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Tommy & The Commies – La Nube (Bilbao)

El grupo que esté libre de influencias que tire la primera piedra. En esto de la música nadie se libra de tener unos referentes musicales, estéticos, ideológicos o de cualquier tipo. Y a todos nos vienen nombres de combos a la cabeza cuando hablamos de grupos que son clones o, simplemente, siguen la estela de otros o que se aferran a ciertos estilos y no cambian por nada del mundo.

Y avisados íbamos a presenciar la actuación del trío canadiense Tommy and the Commies. Con la etiqueta de “Hooligan Pop, Mod-Punk from Canada” autoimpuesta en sus redes sociales, volvían al Café teatro La Nube donde tocaron hace unos años (por cierto, el carismático local de Santutxu necesita nuevos dueños, aviso para que no muera este pilar de la escena bilbaína) y dejaron tan buen sabor de boca que, de nuevo, la parroquia bilbaína no dejó de acudir.

Pero una cosa son las etiquetas y otra el sonido. Y el de Tommy and the Commies es deudor directo y absolutamente reconocible de formaciones como The Undertones, The Buzzcocks, The Clash o The Jam por citar algunos. Vamos, que ya sabemos que iba a ser una fiesta de guitarreo veloz y con poco punteo (no llegaron a cuatro en todo el concierto) pero aunque pueda sonar esto a simple, nada más lejos de la realidad. Hacer lo que hacen y hacerlo bien es cosa harto complicada. Los de Ontario comenzaron dándole fuerte con “Cadavar Dogs”, con un riff sólido que marcaba el ritmo de la primera canción y del concierto entero, la verdad. Y de ahí al final contabilizamos 18 temas comprimidos en 46 minutos (y eso que hubo un pequeño parón de tres minutos para que el guitarrista subiera al piso de arriba a por una cuerda nueva, mientras su compañero improvisaba con la línea de bajo de “Another One Bites the Dust” de Queen para entretener al personal).

¿Destacar? Todo. Todo en sí, porque no hubo tregua ni para saludar casi. “Devices”, “Hurtin´ Boys”, “Reggie Rocks” o “Power on Stand By” rememoraban musicalmente ese Reino unido destrozado por las políticas de la Dama de Hierro (no se nos quita de la cabeza el “Ding-dong, the Wicked Witch is Dead” tomado del Mago de Oz y coreado en las calles que sirvió para celebrar en las calles en 2013 su desaparición), un sonido totalmente británico que estos canadienses lo clavan a la perfección.

Con “Impulse Action” sólo nos faltaba cerrar los ojos para imaginarnos que enfrente estaba el Johnny Rotten más joven e impertinente, “Suckin´ in your 20´s” era puro Siniestro Total de comienzo de los ochenta (lógico por otra parte), mientras que “Ernie” sonó como un cañón de mala baba y ceño fruncido.

El show se cerró con su clásico “So Happy” antes de encarar el bis (¿si no hay parón se le puede llamar bis?) con dos versiones, “Living with Unemployment” de The Newtown Neurotics y la coreadísima “Stay with me” de The Dictators, los dos temas que suelen emplear habitualmente para cerrar sus conciertos. Y así acabó un concierto corto (en la charla post concierto salió a colación el nombre de los Tight Bros, grupo desaparecido hace ya bastante pero que también solía ser tan fugaz como intenso) pero en el que, maravillosamente, ni sobró nada ni se echaron en falta más canciones. Menudo buen rato.

Texto: Michel Ramone

Fotos: Dena Flows

 

 

 

 

 

 

 

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