Razzmatazz, Barcelona
Llevaba durante unas cuantas temporadas quejándome de que al final venían siempre los mismos grupos, que la agenda de conciertos no se renovaba, que faltaban estímulos, y la verdad es que me he tenido que tragar mis palabras: de unos meses para aquí la cosa ha cambiado. Otra cosa es observar lo que cuesta vender entradas, como en citas como ésta de la que esperas un sold out, lo único que sucede es que el evento lo cambian a una sala con un aforo menor al pensado inicialmente. Igualmente, en un local en el que no se podía casi ni respirar, había el ambiente de las grandes ocasiones.
Sudor a mansalva, se derramaban cantidades industriales de cerveza, el pogo era cada vez más grande, y una banda como Rancid que se saben vencedores desde el primer segundo. Más maduros de lo que han estado nunca antes, con una imagen menos extrema pero todavía interesante, y unas canciones que les hacen valedores de ese premio a mejor banda de punk de hoy y de ahora. Lars Frederiksen sin cresta, todo rapado, pero aún con esa señal de peligro en la nuca, en cambio Tim Armstrong destila carisma, más pausa, un aura más bohemio, con ese sombrero colocado de medio lado en su cabeza y unas guitarras tan auténticas como destartaladas. La base rítmica tan sólida como siempre, y un repertorio en el que el 40% de las canciones son de…And Out Comes The Wolves, el que es su mejor disco. Cumplían veinte años como banda, y había que celebrarlo como es debido: con una gran fiesta con más de treinta piezas, destacando «Roots Radicals», «Time Bom» o «Ruby Soho», la excusa para bailar, beber y sonreír. Una gran combinación.
TONI CASTARNADO