El olor del espacio web, infinito, o casi, permítanme previa a la crónica despachar un stock de líneas para dilucidar lo que ha supuesto Airbag y su triunfo sobre el imaginario treintañero, más que el adolescente, tema universal de sus canciones. Y la paradoja que ello supone, a priori. Con el trío malagueño, parafraseando a Muñoz Seca en La Venganza de Don Mendo, sucede como con las siete y media, ese juego vil, en el que te pasas…. O no llegas. Saltan a la comba entre esa fina línea que separa el pop almibarado del power pop, del lamento por la chica que te planta para ir al cine con otro más alto con los guitarrazos de furia; equilibrando la nostalgia de los vídeo clubs y los radio casetes con otras referencias a los iconos pop de nuestra generación. Además, han transitado por los caminos del punk asilvestrado, herencia ramoniana directa, y han llegado a lanzar los mismos mensajes desde la pulcritud de la melodía perfecta sin que desde sus flequillos haya crecido cana ninguna. Mientras “Gotham” arrancaba acoples, y se preparaba el terreno para el engorile (la sala estaba llena), algunos de los presentes recordaban que hacían quince años desde su última vez en Bilbao, y que fuera llovía como si no hubiera mañana. Otra contradicción materializándose mientras los balones de playa sobrevolaban nuestras cabezas y el olor a salitre nos llevaba hacia historias nunca vividas pero igual de intensas que si fuésemos los protagonistas directos. Con “22”, “Hijos de Hawai”, “Cómic y Posters”, “De Un Verano a Otro”, “La Cueva”, “La Ola Perfecta , “Elena” y “La Vuelta a la Manzana”, entre otros, hits imbatibles en constante sucesión, se vivió entre cuatro paredes y bajo unos tenues focos el verano de nuestra post juventud, si se puede expresar así. Jodido tiempo. Y no me refiero al clima.
Texto: Álvaro Fierro
Foto: Victor I Wanna