Vuelve el cantautor eléctrico que supo aunar el latido de la mejor música americana con sentimientos que son muy nuestros. «Sur en el Valle» suena brillante y alberga canciones graves, vivificantes.
Al igual que en el caballo, en sus textos hay nobleza y orgullo. También hay algo de pudor, escondido en los textos. Es la elección de taparte los pies o la cabeza, pero Sur en el Valle, el último trabajo de Quique González, es un conjunto de temas con los que atravesar la montaña.
En el nuevo disco, con respecto al equipo de trabajo, González vuelve a La Casamurada, donde grabó Me Matas Si Me Necesitas (2016), el grueso de los músicos es Los Detectives, recupera a Jacob Reguilón, cambia de productor, pero mantienes el sonido de trabajos anteriores, que no es oscuro ni denso, incluso en canciones que pudieran resultar más pesadas.
¿Por qué volver a trabajar con antiguos colegas y en La Casamurada?
Yo lo entiendo así, como que es un poco mate y oscuro, me alegra que me digas que te suena brillante. En realidad, el concepto es, o hemos intentado que sea, un poco distinto a Me Matas Si Me Necesitas, que eran otras canciones y las canciones son las que te llevan a un sonido más claro o más mate. Pero, supongo que la combinación de viejos compañeros y un nuevo productor como Toni [Brunet]… yo creo que pese a haber elementos comunes en otros discos, yo sí considero que hay algo distinto en el tratamiento de las canciones o hemos tratado de que sea así.
Es cierto que me ha llevado a un “americana” más de interior, como si estuvieses en mitad de Minnesota nevando. Y una composición más oscura.
Sí, hablaba de eso. Las canciones son las que condicionan un poco el formato y los sonidos, pero puede que Me Matas Si Me Necesitas sea más para afuera. Aunque tenga momentos más intimistas, también hay algo más californiano y luminoso en algunos pasajes. En este, porque las canciones son un poco más hacia dentro, sí que hay un poco menos de brillo. La introspección siempre te lleva a algo más oscuro, con más capas, más profundo y, aunque existan momentos en los que el sonido sea más amable, tanto por el tratamiento de las baterías como de la instrumentación, el hecho de que sea más minimalista, te lleva a paisajes más fríos, más norteños.
Si bien el álbum no es tan rupturista como Avería y Redención #7, sí he encontrado que hay temas en los que el peso de la canción recae sobre un instrumento. Por ejemplo, en el sencillo «Puede Que Me Mueva» está la línea de bajo, casi hipnótica; en «Luna de Trueno» está la frase de batería hasta que se mimetiza con la guitarra final, más oscura. ¿Consideras que en el álbum las canciones dejan caer su peso en un instrumento concreto?
No lo había pensado, pero sí supongo que al haber menos elementos es más fácil que uno de esos pocos destaque por encima de otros. Es curioso que me digas lo de Avería y Redención #7 porque yo también, en un punto, relaciono este disco con Avería. Creo que hay un paisaje sonoro un poco más libre, dejando un respirar a cada músico y que haya una interpretación no cerrada. No hacíamos muchas tomas. En este sentido sí lo relaciono más con la forma que tuvimos de grabar Avería. La verdad es que nosotros no teníamos la intención de que hubiera un instrumento que mandara por encima de todos, ha salido un poco así.
Hablando de paisajes (sonoros) está muy presente el valle en general. Aparece en las letras, a nivel sonoro, como concepto.
El entorno siempre me influye mucho a la hora de escribir. Incluso, me gusta y me ha gustado mucho viajar a sitios que no conocía, donde los ojos están más atentos y te llaman la atención otras cosas y eso hace que se incluyan elementos nuevos en las canciones. Sí, Sur en El Valle lo he escrito aquí en el norte y también hay y había una intención en mí un poco de despedirse de este lugar, dado que las circunstancias de mi vida me empujan hacia otro sitio después de diecisiete años. Entonces, creo que a la hora de decidir las canciones también eso me importa mucho y está dentro de las historias. Vivo muy pegado a la naturaleza y no he viajado apenas en este año y medio, dos años, y eso hace que el entorno esté más dentro aún de lo que estaba. Que sea casi el personaje principal del disco: el viento sur en este valle. Este lugar y este viento.
Creo que has encontrado una nueva forma de escribir, con frases muy concisas, muy visuales, ya desde Delantera Mítica, donde creo que hay un giro en tu forma lírica que ahora te hace reconocible de otra manera. Digamos que el Quique González a nivel escritor antes de Delantera Mítica era uno más cercano a la idea de cantautor, pero aquí hay otra manera de frasear, de lanzar imágenes, con metáforas más crípticas. ¿Consideras que tu lírica ha cambiado o es más sencilla de lo que parece?
Es cierto que en el último disco hay canciones menos narrativas y más como escenas de un tráiler de película, que la película completa. Me parece que ahí, desde el principio, he tenido la intención, y la he plasmado en algunas canciones, de querer construir escenas para darle un contexto y un escenario a lo que está pasando. Pero igual en este disco es cuando más he ido por ese lado, hay muchos flashes, el disco está contado a través de flashes emocionales, visuales. Y uno va añadiendo, adquiriendo herramientas nuevas y escuchando música distinta y leyendo otras cosas y eso te lleva a otros lugares a la hora de hacer canciones. Igual es el disco más críptico de los que he escrito.
Retomas el tándem de composición junto a César Pop en cuatro temas del álbum, con el que te entiendes muy bien a nivel compositivo, ¿es algo que buscas cuando empiezas a dar forma al nuevo trabajo o algo que surge?
César está presente por varias razones. Llevamos casi quince años trabajando juntos en mis canciones, me ha ayudado muchísimo. Yo a veces necesito a alguien de fuera, así, de mucha confianza, para ordenar un poco mis ideas. Y en este caso confío mucho en César porque me parece un doctor de canciones y tiene una visión muy distinta… Yo soy muy caótico y él es mucho más cartesiano que yo y creo que hemos encontrado un buen equilibrio para llegar a algo que me acabe gustando, que nos acabe gustando a los dos. Yo trabajo hasta un punto y digo: “Hostias, ahora, no sé si…”, y necesito una visión desde fuera que tenga una perspectiva suficiente para no bloquearme en mis propias obsesiones.
Volviendo al disco, en la parte visual, me ha llamado la atención la figura del caballo tanto en el videoclip como en la portada. No sé si tiene un significado concreto, simplemente te gustan o es una referencia a las películas del oeste de las que eres muy fan.
Sí, sí, soy fan del western clásico. El caballo es una yegua en realidad que se llama Pisueña. Por lo que hablábamos antes de que la naturaleza aparece en el disco, el caballo le da una pista principal del disco. Y me gusta lo que representan los caballos, la mirada que tienen y esa sobriedad que desprenden. Me gustaba mucho como símbolo del disco, en blanco y negro.
El álbum se compone de once canciones, aunque hay una pequeña trampa, porque está la cara B del single que editaste en vinilo, «La Balastrera», y luego, en la edición en vinilo hay un tema extra escrito por Kirmen Uribe. ¿Cómo surge la colaboración con el escritor?
Hice unas cosas con Kirmen. Hace seis o siete años, hicimos un par de recitales y musiqué tres poemas suyos, entre ellos este «No Es Verdad». Aprovechamos para hacerla por pura diversión y por eso está metida como tema extra, porque yo creo que está fuera de la temática del disco, me parece que el disco termina en «Los Amigos Se Van». Y con respecto a la otra canción, a «La Balastrera», también la veía que estilísticamente estaba fuera del disco y entonces, al final esto de los EP se hace para coleccionistas, pensé que era una buena idea que tuvieran algo que no apareciera en el disco. Es bonito darle algo más a la gente que hace el esfuerzo de comprar el formato físico. Creo que es de ley.
Has mencionado antes el tema «Los Amigos Se Van» y me parece curioso que cierras el disco, de nuevo, con un tema bastante triste. No sé si es por la pérdida de amigos debido a su fallecimiento o por estos cambios vitales que todos tenemos, como crecimiento personal, que hacen que se diluya esa amistad.
Por tu crecimiento personal o por tu hundimiento personal. Efectivamente es la segunda interpretación. A los amigos que se les va la olla, pierden la cabeza por un rato o muchas veces para siempre. Los amigos con los que ya no conectas. Sí que es una canción bastante dura y me fastidia un poco que termine de esa forma. Pero es una canción demasiado dura como para haberla puesto en otro sitio del disco y que te dejara un poco jodido.
Has alternado trabajos más producidos como Pájaros Mojados o tus discos en Nashville, con producciones menos complejas como Salitre 48 o Kamikazes Enamorados. ¿No has pensado en un disco lo-fi grabado en la furgoneta?
Pues mira sí, hay algo en ese mundo que me interesa mucho y que va mucho conmigo. Es como te decía al principio de la conversación, depende de las canciones que esté haciendo. También hay un tipo de canciones que es para ese disco, pero otras necesitan más elementos, más sonoridad.
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“Es sabido que existen infinidad de leyendas asociadas a los vientos”, explica el periodista Chema Doménech. “En la cornisa cantábrica, sus habitantes comprenden desde hace siglos que cuando sopla Sur hay margen para lo imprevisto. Al Sur se asocian comportamientos insólitos, episodios extraños. ‘Vaya surada tiene’, dicen los norteños para justificar alguna conducta fuera de lugar en los días en que el famoso viento arrecia. Como residente en los valles pasiegos, Quique González se ha inspirado en ese halo de misterio para dar título a su nuevo disco, una colección de composiciones en las que experimenta una vez más formas nuevas de llegar a destinos conocidos”.
Texto: David Vázquez