Encuentros

Kayak, el regreso del holandés errante

Kayak son unos auténticos supervivientes del rock progresivo clásico de los 70’s. Pero con el plus añadido de que no provienen del Reino Unido (la cuna del prog), ni siquiera de países como Estados Unidos o Canadá, sino de Holanda. Ahora publican nuevo disco, “Out of this World” (publicado por InsideOut), con todos sus ingredientes intactos.

 

En 1973 el viento soplaba realmente a favor del rock progresivo, era la época más fecunda de este género, con los grandes nombres sacando algunos de sus mejores trabajos: Genesis (“Selling England by the Pound”), Yes (“Tales from Topographic Oceans”), King Crimson (“Lark’s Tongues in Aspic”), Pink Floyd (“Dark Side of the Moon”) o Mike Oldfield (“Tubular Bells”). Fuera de las Islas Británicas, concretamente en Holanda, Kayak publicaban ese mismo año su primer álbum, el estupendo “See See the Sun”, uno de los mejores discos de rock progresivo grabados por un grupo no anglosajón.

Después grabaron tres discos más combinando rock progresivo y melodías pop (“Kayak”, “Royal Bed Bouncer” y “The Last Encore”), pero luego la balanza se inclinó claramente hacia canciones más cortas y directas, tal y como demostraron con el álbum “Starlight Dancer” (1977) y el single “Want You to Be Mine”, de sonido discotequero (sí). Con “Phantom of the Night” (1978) y “Periscope Life” (1980) seguían insistiendo en la vena melódica, aunque reincidieron en el prog con el semi-conceptual “Merlin” en 1981 (definitivamente, un muy mal año para sacar discos de rock progresivo). Poco después publicaron el directo “Eyewitness”, un bonito resumen de sus canciones más pegadizas, pero decidieron dejarlo por tiempo indefinido debido a problemas de diversa índole. De las aventuras de sus miembros por separado destacan las colaboraciones de Ton Scherpenzeel (teclista y máximo compositor de la banda) con Camel. Con ellos grabó “Stationary Traveller” (1984), “Dust & Dreams” (1991, uno de sus mejores discos) y “Rajaz” (1999).

Contra todo pronóstico, en el año 2000 el grupo volvió con “Close to the Fire” (uno de sus mejores trabajos), y desde entonces no han parado de publicar discos y salir de gira (descontando este último año con el maldito covid). Con su penúltimo trabajo, “Seventeen” (publicado en el año 2018, y donde colabora Andy Latimer, de Camel, en la magnífica “Ripples on the Water”), ficharon por el sello alemán de rock progresivo InsideOut. Ahora sacan su nuevo álbum, “Out of this World”, con canciones de raigambre pop-rock, como “Mystery” o “Waiting” (con una voz bastante Bowie), elementos progresivos e incluso algunas pinceladas metálicas, como el tema que da título al disco. Hablamos a continuación con Ton Scherpenzeel (Hilversum, Holanda, 1952), único miembro que está desde los inicios del grupo.

Foto: Irene Linders

Cuando empezasteis a principios de los años 70 no había muchos grupos haciendo rock progresivo fuera de los países anglosajones. ¿Fue difícil hacerse con un hueco entre tantas bandas potentes?

“La música no sabe de fronteras. Pero, por supuesto, Holanda es un país pequeño, así que fue mucho más difícil conseguir que nuestra música se escuchase en países como el Reino Unido o los Estados Unidos. Tuvimos una vez un single de éxito en los Estados Unidos, dentro del top 50, ‘Want You to Be Mine’, en 1978. Pero Holanda siempre ha sido el lugar donde hemos tenido la base de fans más grande. Y eso también ha supuesto que haya sido duro, económicamente hablando. Si tuviésemos el mismo tanto por ciento de fans en los Estados Unidos, las cosas habrían sido mucho más fáciles”.

En ese mismo año que citas, 1978, ocurrió una de las cosas más insólitas en la historia del Rock: vuestro cantante solista, Max Werner, decidió convertirse en el batería del grupo, justamente lo opuesto a lo que hizo Phil Collins en Genesis, por ejemplo. ¿Cómo os lo tomasteis, y cómo lo encajaron los fans?

“Hemos tenido muchos cambios de personal a lo largo de nuestra carrera. Antes de que Max decidiera que prefería tocar la batería en vez de cantar, ya había ocurrido 4 o 5 veces. Pero cuando un cantante se marcha, supone algo crucial en un grupo, porque el sonido cambia. Sí, perdimos muchos fans pero también ganamos otros. Es lo mismo que ocurre en la vida misma: te casas, te divorcias, te mudas a una casa y luego te vas cuando encuentras otra. Eso mismo sucede con los grupos, la mayoría tienen que afrontar cambios de personal, especialmente cuando hablamos de carreras longevas. Y no puedes satisfacer a todo el mundo. Hay dos tipos de fans: aquellos a quienes les gustan ciertos músicos del grupo y luego hay quienes disfrutan de la música tal y como es, sin importarles quién la canta. Esos son los fans más leales”.

En 1982, después de sacar el disco “Merlin”, uno de vuestros discos más celebrados, el grupo se separó. ¿Cuál fue el motivo principal?

“Pues en concreto fueron tres las razones: una musical, otra personal y otra económica. Habíamos tenido un éxito enorme en 1978 con el álbum ‘Phantom of the Night’ y el single ‘Ruthless Queen’. Después de eso, fuimos cuesta abajo comercialmente. Empezaron a surgir los problemas, así como diferencias personales y musicales, y todo ello hizo que resultara muy complicado seguir juntos”.

Poco después trabajaste con Camel, grabando tres discos con ellos. ¿Cómo fue la experiencia de tocar con Andy Latimer? ¿Recuerdas alguna anécdota?

“Tocar con Camel ha sido siempre una experiencia fantástica, especialmente el hecho de salir de gira, algo que hice hasta 2015. Andy es uno de los mejores guitarristas del mundo, y un muy buen tipo. También me gustó el hecho de que por una vez yo no fuera el responsable del grupo, era tan sólo el teclista, por lo que podía limitarme a disfrutar de la música, sin todas las preocupaciones que siempre tiene el líder de una banda. No recuerdo ninguna historia graciosa, pero sí una anécdota especial de cuando estuvimos de gira por España en el 2013. Lo que ocurrió es que me puse enfermo en Málaga. El siguiente concierto era en Madrid, así que viajamos en autocar por la noche. Todo el mundo creía que estaba enfermo por culpa de algo que había comido antes de salir, pero no era así porque al día siguiente más gente se puso enferma, y tres días después casi todo el mundo en el autocar estaba enfermo. Recuerdo que Dennis, el batería, tenía un cubo al lado mientras tocaba en el escenario, porque todo el rato tenía ganas de vomitar. Así que la primera semana de la gira la pasamos todos con esta gripe horrorosa”.

Aparte de tocar con Camel y la banda Earth & Fire, ¿a qué más te dedicaste hasta el retorno de Kayak en 1999?

“He hecho un montón de música para obras de teatro, musicales y ballets. Y también hice dos discos en solitario, ‘Heart of the Universe’ en 1984 y ‘Virgin Grounds’ en 1991”.

Desde que el grupo volvió habéis publicado 9 discos en estudio más (y algunos directos). Pero imagino que con todo el tema de las descargas y plataformas digitales y ahora lo del covid no habrá sido nada fácil…

“Es muy difícil. Tanto si hablamos de ventas de CD’s como de LP’s, ya no generan buenos ingresos. Y ahora se ha vuelto mucho más duro con todo lo del covid, porque los grupos no pueden salir de gira… ¿Cómo pueden los músicos seguir teniendo ingresos?”

El nuevo disco tiene el sello melódico característico de Kayak fusionado con arreglos instrumentales más progresivos, pero la sorpresa está en temas como “Out of this World”, que suena casi a metal progresivo. Quizás os ayude a conectar con un público más joven.

“Ya hace tiempo que dejé de pensar en cómo conseguir un público más joven. Somos un grupo viejo, aunque la edad media de los componentes de la formación actual ronda los 50 años, debido a todos los cambios de personal a lo largo del tiempo. Sólo me limito a componer, y el disco contiene la mejor colección de canciones que he hecho en los últimos dos años. No me importa si se trata de metal progresivo o una canción con guitarra acústica. Para mí es simplemente música”.

Curiosamente, vuestro bajista actual es Kristoffer Gildenlow, hermano de Daniel Gildenlow, líder de una de las mejores bandas de metal progresivo, Pain of Salvation. ¿Cómo disteis con él?

“En el 2016 hubo cambios de personal y empecé a buscar un nuevo bajista, y a través de algunos conocidos surgió su nombre. Así que di un vistazo en youtube y me pareció increíble cómo tocaba. Estábamos metidos de lleno en el proceso de la grabación de nuestro anterior disco, ‘Seventeen’, así que le pregunté si querría intentar tocar en una canción nueva, ‘Cracks’. Es un bajista fantástico y un músico muy competente, porque además compone y graba sus propios discos en solitario”.

¿Puedes citar algún momento especialmente malo y otro bueno de tu carrera?

“Uno de los momentos realmente positivos a destacar es sin duda cuando salieron el primer álbum y el primer single. Cuando tienes veintiún años y todo es nuevo, lleno de promesas, todo es como un sueño hecho realidad. Todavía no tienes ni idea de lo duro que va a ser todo más adelante. El peor momento probablemente haya sido la muerte de mi amigo, colega, rival, batería y compositor Pim Koopman en noviembre de 2009, justo el día después de que hiciéramos un concierto”.

¿Qué tipo de música escuchas actualmente?

“Básicamente música clásica, renacentista y barroca. Me aburro fácilmente con el rock y el pop, también con el rock progresivo, ya he escuchado todo eso antes. Hay cosas que son muy técnicas, la pericia instrumental es impresionante, pero no me llega al corazón. Y al final eso es lo que se supone que es la música”.

¿Y qué consejo le darías a un músico que esté empezando ahora?

“Sigue tus propios sueños. Mantente bien informado sobre temas de contratos, mánagers, etc. y sólo dedícate a ello si es realmente lo que quieres. Y si lo haces, entonces no permitas que nadie te detenga”.

Por cierto, ¿por qué pusisteis Kayak de nombre al grupo?

“Era uno de los nombres que barajamos, lo encontramos en un diccionario. No acabábamos de decidirnos, pero cuando grabamos una maqueta fue realmente cuando tuvimos que escoger un nombre. Sonaba bien, y además se puede deletrear al revés. Además, después de 48 años de carrera tiene un significado extra: un kayak siempre acaba por volver a la superficie, y hasta ahora eso es lo que ha ocurrido con la banda, no importa lo mucho que a veces haya podido llegar a hundirse”.

Texto: Jordi Planas

 

Posibles destacados:

 

“Después de 48 años de carrera, el nombre del grupo tiene un significado extra: un kayak siempre vuelve a la superficie, y hasta ahora eso es lo que ha ocurrido con la banda, no importa que a veces haya podido llegar a hundirse”.

 

Ton Scherpenzeel, teclista y máximo compositor de Kayak, grabó tres discos junto a Camel.

 

 

 

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