Vayamos por partes. Primero pasamos por el puesto de merchandising del concierto, donde amén de material discográfico de dEUS y Mourn (buen concierto con apoteosis eléctrica al final), había un objeto que llamaba la atención: un libro de fotografías de Tom Barman. Una especie de diario de viaje con postales de lugares distintos. Pues lo que él plasma en ese tomo es justo lo que su grupo proyecta en escena; cada canción es un fotograma. Un momento que nos lleva hasta la década de los noventa.
Por aquel entonces, con muchas bandas en el hervidero de la escena pop-rock, una de las tónicas era no quedarse solo en un sitio; podías hacer post-rock, noise o grunge, pero al final todo iba a la bandeja de entrada de la música alternativa. En esta gira que les trae de vuelta tras once años de silencio discográfico (con el notable How To Replace It) hacen justamente eso, en cada canción tocan un palo o bien, lo mezclan todo a la vez.
Dentro de esa épica suya tan característica, caben guiños al funk, al hip-hop, al kraut, a sonidos oscuros, con unas guitarras preponderantes que crujían. Bastaba con mirar la cantidad de pedales que tenían y cómo los usaban. La banda sonaba a otras mil distintas, pero en el fondo, no dejaban de sonar a dEUS. Con un sonido muy potente y nítido, los teclados también estaban muy presentes, dando cierto respiro ante aquella tormenta. La banda fue subiendo en intensidad para crear un clímax que, sinceramente, no esperábamos.
De hecho, para un concierto que duró una hora y tres cuartos, sorprendió un detalle: no hacen “Suds & Soda” de su disco Worst Case Scenario. Sin embargo, eso poco importa, porque una vez se encienden las luces, tú luces exhausto. Ojalá todos los retornos fuesen como éste, qué nivel gastan estos dEUS de 2023.
Texto: Toni Castarnado
Fotos: Fernando Ramírez
