En menos de diez años el trío canadiense se ha aposentado en su sello y en su género, además de en los festivales más importantes del planeta. Con dos discos a sus espaldas —siendo II más de lo mismo, pero mejor—, sorprenden ahora con un tercer elepé sereno y maduro, además de potente.

Puede que nadie se acuerde, pero uno de los primeros en grabar o interpretar un disco entero de otro artista, antes de la moda que últimamente nos invade, fue el norteamericano Kelley Stoltz.

Para quien no les conozca, son una banda canadiense que llevan más de una década revisando la tradición folk norteamericana a través de un filtro en el que, a pesar de su origen, posiblemente tiene más influencia My Morning Jacket o Joanna Newsom que The Band o Neil Young.

De agradecer, la persistencia del sello vasco en transmitir la grandeza oculta en los recovecos de las canciones de bandas como los efímeros The Palace Of Light, a los que ya recuperó su sello hermano Spring Records en formato 7’’. Avalados por la garantía que suponía pertenecer a la escudería de Bam Caruso, grabaron un único  álbum y se fueron[Leer más…]

La estela del gallo se temía difícil de traspasar. Aquella fue una opera prima casi perfecta que nos cogió a todos por sorpresa: canciones directas de crujiente y sencilla piel pop. Pero Far from the Echoes la agujerea y sin contemplaciones.

Oister fueron la antesala de Dwight Twiley Band, y 1973-74 Teac Tapes (Hozac) supone la recuperación del material hasta ahora inédito con el que Twiley y Phil Seymour culminaron un proceso de aprendizaje que comenzaron en 1967 y que les mantuvo entretenidos hasta que la fulgurante aparición de aquel «I’m on Fire» les aseguró un lugar de honor en la[Leer más…]

Siempre es un placer reencontrarse con bandas de antaño que te gustaron o marcaron. Yo siempre fui más de los Specials, pero dentro de la movida ska del sello 2-Tone, The Selecter fueron unos de los más grandes junto a los de Jerry Dammers, Madness, Bad Manners y The Beat.

Olvidado como si de unas inoportunas paperas se tratase aquello del weird folk, vive una inesperada resurrección la vertiente tradicional, esa sobria manera expresiva que es columna vertebral de la música popular.

Escuchas ciertos pasajes del álbum y el baterista no cae donde debe, los solos de guitarra están fuera de dibujo e incluso la voz de McMahon no acaba de alcanzar el tono en algún pico.