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The Jayhawks – Sala Barts (Barcelona)

 

Volvieron Jayhawks a Barcelona, uno de sus puntos inexcusables en sus giras españolas, una plaza difícil pese al amor incondicional de sus fans, y más aún en tiempos pandémicos, donde cantar sus himnos se hace muy difícil con ese artilugio invitado llamado mascarilla que recluye aún más en sus pensamientos a la siempre exigente audiencia catalana.

Aplausos, algún tímido silbido de admiración, y poco más precedieron a la inicial, popera y festiva “I´m gonna make you love me”, un buen tema de inicio, a priori hasta bailable,  que perdió su punch al estar la audiencia obedientemente sentada y hasta callada. Sorprendió que sonara tan temprano la que antaño fue uno de los puntos fuertes de sus conciertos, “Waiting for the sun”, donde los necesarios nuevos arreglos de las canciones por su actual formato de cuarteto descubrieron algo que se hizo evidente desde ese momento: ahí faltaba una guitarra. Sonaba…diferente, sí, interesante…también…pero como que faltaba algo. “Trouble”, esa maravilla de Marc Perlman consiguió recordarnos por qué amamos tanto “Sound of lies” mientras que “This forgotten town” nos recordó que su último disco tiene, como mínimo, un nuevo clásico atemporal que añadir a la larga lista de canciones memorables de la banda.

Parte de los mejores momentos del concierto se dieron con la doble visita consecutiva a su disco más popular (el más vendido de su discografía), el celebradísimo “Rainy day music”. La delicadeza de Tim O´Reagan en “Tampa to Tulsa” te hace olvidar cualquier problema mientras que en “All the right reasons” (su mejor canción de amor, delicadeza absoluta) tuvimos uno de los pocos momentos en que consiguieron clavar los coros todos los músicos, teóricamente uno de sus puntos fuertes. “I´d run away” nos transportó momentáneamente a esos Jayhways festivos pero como ya estaba sucediendo desde el principio el ritmo del concierto, la secuencia de las canciones (no las canciones en si, sino el orden en que estaban siendo tocadas) no ayudaba a que la velada fluyera adecuadamente. Repasando toda la lista de canciones tocadas uno se da cuenta del esfuerzo hecho por Louris de que todos los discos del grupo estuvieran presentes, con protagonismo destacado para su último disco y para el más popular, el mencionado RDM, con lo cual puede decirse que la selección de canciones fue más que buena.

Pero….algo falló. Los músicos no hicieron el bolo de sus vidas precisamente, la acústica de Gary nunca parecía estar a punto, los coros no acaban de cuadrarse y, sobretodo, se echaba en falta un instrumento. Alguien dijo que de esta manera Gary luce más y eso es mejor para el grupo y para el concierto, cosa en la que no puedo estar más en desacuerdo ya que diría que es precisamente lo contrario: Gary tiene el doble de trabajo y demasiadas cosas en la cabeza, y a veces uno no es Superman aunque lo parezca. Hubieron, por supuesto, muchos momentos disfrutables, incluso en canciones más anónimas como “Everybody knows” y “Backwards women”, ambas de “Back roads and abandoned motels”, o el que fue una de las canciones más destacadas del poco celebrado “Paging Mr. Proust”, el single “Quite corners and empty spaces”. Y momentos muy disfrutables, pese a todos los pesares, como las queridísimas “Save it for a rainy day”, “Angelyne” o “Tailspin”, más el mega clásico “Blue”. Aunque para un servidor el mejor momento del show fue cuando Gary, acústica en mano, atacó junto al delicado teclado de Karen un tema de las profundidades de “Smile”, ese disco donde el grupo inició su historia de amor con el público hispano: “Broken harpoon”.

Tuvo, de todas maneras, que aparecer “Bad time” para recordarnos que también pueden rockear de verdad y para evidenciar, muy claramente, que estos pedazos de músicos suenan mejor con dos guitarras en el escenario, al echar mano del gran Juancho para tocar el bajo y permitir así que Perlman se hiciera cargo de la segunda guitarra, esa que brilló por su ausencia durante toda la noche y que muchos de nosotros encontramos a faltar. Al grupo, eso es obvio, se le vio falto de rodaje, pero eso son cosas que en estos tiempo no solamente se perdonan sino que parecen hasta evidentes. Volverán, claro, porque nuestro público les quiere y les seguirá queriendo, la historia de amor iniciada en el 2001 seguirá bién viva.

 

Texto: Marc Picanyol

Fotos: Sergi Fornols

 

 

Un comentario

  1. Federico-José Sánchez-Infantes Mora

    Y si segunda guitarra es la de Mark Olson, muchísimo mejor ¿no?

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