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Arcade Fire – WiZink Center (Madrid)

 

Sonaba repetitivamente el «Boléro» de Maurice Ravel, como antesala de lo que se preveía, una gran noche de emociones musicales. Salieron a escena los canadienses, desde el fondo del WiZink Center, recorriendo una larga distancia a pie hasta el escenario, como si de púgiles se tratara. Desde luego, no se les puede negar mimo para con los detalles y prolegómenos en torno a sus actuaciones.

 

Y ya enfrascados en «Age of Anxiety I», comprobábamos el despliegue sonoro, luminotécnico y teatral del que íbamos a disfrutar durante el show. O mejor dicho, parte de él, pues a medida que avanzaba todo, nos sorprendían con algún truco inesperado, presto para enardecer a sus fieles, dejando una huella indeleble en esa noche de miércoles.

Así se las gastan Win Butler, Régine Chassagne y compañía. Sus tickets son caros, pero están siempre bien empleados, puesto que lo suyo no es sólo un concierto al uso. Con todo, las canciones, el repertorio, mandan. Y en ese sentido ofrecieron un poco de todo. Su matraca de hits es tal, que les da para hacer tres noches seguidas sin apenas repetirse.

En este caso se centraron en repasar lo más granado de WE, su reciente obra, probablemente una de las menos notables de su discografía, sin por ello ser un mal disco, ni mucho menos. De hecho, «Rabbit Hole», la mejor del lote, sonó esplendorosa, apuntando a nuevo clásico de su surtido. Profundidad emocional, epopeya disco y «viaje» espacial, todo en un sólo corte.

Por supuesto, también sonaron «Ready to Start», «Neighborhood (Tunnels)», «Reflektor» o ese alegre homenaje no velado a Abba, que lleva por nombre «Everything Now». Ah, y cómo no, una emotiva «The Suburbs», con la que recordarnos que el repertorio del que se nutren es amplio y cualitativo como pocos, especialmente en cuanto a lo que a artistas de su generación se refiere.

Destacar el uso (habitual en ellos) de un escenario B, unas luces láser espectaculares, unas transiciones entre canciones muy elaboradas (no descuidan ningún detalle) y esa relectura de «Spanish Bombs» (The Clash), con la cual desembocaban en la esperada «Wake Up», ya como colofón final, tocando fuera del escenario, redondeando una velada impecable. Y vale que su intensidad dramática puede resultar, en ocasiones, pomposa, pero no cambia nada.

Es simple, Arcade Fire gozan del estatus de nuevo clásico, trascendiendo géneros y generaciones. Se dice sin titubear y listo.

 

Texto: Daniel González

Fotos: Salomé Sagüillo

 

 

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