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Eva Rock, sala B del C.A.E.M. Salamanca

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Hace unos años recuerdo a Henry Rollins, hablando sobre el Madman, diciendo que Ozzy no tenia ni idea de lo legendario que era. No se hasta que punto Flores Hernandez, guitarrista y único miembro de la formación original, es consciente del enorme monstruo en que se ha convertido su banda con el paso de los años. Caso inaudito y casi sin parangón en la historia reciente, la entronación del trio no ha hecho mas que aumentar el culto que se le procesa. Curtidos con unos pocos conciertos en la zona y la famosa tarde de Burgos (invasión de la cochambre, incluida) y con suficiente lado oscuro como cualquiera, la comuna del pueblo, las drogas y luego la conversión religiosa, todo lo que rodea al nombre (doy fe de ello, la banda concedía su primera entrevista en cuarenta años en mi programa) es de máximo interés. Y todo esto, agárrense, sin tener cancionero propio. Así las cosas, imaginarán la excitación y los nervios desde que se anunció la vuelta a los escenarios del grupo, en su casa, y con nuevos músicos.

Para esa noche tan especial escogieron un local que se ha convertido casi en imprescindible en Salamanca, la sala B del C.A.E.M., y fue un acierto como luego se vio, con una entrada mas que digna. La nueva formación preparo un set-list de covers, supervisados por el bajista Jorge Chamorro, lógicos algunos y otros cuando menos sorprendentes. Tras una breve intro y la salida con ovación de gala atacan “Paranoid” de los Sabbath y sirve para despejar alguna dudas importantes, como que no parecen haber pasado todos esos años y que los miembros recién llegados se han acoplado perfectamente. De ahí al final no hubo respiro, Judas Priest, el malogrado Dio, o Twited Sister (estupenda “The Price”) el nuevo cantante Pablo García pudo con todo casi sin problemas (y ya me dirán ustedes lo que tuvo que pasar el hombre los días previos, para calzarse todas esas botas y debutar con la banda) y el batería José Ángel Jakk cumplió a la perfección.

Me conquistaron con reivindicar a Ted Nugent (¡dos veces!) y a Sweet (“Set Me Free” con final apoteósico) y hubo tiempo para el lucimiento de todos ( “Moby Dick” incluido en los solos) con sendas bajadas a la olla de García y de el gran protagonista de la noche Hernández al que, camino de los setenta, se le vio absolutamente feliz disfrutando, y despejó cualquier duda que pudiera haber sobre su estado de forma. El bis con “Cat Scratch Fever” y el omnipresente “Jumping Jack Flash” ya es para el recuerdo, con el personal cantando rendido a sus pies, en una noche sencillamente inolvidable. Ni idea de que pasará en el futuro, ya se oyen rumores de gira conjunta con otros grandes que vuelven, pero después de lo visto no sería lógico que volvieran a desaparecer.

 

Texto: Paco Jiménez

 Foto: Javier Queizán

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