Amaro e Iván Ferreiro continúan su proyecto, bajo el nombre del segundo, pero como una única voz, presentan un álbum gestado en el reposo que otorga la edad y desde la intimidad del hogar, aunque como dicen ellos: se hayan dado cuenta que tengo una edad en la que no tengo que sacar un disco al año: no lo necesita la industria, no lo necesito yo, no lo necesita nadie. Pero siempre reconforta un buen LP donde caben las conversaciones que importan y las que no, también. Porque vivimos en una constante contradicción y, esta, es emocionante.
7 años sin nuevo material, que no de inactividad, ¿bloqueo del artista o descanso obligado?
Fue, pues un poco todo. Lo primero fue que estuvimos tres años de gira con Casa, una gira muy larga. Luego, cuando paramos, a los dos meses empezó una pandemia y la verdad es que estábamos como con pocas ganas, teníamos ganas como de vivir un poco. Y después ya, cuando nos pusimos a hacer el disco, pues decidí tomármelo con mucha calma. Es decir, por un lado empezamos trabajando con las máquinas, estábamos haciendo cosas, estábamos ilusionados y yo llegó un momento que le perdí un poco el punto a hacer música, llegué a plantear si tenía mucho sentido hacer discos, por qué. Por qué hago música.
Luego descubrí que había una parte que no me gustaba hacer que es cuando tengo la hoja en blanco y sufro como una rata y, entonces, decidimos vivir, es decir, para recuperar, para tener el placer de crear un disco lo que tenemos que hacer es que sea nuestra vida, haciendo música y que aparezca el disco. No, ya no creo mucho en esa cosa de “me tengo que poner a hacer un disco y tiene que ir de esto y no sé qué y no sé cuántos”. Entonces, estábamos más divagando con nuestros temas, no sé qué, no sé cuántos, de vez en cuando hacíamos una cosa y fuimos haciéndolo a nuestro ritmo. No fue una decisión consciente tampoco de un día ponernos a hacer el disco. Fue tan largo porque han pasado muchas cosas, pero yo creo que en esos siete años… el disco se ha hecho en esos siete años, porque seguramente en el año uno empezamos a hacer alguna cosa y se terminó en el año siete.
Ya en la gira de Casa estábamos pensando en cosas y grabábamos pistas y cortábamos cosas, estábamos cortando El Hombre y La Tierra, estábamos viendo cosas. Cada canción se ha tomado mucho tiempo, el tiempo que hacía falta a la canción.
Entiendo que sin la presión de tener una fecha de entrega.
Efectivamente, ya, gracias a Dios no tenemos esa presión. Ya nadie nos mete caña, nadie nos presiona y en el fondo, pues, en el medio hemos hecho dos giras sin tener disco. Entonces, realmente, nuestra cosa es, actualmente, ser felices y lo que queremos es convivir con la música. Entonces, estamos en casa, nos levantamos, quedamos, grabamos una cosa. Pero en ningún caso nos metemos presión de ningún tipo ni para acabar nada hoy, ni para que sea sobre esto, ni que sea sobre lo otro. Es como: hagamos nuestra vida. Y que no haya una distinción entre nuestra vida y el momento que grabamos. Que todo sea uno, que nos acordemos de los días enteros.
Este tomároslo de una forma tan sosegada muestra un disco muy introspectivo, muy vuestro, muy mirado hacia dentro.
Era un poco la idea. Nuestra idea era hablar de muchas cosas nosotros y luego, a la hora de escribir, soltar de forma lo más natural posible, a veces de la forma más antinatural posible, pero que quedara natural y que lo disfrutáramos y que nos emocionara. Y realmente estábamos haciendo un disco, yo creo, que es un disco sobre el proceso creativo, realmente, que era lo que nos estaba interesando. Lo que pasa es que en el proceso creativo entra todo. Nosotros estábamos interesados en disfrutar el disco y no enterarnos muy bien de cómo lo hacíamos y que apareciera, porque al fin y al cabo somos músico que hacemos canciones, y no queríamos que hubiera ese esfuerzo ni esa intención de hacer una obra, sino más bien vivir haciendo música y ver qué pasa.
Lo curioso es que de pronto, aunque solo nos interesaba hablar del proceso creativo, al final acaban saliendo todos los temas ahí metidos, porque es imposible hablar de que creas cosas sin tener opiniones. Y, sobretodo, también queríamos que fuera en el disco, lo que tú dices, la intimidad. Es una intimidad contradictoria todo el rato, si te fijas hay cosas, canciones que primero dice una cosa y luego otra, que es un poco como pensamos todo el mundo. En el fondo somos poco lineales como personas, que creo que es lo más natural del mundo: ser poco lineal.
Al final evolucionas: Lo que hoy te vale mañana, a lo mejor, no.
Efectivamente. Entonces tratamos de contar cómo nos sentíamos y cómo pensábamos, pero tampoco queríamos sentar cátedra ni decir «esto debería ser así, o esto debería ser asá”, porque ni siquiera nosotros estamos seguros. Y luego también había algo que tiene que ver con la edad, también, que es que ya me di cuenta que tengo una edad en la que no tengo que sacar un disco al año: no lo necesita la industria, no lo necesito yo, no lo necesita nadie. Ya que no tiene que ser así, disfrútalo a muerte para que el disco que venga sea tu disco que más te guste de todos los que hayas hecho. Que eso es algo que la gente dice: no, siempre decís que vuestro disco último es el mejor. Bueno, yo trato que mi trabajo sea mejor todos los días, supongo que tú también tratas que tu trabajo sea mejor todos los días y el alfarero trata que su trabajo sea mejor todos los días. Otra cosa es qué le gusta más a los demás.
Adentrándonos en el disco, ¿es Trinchera Pop la habitación propia de Iván Ferreiro, a modo de Virginia Woolf?
Sí, sí, es un poco todo eso. Toda la música que hemos escuchado, toda la música que hemos hecho, toda la que queremos hacer. Pero también están los libros que hemos leído y las películas. Están las conversaciones con los amigos, las conversaciones que importan. Están las conversaciones que no importan, también. Porque al final, nos damos cuenta que, vivir es un batiburrillo de cosas y de sensaciones y tenemos como una tendencia a separar las cosas por cajones y en el fondo yo cada vez las veo más mezcladas. Al final esa trinchera es un refugio para este mundo con tanta información, al final cada uno tiene su trinchera.
La letra de «Gran Columpio» me transmite un nuevo comienzo, pero con el bagaje propio de las dudas que uno tiene. Y en sonido y melodía me lleva a Ultrasónica y Relax, ¿es una forma de reiniciar tu carrera?
Hay algo de eso a la hora de lo que es tocar y hacer música que… Bueno, cuando yo me voy de Piratas lo primero que hago es hacer un análisis de cómo tengo que hacer yo mi disco, es decir, qué es lo que tengo yo, qué es lo mío… entonces, había toda una parte de sofisticación sonora que tenía mucho que ver conmigo, pero que los demás participaban y yo decidí volármela en el primer disco, precisamente para ver dónde coño estoy. También solo contaba conmigo [Amaro] que no era una persona muy sofisticada. Pero sí hay esa parte ahora de que me he reencontrado con todas las máquinas… Y hemos hecho una banda increíble. Yo estaba con mis máquinas jugando y fue el momento de decir: “bueno, ya puedo volver a hacer mi cosa”, ya ha pasado el tiempo y es una cosa que he disfrutado mucho y que piloto.
También por la construcción cuando decía: quiero construir a partir de la máquina, no quiero construir a partir de la guitarra o del piano. Era algo que hacía yo en esa época mucho, también porque tocaba mucho menos, entonces yo cuando estaba en Piratas, para hacer temas a veces hacía como bases con cajas de ritmos y no sé qué y creaba como algo para cantar encima; y tenía más que ver con cómo me relacionaba yo con la música, que yo me relaciono mejor con las máquinas, con el azar… hemos tirado mucho de cosas como: me gustan mis sintes modulares, todo esto, porque a veces no controlo lo que va a sonar, sé un poco lo que pasa, pero a veces pasan cosas, pasan cosas muy chulas como que tú de repente haces una cosa que tiene como unos acordes imposibles porque no hay un piano tocando, no hay nada reconocible que lo toque y tú crees que te acabas de inventar unos acordes increíbles. Luego cuando llegan los otros ves que es un La menor y un Sol, pero mientras lo haces no sabes dónde te estás moviendo y eso a mí me gusta.
Para mí era muy importante que se jugara, que fuera un disco juguetón, que estuviéramos divirtiéndonos todo el rato. Es un disco que tiene mucho sentido del humor también, aunque no lo parezca. La diferencia con Ultrasónica y Relax es que aquí me lo pasé de puta madre y allí fue un sufrimiento.
Esto me lleva a destacar a nivel de producción un sonido más denso, aunque no sea mediante atmósferas asfixiantes, con respecto a trabajos como Val Miñor – Madrid: Historia Y Cronología Del Mundo o Casa, que por contra eran más brillantes.
En la producción tiene que notarse eso al final. Tiene que notarse que hay una diversión y luego yo también quería poner a Ricky y a todos estos en un brete, yo estaba componiendo con mis máquinas y era: “mira, no quiero que toquéis. Ya sé que tocáis increíble…” También la línea divisoria entre una maqueta y un disco a nosotros nos ha desaparecido. Entonces, el trabajo previo de hacer muchas partes de este disco ya se ha quedado. Cuando llega Ricky a producir una canción, eso ya existe ahí, y una de esas partes más densas de sonido es trabajo ya elaborado. Yo voy creando cosas que en principio no pienso que tenga que tocar nadie encima.
En general, Amaro y yo cuando estamos haciendo canciones no pensamos mucho en nadie más que nosotros mismo. Creo que es lo que hay que hacer. Creo que cuando escribes canciones tienes que ser un egoísta y no tienes que pensar… como pienses en el público o piensen en quién tiene que gustarle te vas a desviar y vas a tener un churro. Por lo menos a nosotros nos pasaría eso. Y luego yo me di cuenta que a medida que iba haciendo el disco que necesitaba que Ricky se pusiera en otro lugar y produjera desde otro lugar y que Ricky, que es un tipo muy musical podía hacerlo perfectamente y que me iba a aportar muchísimas cosas que me ha aportado a esa producción, porque al final no tiene… algunas cosas sí se parecen a lo que yo tenía, pero luego van a ese sitio.
«Pinball» o «Miss Saigon» muestran el carácter introspectivo del LP, con más claridad; ese empezar de nuevo que comentábamos antes como tema vertebral del álbum y en «Miss Saigon» dice: “Las familias pueden explotar”, uno de los versos más desgarradores y personales, que contrasta con esa fiesta que ha sido la producción.
Tiene la frase más dura: “la esperanza de no coincidir, con la esperanza de no saludar”. Eso es una cosa horrible, a veces puedes decir “quiero matarte” y no suena tan horrible como decir “no quiero salir para no encontrarte y no saludarte”, pero quería que esa dureza fuera como con un tema de baile, porque me parecía que es como somos, al final vivimos en una contradicción continua y yo quería que esa contradicción existiera, porque creo que es emocionante la contradicción. Por eso, cuando las canciones son muy de amor, muy de amor, no nos gustan porque son como una nube de gominola, nos gusta cuando hay contrastes.
En el caso de «Miss Saigon» yo estaba obsesionado porque necesitaba hacer una canción solo con la máquina, pero, claro, para hacer solo con la máquina… la canción solo tiene tres acordes, los estribillos tienen un acorde, no son estribillos, entonces también tiene que ver con todo eso. En el fondo, una canción con una estructura normal a mí no me sirve para contar todo lo que quiero contar ahora, lo que quiero contar ahora es personal y necesita un fórmula personal donde entre todo eso, es decir, si haces una canción a tu padre, tal, por un lado me cago en mi padre, pero por el otro le quiero… una relación de familia no es nada fácil. Y cuando tienes problemas con tus familiares: les odio, pero en el fondo les quiero. Entonces, yo quería meter todo eso ahí, cantar las cosas medio tranquilas, pero decir cosas horribles con palabras normales que luego sea un bombo a negras. Y luego, en esas canciones intervino mucha gente.
Creo que no recuerdo un corte tan sociopolítico en tu carrera, sobre todo tan claro y directo en el lenguaje, y la rabia subyacente que transmite, no sin quitarle cierta socarronería, como «La Humanidad Y La Tierra». ¿Tanta ira hay que descargar?
Puede ser. Yo creo que es lo más cañero que hemos hecho nunca. Seguramente tendrá muchas lecturas, aunque parezca muy directo, hasta nosotros mismos no sabemos muy bien de qué termina de hablar la canción. Lo que tiene el tema es que al oír el sample de El Hombre Y La Tierra ya te coloca en un mundo animal, en un mundo selvático y eso ya te dirige. Pero en el fondo no sé quién es el que canta. Yo creo que el que canta es una rata. Es alguien de nuestra generación que, aún conociendo a Félix, no ha hecho nada para dejar este planeta un poco más limpio. Es un poco una crítica contra todo el hedonismo noventero y dosmilero.
Este corte y «En Las Trincheras de la Cultura Pop» me parecen los cortes que rompen un poco el conjunto del disco, y los más actuales con el uso de samples, además de la colaboración con Tanxugueiras, ¿fue algo buscado? ¿Renovarse o morir?
Que nuestros temas más actuales sean «Las 4 Estaciones» de Vivaldi, sampleadas por Max Richter y El Hombre Y La Tierra, es un tema como de los 70. Y luego la forma en la que está tocado es súper setentera. Pero creo que sí son modernos, porque al final la modernidad no tiene que ver con cuándo se hacen las cosas, sino con cómo las utilizas y cómo las ves. Al final la modernidad es hacer lo de siempre de una manera nueva, de una manera genuina, que creo era lo que queríamos hacer.
Justo que en «En Las Trincheras de la Cultura Pop» uséis Vivaldi es una ironía o es que ya la música popular viene de atrás…
Era… para nosotros era, estábamos como cortando El Hombre Y La Tierra y de repente salió Max Richter con lo de Vivaldi y él explicaba que era un trabajo sobre el reciclaje, decía, para yo enseñarle a la gente que tiene que reciclar el plástico lo que hago es coger a Vivaldi y hacer algo nuevo con él. Y nosotros pensamos: “Pues nosotros vamos a reciclar a Max Richter”. Y realmente no hay nada más pop que las cuatro estaciones de Vivaldi. Desde el concepto de la música clásica, La Primavera de Vivaldi es la obra que le gusta a todo el mundo, que la pones, suena la primera y es pop. La obra de Max Richter tiene una dicotomía que es como que tú la oyes por primera vez y sabes que estás escuchando algo que has oído muchas veces, pero también es algo como nuevo, que estás oyendo por primera vez.
Y esas dos cosas a la vez nos interesaban mucho. De hecho, tardamos mucho en conseguir la letra, desde que decidimos que íbamos a hacer una letra hasta que hicimos la letra igual pasaron dos o tres años, hasta que un día: hoy es el día. Y entonces nos sentamos a hacer la letra. Nos dijimos muchas veces: “Oye, hay que cantar aquí encima”, pero del dicho al hecho, hay un buen trecho. Y luego eso, es tan guay lo de Max Ritcher que no podemos meterle una letra de mierda, no podemos meter la primera letra que se nos ocurra. Pero después también cómo canta Iván esa canción es medio Dylan. Sería yo copiando a Calamaro, Calamaro copiando a Dylan. Es decir, era nuestra idea también.
Iván no tiene un disco de Dylan, pero sí que hemos oído mucho a Calamaro. Y Calamaro copia mucho a Dylan, pero en la copia de la copia existe la originalidad también. Entonces la idea era ¿Cómo lo hacemos?, pues hay que cantarlo como Dylan, pero como no oímos a Dylan, oímos a Calamaro vamos a tratar de imitar a Calamaro imitando a Dylan, y a ver qué pasa.
«Los Puntos De Lagrange», tus metáforas usando la ciencia, las matemáticas, etc. ¿Es Iván Ferreiro un matemático, astrólogo o físico frustrado?
Bueno, probablemente sí. Astrofísico frustrado.
¿Pudiera ser Brian May un ídolo, dado su doctorado y su carrera musical?
No, no. Es mi antiídolo Brian May. Si te fijas en mis discos no hay solos de guitarras, porque a mí los guitarristas que hacen solos me aburren mucho. Yo creo que estoy más cerca de Antonio Vega. Antonio Vega tenía esa cosa de juntar lo pequeño y lo grande y vivir a partir de ahí.
Después de todo este tiempo, ¿qué le queda por contar a Iván Ferreiro?
Pues nada. Lo que pase mañana. Si preguntas te diremos que no seremos capaces de hacer ninguna canción nunca más. En este momento pensamos que no podemos hacer más canciones nunca más, que es un poco donde vivimos todo el rato, aunque esperemos que se nos pase.
Texto: David Vázquez
Iván Ferreiro,
tú sí que eres un mal ejemplo.
Criticar a R. Nadal no te ayuda, porque no tienes la credibilidad de un tío que ha demostrado el esfuerzo personal de forma continuada a lo largo de toda su carrera.
A tí te queda mucho que demostrar para ser ejemplo de algo bueno.