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Michael Schenker Fest, Razzmatazz (Barcelona)

 

Ya no resulta sorprendente ver a Michael Schenker disfrutando de su oficio. Verle saltar, sonreír e incluso dirigirse al público desde su propio micrófono, son imágenes que dadas sus últimas visitas, son norma explicita de sus recitales. Y me alegro mucho por él. Quedan atrás los cd’s a 30 euros en el puesto de merch, el papel de cocina en el escenario a modo de marquesina y ridículas huelgas de hambre que casi le cuestan la vida. A la espera de que algún día recupere la chispa en los discos de estudio, sus directos son garantía de una buena velada, pues sigue tocando con la misma magnitud y grandeza por la que se hizo famoso en el mundo del rock a mediados de los setenta (cuando incluso los Stones le ofrecieron la posibilidad de sustituir a Mick Taylor); tiene el tono, el estilo, vertiginoso y melódico, ancestral y moderno: Leslie West con viñetas clásicas para los chicos que abrazaron el instrumento a finales de los setenta. Si además la banda se compone con Ted McKenna (batería) y Chris Glen (bajista), las expectativas, de entrada, son altas.

Michael Schenker Fest, o lo que es igual, Schenker acompañado de los tres cantantes que definieron su carrera en los ochenta: Gary Barden, Graham Bonnet y Robin McAuley. Barden ya estuvo de gira con el guitarrista a finales de la década pasada. Su performance no ha variado respecto a la actuación en Bikini de 2007/ 2008. Le pone entusiasmo pero su voz es un fino hibrido lastrada bien por un deficiente sonido, o bien porque el propio cantante exige quedar en un segundo plano, pues parece que apenas pueda entonar una sola silaba. Premio para el que entendió una sola nota de las que ‘entonó’.

Turno después para Graham Bonnet. Lo suyo era muy especial, pues en los días que formó parte del MSG solo tuvo ocasión de aparecer en tres o cuatro conciertos, siendo despedido después de que en uno de ellos apareciese pedo. Bonnet estuvo radiante, por primera vez en largo tiempo. Puso alma, clase y carisma y las tres canciones de Assault Attack sonaron a gloria. Sabía que con una banda detrás con cara y ojos era posible verle de forma decente (nada que ver con lo que le suele acompañar en sus giras solistas) y me alegré enormemente de confirmar esas sospechas. Bonnet merece más noches como éstas. Él solo tiene que poner la voz y esa sigue siendo su arma más precisa. Aún a sus 70 años de edad.

McAuley, qué duda cabe, es un profesional. El tipo mantiene esa dinámica, pero la profesionalidad no va ligada con la personalidad o la distinción en la voz. Las canciones de su etapa fueron lo peor de la noche y tampoco le hizo un favor tener que cantar un tema como «Rock Bottom».

Noche bonita, pese a las restricciones de horarios de la sala que impidieron la ejecución de «Lights Out» y «Shoot Shoot». ¿No hubiese sido lógico adelantar los horarios frente a este contratiempo? De cualquier modo, el próximo Schenker Fest podría rizar el rizo y añadir al line up la voz de Derek St. Holmes. El otrora cantante de Ted Nugent acompañó a Schenker en la gira de Built To Destroy. ¿No sería fantástico?

Texto: Sergio Martos

Foto: Xavi Mercadé

 

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