Alvaro Suite es músico por derecho propio y por su trabajo, “Antes era el guitarrista de Bunbury, ahora soy mi propia voz”, declaraba en 20201. Su larga trayectoria le ha hecho formar parte de Pinball y dar guitarrazos con Los Labios. Ha publicado los LP S.olo y Piezas Contentas, y en los últimos años ha grabado La Xana, el nuevo punto de inicio de su carrera en solitario, y el disco que ahora presenta: Fantasio.
Quisiera empezar recorriendo un poco a tus inicios, porque antes de este LP, del que afirmas es tu segundo en solitario, y La Xana, encontramos una multitud de trabajos publicados. ¿Qué heredas de formaciones como Pinball o Los Labios? Con estos últimos editas un EP homónimo en 2013 (después de dos años en los que no paras) y encontramos a músicos como Nacho Sarria y Charlie Cepeda.
Pinball fue mi primer amor y mi mejor escuela. De esos años conservo la disciplina en el trabajo, la pasión por auto-producirme y valerme solo para crear mi música, y la obsesión por ensayar. Treinta años después sigo en la misma. Lo de Los Labios fue el disparate, la gamberrada, que tenía idealizada de mis años imbuido en Zeppelin, Purple y AC/DC, que fueron unos cuantos. Con ellos disfruté como un gochu en un charco. Además, me permitió pasar a un segundo plano en la formación y centrarme en la guitarra; algo que necesitaba tras un par de décadas al frente. Fueron unos años de delirio y volumen. La cosa no acabó como esperaba y salí disparado, dejando mi puesto libre para la entrada de Nacho Sarria, al que apodé “mi cachorro”, que reunía todo lo necesario para cerrar un capítulo en lo que consideraba era mi propia historia del Rock: el backliner con talento descomunal que entra en la banda.
Después de la disolución de Pinball grabas tu primer LP en solitario, S.olo (2003) junto a Paco Loco, si bien es un trabajo en inglés y con temas como «Traffic!», que tiene un sonido muy americano.
¡¡¡Conoces ese álbum!!! ¡Qué maravilla! Pensaba que estaba enterrado en el olvido. Esa fue mi primera grabación oficial en solitario y una especie de venganza rabiosa como respuesta a lo que en su día consideré un abandono por parte de Javi Vega en Pinball. Sucedió algo terrible en esos últimos años con la banda. Y era que Maga empezaron a despuntar, y con ello se esfumó el compromiso de Javi. Hubo varios cambios en la formación; llegaron Javi Mora y Jordi Gil, lo intenté, pero no pude más. Disolví la banda, agarré un puñado de canciones que tenía preparadas y me fui a Barcelona a quitarme de muchas cosas malas. No fue buena idea: 26 años, recién casado por dinero, pero sin esposa, furioso y muy golfo. Un día vino Paco Loco a tocar a BCN y le mostré en casa esas canciones. Unos meses después bajé a su estudio y las grabé con él. Sin presupuesto para más, nos quedamos en las premezclas. Pero fue tan importante para mí que me curré una carátula, busqué unos CD vírgenes molones, y estuve un año moviéndolo para ver qué podía rascar en la entonces excitante escena roquera catalana.
Me encontré con Suite.
Cuatro años después publicas Piezas Contentas, donde pasas a los textos en castellano, tomando incluso otro sonido, como en «Habitación Drill», que personalmente me llevó a Los Rodríguez.
Ese álbum es un tesoro que conservo con mucho cariño y al que acudo cada cierto tiempo para tomar aire e impulso cuando me entra la bajona creativa; algo como “si hace años pude hacer esto, ¿cómo no voy a poder hacerlo ahora?”. Fue el único trabajo editado de esa banda (había demos para dos discos más) y el testimonio de una época muy importante para mí a nivel personal y profesional. Con ellos conocí a Bunbury. Con ellos me di de bruces contra una industria que consideré podrida (aún lo pienso). Y decidí que definitivamente iba a crear mi música sin contar con nadie. Además, lo pasamos de muerte. Esos tres muchachos son mis mejores amigos.
Después, ya llegaría La Xana en 2020, del que matizas que es tu punto de inicio en la carrera en solitario, ¿por qué?
La Xana es el primero que publico en solitario. Si bien S.olo fue el primero que produje e interpreté a solas, no se llegó a terminar y nunca vio la luz fuera de mi entorno cercano (aunque es cierto que lo colgué en algún lado). Así que podemos afirmar que La Xana marca el inicio de mi carrera en solitario. Si a esto le sumas que los concursos de belleza, molamiento o comeollas dejaron de interesarme, y que la carpeta de demos estaba a punto de estallar, vi el momento perfecto para regalarme la oportunidad de hacer lo que me saliera de las pelotas con mi música y mi carrera. ¡Una gozada, oiga! Así es como pasé un año pre-produciendo el álbum; seleccionando y volviendo a grabar demos, escribiendo arreglos, diseñando imagen, buscando aliados y financiación, etc. Importante mencionar el encuentro magistral con mi letrista Pablo Cerezal, que ayudó a definir mi estilo. La Xana se publicó en enero del 2020 y al poco nos echaron de la fiesta.
Has explicado ya que Fantasio es el protagonista de las historias del disco, pero que no es un álbum conceptual. ¿Es Fantasio más bien un disco novelado o novela hecha álbum?
No sabemos muy bien si Fantasio es alguien o algo. Lo que sí sabemos es que sirve de guía para entender bien la narrativa del álbum y ayuda a disfrutarlo plenamente. Fantasio es un viaje espacial que arranca y termina en un mismo sitio. Tan mental como material. La temática que Fantasio presenta en una línea temporal que lo acerca a un guion, una novela o álbum conceptual, pero no es ninguna de ellas; son canciones que tienen identidad propia, valen lo mismo dentro que fuera de la historia. En mi opinión, lo que determina que un álbum sea conceptual es el envoltorio final; los arreglos, el mastering, la carátula y cómo lo vendas tú. Y aun así siempre dependerá de la percepción del oyente. Definitivamente Fantasio no es un álbum conceptual.
Tomando esa idea tan literaria que otorgas al trabajo, la figura de Pablo Cerezal como letrista en el disco se antoja importante, además de Chencho Fernández, ¿cómo llegas a él? ¿Es parte fundamental del proyecto desde el inicio o surge como posibilidad el trabajar mano a mano?
La secuencia siempre es la misma: te viene la inspiración, primero con una melodía o un riff, o una idea de groove de batería y bajo, un sonido, lo que sea. Bajas a tierra todas esas ideas dejándote llevar por lo que te seduzca. Juegas un rato con los sonidos y lo que sea que te permita tu destreza en el instrumento, y tratas de darle forma a la cosa con una estructura. Un estribillo, estrofas, un inicio y un final. Y para eso necesito algo que me sirva de hilo conductor: una voz. Es aquí donde la cago. Instintivamente mi parte creativa tira de referencias legendarias, siempre inglés. Y para mí es más fácil salir de la droga que de ahí.
Pablo Cerezal cayó del cielo sevillano. Me lo presentó no sé cuándo ni cómo un amigo común, a su vez amigo éste de mi hermano Chencho Fernández. Y hemos conseguido un nivel de armonía a la hora de entender mis canciones que me sigue asombrando. No es fácil. Cuando termino mi parte de la canción espero poder interpretarla igual, pero en castellano, y que se respete la historia que va asociada a la música. Una buena jodienda para Pablo. Al cabo de unos días recibo un boceto para que pruebe. Hasta ahora creo que le habré pedido que corrija no más de diez palabras en unas quince canciones. Espectacular; como si la hubiéramos compuesto juntos desde el principio. Compartimos latidos en este sentido. Por cierto, ¡muy buena reseña de su última novela en esta mi revista favorita! Con mi hermano Chencho, uno de mis indiscutibles maestros, nos unen décadas de música, sueños y peripecias. Una mirada suya basta para sanarme.
En la canción homónima, «Fantasio», percibo los toques glam, además de resultarme el corte más directo para el oyente, el que pudiera funcionar como sencillo del disco.
El esqueleto de la canción viene sufriendo mutaciones desde el disco de S.olo. Allí se llamó Deft. Entonces cantaba la historia de un amor no correspondido y quería sonar al Harrison de All things must pass. Era otra cosa. Desde entonces ha vivido en varios lugares. Lo intenté con Suite, lo intenté con Los Labios y lo intenté para otras movidas. Al final encontré la estructura y el lugar que me convencieron, pero algo se ha perdido por el camino. Así y con todo me gusta mucho y creo que funciona muy bien dentro del álbum. Es como ese jugador que es un genio asistiendo al campeón.
En estas fechas el Fantasio Tour estará rodando a nivel nacional, por México y por Estados Unidos, ¿crees que es una cuenta pendiente también con tu anterior gira que se vio truncada?
Sin duda la experiencia yankee del 2020 fue demoledora. Me bajaron del escenario en Houston justo cuando iba a empezar el show, sobre el escenario y con bastante público. Aquello nos hundió. Pero una vez pasado (y capeado) el temporal me veo con fuerzas para regresar y empezar de nuevo. Voy a saldar esta cuenta y a continuar como si nada hubiera pasado.
Texto: David Vázquez