Nuevo disco de Daniel Lanois y servidor con las orejas en punta. Es matemático. Luego que muchas veces acabe arrugando la nariz ya es otra cosa pero, de entrada, Daniel Lanois me tira. Y más en un álbum que se presenta en su publicidad como su disco de góspel. Y ya es el colmo si empieza con un temazo como «Dance On» que me traslada irremisiblemente al espléndido For The Beauty Of Wynona, aunque luego las cosas no vayan a seguir siempre por el mismo cauce. Asegura el veterano productor que su objetivo con este nuevo disco firmado con su nombre es “animar a la gente en estos tiempos difíciles que estamos viviendo”. Y lo cierto es que la cosa empieza muy bien. La lástima es que el tema se tuerce bien pronto y “Power” adolece de exceso de tecnología, algo que siempre ha encantado a este artista que, no olvidemos, cuenta ya con 69 años pero que a este escriba le chirría. Demasiado experimental, a todas luces, esa dualidad se va a ir repitiendo en todo el álbum y junto a esas texturas electrónicas, el anunciado góspel irá apareciendo y desapareciendo. Algo que, al menos a mí, me ha acabado descolocando. Grabado entre Los Ángeles y Toronto, Lanois se ha desmarcado de los que decían los anuncios previos y ha asegurado que este es un disco de electrónica góspel. Así sí. Mucho más claro. Aunque si aun así no saben qué significa eso, escuchen este Heavy Sun y lo tendrán un poquito más claro.
Eduardo Izquierdo