Se jacta uno a veces, en su fuero interno, de estar más o menos al día. De seguir la escena y sus distintos géneros y, si no de conocer todo a fondo, sí al menos de que no se le escapan nombres que no deberían. Hasta que te recomiendan este o aquel disco, descubres una pequeña joya y cuando te pones a buscar si tienen grabado algo anterior, te topas con una banda formada en 2005 con siete álbumes a sus espaldas. La cura de humildad está servida.
Sea como sea, nunca es tarde si la dicha es buena, que dice el refranero. Y la dicha con el nuevo trabajo de estos noruegos, es de las que hacía tiempo que no experimentaba. Perfecto ejemplo de eso que llaman “un disco que entra a la primera”, estas nueve canciones remiten al mejor rock americano, tanto al clásico de los sesenta/setenta como al más contemporáneo, a través tanto de las guitarras como de unas armonías vocales y un gusto por las sonoridades pop que los hermana, en cierto modo y como comentó un colega medio en broma, tanto con los Jayhawks como con Abba.
Tras siete años desde su último lanzamiento, tiempo que sus miembros han empleado en otras bandas paisanas como Kvelertak, Spidergawd o The Dogs, este retorno (descubrimiento, insisto, para los que estamos en la parra sin saberlo) debería ser materia obligada para el sector más tradicionalista del mundillo, esa gente que sigue disfrutando de los arpegios, los riffs y los juegos vocales como si se hubieran inventado ayer. Imagino que no faltará quien, desde las trincheras del frente machote, rechace los ramalazos AOR que se infiltran en la mitad de estas contagiosas melodías, pero desde luego, quien se haya sacudido ya los prejuicios (a estas alturas, va siendo hora) aquí tiene media hora larga de disfrute asegurado. Temas como «Dream It Up Again», «Separated», «After The Fall», «How To Dance (In The Light)» o «Reasons», por no citarlos todos, destilan una luz y una frescura maravillosas.
Un disco de sobresaliente, que no llega a matrícula quizás por su contención en el sonido de las guitarras, en su punto durante casi todo el álbum, pero faltas de un poco más de grasa y desenfreno en momentos puntuales. Peccata minuta, en cualquier caso.
Eloy Pérez
