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The Reverend Shawn Amos – Laut (Barcelona)

Poco más de una decena de gatos blueseros (evitaremos el auténtico recuento, no es nuestra intención deprimir al personal) nos reunimos en la sala Laut de Barcelona para presenciar el oficio de The Reverend Shawn Amos.

El bluesman (deberíamos desarrollar el término) está de tour invernal por Europa (seis conciertos en España) en pos de ir ejercitando lo que va a ser su nueva entrega discográfica titulada “Soul Brother No. 1, además de repasar temas anteriores y algún clásico que le pase por la cabeza (el repertorio va mutando según el aire que sopla).

¿Qué hizo el reverendo, ataviado con su gorra de ganchillo y un peto beige de granjero? menos invitarnos a comer las cookies que vendía su padre Wallace, un poco de todo. Cantó blues añejo, otro más ligero, se acercó al soul y al funk, certeramente, flirteó con el folk electrificado, se puso tierno en ocasiones (Springsteen puede resultar un peligro), quiso empatizar con los presentes (fue dificultoso) e incluso se arrodilló, de modo poco religioso, pero eficaz.

Después de una intro tonalmente hard (el guitarrista JT Loux incidió en lo brusco casi toda la noche), apareció el maestro de ceremonias con su maletín, dónde tenía guardadas sus armónicas y un precioso micrófono vintage que le deformó la voz. Suponemos que el motivo no era otro que el de mostrar autenticidad, prescindible efecto, pero quedó muy bonito.

El pulso funk surgió, de buenas a primeras, con “You’re Gonna Miss Me (When I Get Home)”, cualidad que fue virando hacia el blues, movimiento sonoro rutinario utilizado durante los noventa minutos que duró el show. Ya hemos comentado que las variantes estilísticas fueron protagonistas; Shawn Amos no es hombre de ofrecer menús machacones.

Antes de atacar “Bastard Wind”, medio tiempo de 2022, apareció “Revelation” el primer single de la nueva entrega que, si hemos de ser sinceros, no nos acabó de convencer del todo (rock para todas las corrientes con poca identidad), “Back to the Beggining tiene mejor pinta, pero no la escuchamos. Esperaremos para emitir un justo juicio.

Mucho mejor estuvo en “I Need To Get Loving”  (rock and roll sin tapujos), “Hollywood blues”, “I’m ready” o en el homenaje a Otis Redding, Wilson Pickett y a todos los soulmen relacionados con Memphis, Tennessee. Se hizo grande en “Weight of the World” (mayúsculo reconocimiento a la periodista y activista afroamericana Ida B. Wells), decayendo en “Everybody Wants to Be My Friend” y también en “Sometimes I Wonder”, anodina cancioncilla, con buenas intenciones, aunque repleta de tufo sentimentaloide. Había cerrado la maleta después de deleitarnos con un bluesazo de bandera y retornó, sin ella, regalando unos minutos congelados. Mustio cierre.

A Shawn Amos le asiste, en esta gira, un trio prudente, poco especializado. Junto al mentado JT Loux, pudimos escuchar a Ethan Pecha (bajo) y Zach McCoy (batería), una sección rítmica justita, demasiado blanda para jugar las bazas propuestas.

The Reverend Shawn Amos no es un caballero del blues de pura cepa. Juega bien las cartas (faroles no hay) que repartieron, antaño, Muddy Waters, Willie Dixon y demás genios del género. No obstante, al querer juntar el póker con el remigio (por citar un juego menor), se le escapa la atmósfera, aquella imprescindible para llenar el alma. Sea por la banda, la falta de público o sus propias carencias (pocas comparadas con sus virtudes), nos quedó un sabor agridulce en la boca que todavía perdura. Otra noche será.

Texto: Barracuda

Fotos: Marina Tomás Roch

 

 

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