué partes han sido las más complicadas de atender o negociar?
El departamento de Salud ha estado blindado, la interlocución siempre ha ido de la mano de Cultura y efectivamente ha sido extenuante. No eran, ni son permeables, los clubes y las salas han estado cerrados 20 meses, y aún así se les ha atribuido ser origen de contagios, expresar esto y que tus interlocutores no tengan argumentos para rebatirlo y aún así prohíban la apertura es desquiciante.
El estigma que tienen las salas por su doble vertiente de música en directo y sesiones de club ha pasado factura…como siempre.
¿Crees que la situación se normalizará de la misma forma que estaba antes? ¿Puede que esta situación haya provocado que un público más adulto o maduro se haya relajado y cambiado hábitos?
Esperamos que el sofá no nos haya ganado la batalla, somos conscientes que los hábitos han cambiado, aún es pronto para hacer una valoración, la hibernación no ha acabado.
La avalancha que nos viene es enorme, ¿crees que estamos preparados para asumirla a nivel de audiencias?
No, no lo creo. La oferta es inasumible, se han sumado las programaciones aplazadas de 2020 y 2021 a las de 2022, hay pocos grupos que sean capaces de llenar las salas cualquier día de la semana y los recursos son escasos, los ánimos están tocados, hemos aplazado y devuelto entradas hasta agotar al público y las ventas se concentran en los días previos a los bolos, parece que los planes a medio y largo plazo se han trastocado de momento.
Durante la pandemia ha habido una fuga considerable de personal profesional a otras áreas buscando la supervivencia. ¿Cómo está afectando a las salas a la hora de contratar personal, tanto técnico como hostelero?
Está siendo muy difícil para las salas encontrar personal, la falta de seguridad jurídica de las empresas y de seguridad profesional, de un sector al que se le puede prohibir la apertura de un día para otro, ha hecho estragos.
¿Qué tipo de conexiones o ayudas facilita a una sala formar parte de la asociación de salas de Cataluña?
Estar en contacto con profesionales de tu sector, luchar y negociar de manera conjunta y coordinada y estar permanentemente informado de las cuestiones que les afectan sean subvenciones, decretos o cualquier tipo de regulación o negociación colectiva.
¿Hay buena onda con las otras asociaciones de salas a nivel estatal?
Sí, nos reunimos periódicamente y trabajamos juntas, en 2020 hicimos una de las grandes acciones reivindicativas de las salas “el último concierto”
Curtcircuit nace en un momento donde prácticamente no había ciclos en la ciudad de Barcelona, y ha consolidado una marca y una referencia tanto para bandas locales como estatales. ¿Cuál es la filosofía básica y su razón de ser?
No somos promotores al uso, de hecho, no somos promotores, no buscamos un rendimiento económico, intentamos hacer inversiones responsables que nos permitan poder hacer más conciertos y ayudar a más bandas emergentes, esa es la filosofía. ASACC invierte para dar espacio a la escena local y lograr visibilidad de salas pequeñas.
Hay muchas salas que obtienen esa visibilidad con la campaña de promoción del ciclo y con artistas que ya difícilmente tocan en espacios de aforo tan reducido.
También estáis abiertos a bandas internacionales en casos puntuales pero el peso se centra en el valor local. ¿Es esto una premisa?
Sí, impulsar la escena local es nuestro objetivo sin caer en la endogamia, así que siempre hay un porcentaje de bandas no catalanas e internacionales.
¿En este periplo, qué diferencias más profundas has encontrado en el gusto del consumidor de música en directo? ¿Hasta qué punto os está influenciando el relevo generacional con las nuevas tendencias, desde el latin al trap?
La edad es un factor importantísimo en las nuevas músicas urbanas, es público muy joven y muy fan, son los conciertos con más asistencias.
También eres la presidenta de MIM (Mujeres de la Industria de la Música), y aunque esto daría para otra entrevista, podrías resumir un poco los avances que habéis conseguido en el último año y proyectos venideros?
Hemos hecho nuestro primer congreso, La ola que no cesa, un encuentro que llevábamos mucho tiempo queriendo hacer. Hemos participado en proyectos internacionales muy inspiradores como Mewem, hemos publicado los resultados del informe de género, del cual empezamos ahora la segunda fase, seguimos tejiendo redes nacionales e internacionales con entidades y plataformas con quienes compartimos objetivos.
Se han multiplicado las encuestas para calcular el alcance de la pérdida de ingresos y de empleo, hay mucho que hacer, la pandemia ha puesto de manifiesto la precariedad de las mujeres que trabajan en el sector musical
Para terminar una pregunta personal, ¿qué concierto/gira esperas con más ganas durante este año 2022?
Brass Against y Pinpilinpussies, dos conciertos aplazados en 2020 y que hemos programado, desprogramado y reprogramado durante los dos últimos años.
Texto. Daniel Miralles
Fotos: Clara Orozco
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