Lo que empezó como un proyecto paralelo para que miembros de Okkervil River dieran salida a composiciones que no utilizaban para el grupo principal, se convirtió en una prolífica banda que facturó siete discos en apenas una década. Hasta tal punto Shearwater devino un proyecto serio que Jonathan Meiburg decidió dedicarse a tiempo completo, abandonando a Will Sheff y los suyos. Tras fichar por Sub Pop, han ido consolidando un sonido que cada vez se aleja un poco más del crudo rock alternativo y se acerca a una especie de rock de estadio, épico y expansivo, con muchas referencias a los 80 pero huyendo de sus excesos. Es un equilibrio difícil de conseguir, y todo un riesgo armonizar el motorik a lo Neu! de “Radio science” con la euforia explosiva del Scary Monsters, el guitarreo orgánico de The Edge (“Pale kings”) con la tecnofilia de Human League (“Quiet americans”). Shearwater consiguen evitar el pastiche y salir airosos del experimento debido a que las canciones que forman Jet Plane And Oxbow tienen un nivel medio elevado, sin que ninguna destaque notablemente sobre el resto, y a que la vitalidad no llega a decaer en ningún momento. Algo en lo que, aunque se haga bastante uso de la percusión electrónica, tiene mucho que ver la aportación de Brian Reitzell, batería de Redd Kross en los 90 y compositor, tan deudor de Morricone como de Einstuerzende Neubaten. Un disco que desprende energía positiva.
Texto: Fidel Oltra