Anunciada como gira de despedida de su banda, la primera de las tres fechas de su tour español se saldó con el éxito artístico esperado. Y asegurado, que sabido es que Nick Saloman no falla y cuenta con un repertorio infalible. Si a sus viejos temas le sumamos lo ofertado en su magnífico último disco Focus on Nature, el listado de temas no podía fallar escogiera lo que escogiera.
Y seleccionó sabiamente: escalas en su faceta más cercana al power pop, ramalazos que retrotraían a los mejores Byrds, tormentas eléctricas dignas de los Crazy Horse en horas altas y, también, esos pasajes psicodélicos en los que se deja llevar y consigue que algunas de las guitarras más horrorosas estéticamente de la historia suenen como Dios. Pocas veces la intrépida sala barcelonesa ha sonado tan bien, con nitidez y fuerza al mismo tiempo. Y los asistentes, que no llenaron el club -la vida es injusta, Nick-, nos lo pasamos en grande, en perfecta comunión con su propuesta.
Saloman no escatimó, dos horas intensas que se hicieron cortas, acompañado por una banda de primera: sus alternancias a las seis cuerdas, juguetonas y precisas, con Paul Simmons aportaron matices y compenetración, y la base rítmica no solo les sostuvo, añadió nervio cuando era preciso y dibujos preciosistas si la melodía lo requería: ahí es nada tener a Dave Pearce ejerciendo de baterista de jazz loco por Hendrix o a Louis Wiggett jugando con las líneas de bajo -exacto, el de Bronco Bullfrog-. Su despedida con el clásico “I got eyes in the back of my head”, cierre de un estupendo bis, supuso cierre perfecto a una noche que se intuía especial y lo fue. Quizás no vuelva a pisar los escenarios, veremos, pero aseguró que no va a dejar de grabar discos. ¿El motivo? “Sigo vivo”. Larga vida a Saloman.
Texto: Alfred Crespo
Fotos: Fernando Ramírez