Me sorprende ver al nuevo disco de Buffalo Tom calificado como americana en varias publicaciones. Rápidamente, un pensamiento se me mete en la mollera: el grupo no se comía un colín y ha intentado sembrar en unos prados que no son los suyos. Pero no. Los lumbreras que los han definido de country alternativo, o han patinado, o no tienen muy claro de qué va la cosa. Dejemos para otro momento la duda de si han escuchado el trabajo de marras. Porque aquí te encuentras, seis años después de su último trabajo, a los Buffalo Tom de toda la vida. Bill Janovitz, Chris Colbourn y Tom Maginnis haciendo lo que han hecho siempre, con el acierto habitual. Indie-rock acelerado made in Boston. Guitarras eléctricas en primer plano, buenas melodías, acertados medios tiempos y una voz que no pide protagonismo, pero lo adquiere casi sin querer. John Agnello, productor del invento, ha tirado además por sacar la vena más Replacements del grupo y la cosa ha salido más que bien. Dinámico y acelerado, el álbum se muestra fresco en todos y cada uno de sus cincuenta minutos y, desde luego, pone al grupo de nuevo en el horizonte.
EDUARDO IZQUIERDO