Hacía tiempo que no veíamos a Jolie Holland por nuestras tierras. Demasiado. Si no recuerdo mal, la última vez fue en 2015 en la sala Barts. Es un placer volver a verla actuar, sobre todo porque sus conciertos siempre son una delicia. Tendría que venir más. Esta vez actuaba en formato trío acompañada de guitarra y batería y ella a las voces y la guitarra.
Precisamente su guitarrista era el telonero, Mark Mckowski, al que conoceréis por sus trabajos con The Lost Brothers. Aunque aún no se había llenado la sala, Mckowski ofreció un sentido set en el que repasó algunos de los temas de su disco instrumental en solitario, Notes From The Boneyard. Aunque también acompañó estos temas con otros que cantó él mismo, como una versión de Jimmy Rodgers y otra de Nick Drake, la maravillosa «From the Morning». Un set tranquilo y sentido, perfecta introducción para el concierto que le siguió.
Jolie Holland subió al escenario y nos contó emocionada que venían de actuar en Inglaterra, donde aprovecharon para visitar la tumba de Nick Drake y la antigua casa donde vivió Syd Barrett. No hay nada como reconocer a alguien que siente el mismo tipo de emoción por la música y las personas que la crean para hacer este tipo de visitas. Jolie Holland tocó, por supuesto, algunas canciones de su último e increíble trabajo Haunted Mountain, un disco en el que ha colaborado con Buck Meek de Big Thief. De hecho, Buck Meek ha titulado igual su disco en el que también colabora Holland. Pero volviendo al concierto, sonó la canción que da título al disco, pero también «Highway 72», «Orange Blossoms» o «Me and My Dreams». También pudimos escuchar temas antiguos como «Palmyra» o de su mítico disco Escondida, «Damn Shame» u «Old Fashioned Morphine». Clásicos ya.
Jolie Holland tiene una voz impresionante, con un rasgado que te atrapa. Sus canciones tienen la dosis perfecta de luminosidad y oscuridad en un equilibrio perfecto. A veces el batería la acompañaba en las melodías vocales o con unos silbidos. No le hace falta mucho más a Jolie Holland. Su voz, una guitarra o dos y una batería para conquistarnos. El silencio respetuoso, ese rara avis últimamente en los conciertos, se mantuvo durante su actuación. Normal, nos tenía en un embeleso total. Como si nos hubiera lanzado un hechizo musical que solo se rompió al acabar el concierto. Una maravilla. La única pega es que fuera tan breve. Jolie, por favor, no tardes tanto en volver.
Texto: Anabel Vélez
Fotos: Marina Tomás