Muchos son los que aseguran que el blues está muerto. Pues desde aquí vamos a demostrar que no. Que está más vivo que nunca, y no solo eso, sino que ha sufrido múltiples mutaciones. Y que blues hay hasta debajo de las piedras. Blues bastardo, quizá. Pero a fin de cuentas, blues.
Tras rendir tributo en su anterior Try It...You Might Like It! A Hound Dog Taylor, los de Boston siguen en Crackdown con su cruzada de revitalización de la tradición blues con esta nueva entrega que no desentona en su compacta discografía. Y ya van tres discos sin mácula. Dice su guitarrista, Matt Stubbs, que con Pat Faherty y Tim Carman completan el trío, que graban los discos que a ellos les gustaría escuchar. Su suerte es que, por el momento, también lo hace con los que nos gusta escuchar a nosotros. Así que todo bien. Sin queja. Lo mejor, además, es que consiguen variedad en un terreno, a menudo, poco abonado a ello.
La trotona «Dry Run» tienen algo de boogie lento y swamp rock que te lleva a alguna calle perdida de Nueva Orleans. En «By My Lonesome» aprietan el acelerador y le dan al rockabilly vía Flat Duo Jets sin control, mientras en la inicial «Fairweather Friend» vacilan de fuzz garagero. En «Easy On The Eyes» algo resuena a Howlin’Wolf ¡y eso es bueno hermano!, mientras «Gone For Good» es un blues clásico de doce compases a lo Elmore James que hay que ponerle a cualquiera que te venga con la cantinela de que el blues es aburrido, con un Stubbs saliéndose a las seis cuerdas ¿Continuismo? No caigan tampoco en esa trampa. Miren los patrones batería y la apuesta funk de la guitarra y me dicen si la habían encontrado, especialmente, en su disco de debut. Por si algún osado dudaba de ellos, ya pueden dejar de hacerlo. Se han hecho grandes, si no lo eran ya.
Eduardo Izquierdo