Debut literario de este guionista televisivo con una buena idea que es mejor en su concepto que en su resolución. Eso hace que la definición marquetiniana de este como “el thriller más divertido del año” se nos antoje no ya excesiva, sino probablemente falsa. Pero no se queden con eso. Como les decía, la idea es curiosa: cómo el mindfulness, paradójicamente, lleva a alguien a convertirse en líder de una organización criminal. Es en el ritmo donde probablemente falla, y en determinados detalles que satirizan demasiado a algunos personajes, convertidos directamente en tontos del culo. A pesar de eso, como estreno está bien. Su lectura es amena y rápida, y la interpretación del como focalizar nuestra atención – o en este caso del protagonista – siguiendo una serie de pautas psicológicas para que todo salga de la manera que menos esperamos es, cuanto menos, e insistimos en la definición, original. Lectura suavecita y poco consistente para al lado de la piscina este verano.
Eduardo Izquierdo