El lema de su última gira ya lo dice todo: “40 años de tonterías progresivas”. Y es que con un fino sentido del humor y una capacidad de resistencia (como el título de su último disco) encomiables, los británicos IQ han conseguido seguir en activo pese a todos los contratiempos y modas habidas y por haber. Con el cantante Peter Nicholls al frente empezaron junto a Marillion, Pendragon o Twelfth Night a principios de los años 80 una nueva corriente de rock progresivo que sustituía a las viejas glorias que se habían transformado (o desaparecido). Sí, la estética sonora (y a veces también visual) de los primeros Genesis marcaba la pauta, pero muchos de esos grupos también aportaban un cierto amateurismo entrañable y alguna que otra guitarra afilada, elementos aprendidos tras el “do it yourself” del punk.
Si en su visita anterior (en 2014) vinieron solo a Barcelona, https://www.ruta66.es/2014/04/vivos/iq-music-hall-barcelona/, en esta ocasión se apuntaban un tanto tocando también por primera vez en Madrid. Y el repertorio, afortunadamente, no se basó sobre todo en su último trabajo, el doble Resistance (claramente menos inspirado que otros discos de la banda), del cual tocaron tres piezas, sino que aprovecharon para interpretar temas de todas las épocas. Así, abrieron fuego con la excelente “The Darkest Hour” (del magnífico Ever), seguida de la dinámica “It All Stops Here” (de su primer álbum-cassette, Seven Stories into Eight), que compensó que no tocaran nada del clásico Tales From the Lush Attic.
El sonido y, sobre todo, el juego de luces estuvieron muy, muy logrados, creando unos fantásticos ambientes según el momento específico de cada una de las canciones. Y los músicos, entregados desde el primer minuto, lograron crear una gran sinergia con el público, que fue creciendo a medida que se iban sucediendo los temas. La incógnita de si tocarían material de los dos discos en los que no participó Nicholls (Nomzamo y Are You Sitting Comfortably?) se despejó cuando ofrecieron “Nostalgia/Falling Apart at the Seams”. Sí, a Nicholls le costaba llegar a algunas notas agudas de Paul Menel, pero consiguió hacer suyas esas melodías, algo más patente aún con la animada “No Love Lost”, el primero de los bises.
Neil Durant cumplió a la perfección reproduciendo los teclados que tocaba el gran Martin Orford en la mayoría de discos de la banda. Y su falta de segundas voces la suplieron el bajista Tim Esau y el guitarrista Mike Holmes, cuya herencia de Steve Hackett es harto evidente tanto en los momentos arpegiados de fina orfebrería como en esos solos que aportan un gran sentimiento épico. Por su parte, Paul Cook mostró estar en muy buena forma, aportando incluso elementos percusivos propios de la música de Peter Gabriel en un par de temas del último disco.
Otras canciones que sonaron fueron “Frequency” (un paso adelante en su música, con pinceladas de Porcupine Tree), la estupenda suite “The Narrow Margin” (toda una sorpresa, del doble conceptual Subterranea), “Guiding Light” (una pieza de muchos quilates del disco The Seventh House), la hipnótica “The Road of Bones” o “Further Away” (otra perla de Ever). ¿Tampoco tocaron nada de otra de sus obras magnas, The Wake? Afortunadamente sí. Pudieron haber interpretado la excelente “Outer Limits”, pero el fin de fiesta lo dieron con el segundo y último bis: la brillante “Headlong”, una pieza que en sus 7:30 minutos contiene todos los elementos que caracterizan lo mejor del grupo: melancolía, misterio, sugerentes cambios y un grandioso final. Un tema que justifica por sí solo la existencia del grupo y que sigue poniendo los pelos de punta a un servidor.
Texto y fotos: Jordi Planas
Para mi excelentes en el repertorio como en el sonido (un directo sublime) Celebramos el 40 aniversario de una banda que mereceria mas, mucho mas por su discografía (impoluta incluso en los 2 discos sin Nichols) su calidad musical espectacular y por fidelidad a un genero que hoy solo siguen una minoria de romanticos de la musica excelsa.