Olvidado como si de unas inoportunas paperas se tratase aquello del weird folk, vive una inesperada resurrección la vertiente tradicional, esa sobria manera expresiva que es columna vertebral de la música popular. Ilustres veteranos en óptima forma como Michael Chapman, otros que casi ocultos siempre han estado ahí, caso de Richard Thompson o la nueva savia que circula por los discos de Steve Gunn, hace que el aficionado a estos puros sonidos esté de enhorabuena. Este optimismo ha de reforzarse con la escucha del segundo disco en solitario del ex Eleventh Dream Day, una colección de temas de impronta absolutamente clásica, etéreamente incorpóreos merced a su sustento exclusivo en la cuerdas de la acústica de Elkington y el cello de Tomeka Reid, que completan cuarenta minutos de pureza sonora que se evapora como la niebla matutina. Siendo una de las fuerzas de esta grabación su coherencia argumental, se antoja complicado destacar algún tema sobre los demás, pero me tendría que morder la lengua para no señalar la capacidad que encierran temas como «My Trade in Sun Tears» para trasmitir esa tierna desolación que bordaba Nick Drake.
MANUEL BORRERO