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Andoaingo Rock Jaialdia

Hanging Stars

 

Había curiosidad y hasta morbo por ver cómo iba a encajar El Drogas en el puzle alternativo de Andoain. Cuando llegó la hora del mítico miembro de Barricada se confirmó la sospecha: no cabía un alma en la plaza Nafarroa, una imagen nunca vista en sus 14 ediciones anteriores. Las canciones que marcaron el llamado rock urbano de este país («Bahía de Pasaia», «En blanco y negro») fueron coreadas como si no hubiera mañana. Su actuación fue irreprochable, en actitud y entrega. Estuvo a la altura de su leyenda. Otra cosa es si un festival gourmet, coqueto y que acoge a propuestas más selectas le conviene contar con un gigante de sus características. Todo giró en torno a la actuación del vecino de la Txantrea; lo que hubo antes y lo que vino después. Es lo que tienen los ilustres cabezas de cartel.

A primera hora brillaron con luz propia los londinenses The Hanging Stars: el folk-rock y country cósmico del grupo es de muchos quilates y merecen ser reivindicados. Elegantes y pulcros, suyos fueron los momentos más bellos. De la solvencia de Melenas poco más hay que decir. Ni siquiera con un disco de sobra amortizado como Días Raros, de 2020, pierden fuelle. El cuarteto de Pamplona compitió en frescura con el clásico tiempo gris vasco. El sirimiri se colaba en los conciertos sin previo aviso, como si el cambio climático solo fuese un mal que afecta del Ebro para abajo.

Por su parte, -Gailu es el prototípico grupo de la escudería Bidehuts, inclasificable, por momentos impenetrable y que requiere de un bagaje previo para conectar con su peculiar rock industrial. El trío tiene su punto, pero hay que pillárselo. O hacer los deberes previos en cultura popular: sus referencias artísticas son abundantes. Después vino el vendaval de El Drogas y una parte importante de los barricadólogos se marcharon pitando tras el concierto. El atracón de Rock Radical Vasco les había saciado. Quedaban dos grupos más, ambos franceses.

The Limiñanas

Con Parlor Snakes uno tiene la sensación de que los ingredientes son los adecuados pero que a la hora de mezclarlos les falta algo. Se mueven entre distintos registros (rock, new wave, punk) y su combinación se queda a las puertas de ser explosiva. La cara fue para The Limiñanas, esta vez con varias novedades en su formación. El peso del combo de rock psicodélico se expande ahora a los costados donde afloran las voces de sus cantantes. Tres explosivas guitarras y la batería omnipresente de Marie te llevan a otros mundos. Fue todo un espectáculo. Cambian sus compañeros de viaje, hacen pequeños retoques aquí y allá, pero sus directos siguen siendo evocadores, hipnóticos. Lisergia de la buena al cuadrado.

Texto: Jon Pagola

Fotos: J.A.Areta Goñi «JUXE»

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