Un australiano, un estadounidense y un chileno, afincados en Berlín. Improbable mezcolanza a priori, más si por concepto e imagen intuimos folk y bluegrass a piñón. Y no solo por concepto, que la cosa empieza con el banjo rascando a base de bien, perseguido por el violín según los cánones. Pero he aquí que la cosa cambia de tercio inesperadamente: «Eagle Song» y «New Bohemians» ralentizan la carrera a base de armonías vocales inequívocamente californianas, psicodelia que encaja perfectamente como antesala de un ejercicio beach boy tan impecable como «The Great American Pussy Grab».
Una primera mitad poco acomodada que se revela todavía más impertinente en adelante, incorporando una tuba aquí y un saxo allá, atmósferas nocturnas (a «Mosey on Down» se la puede filtrar entre Nick Cave y Violent Femmes sin demasiados problemas) y hasta una antigua tradicional balada escocesa conocida por diversos títulos («The Daemon Lover» o «James Harris» entre ellos), aquí en su enunciado americano como «The House Carpenter». Un salto atrás, hasta finales del siglo XVII, justo antes de echar el telón con una estupenda marcianada: “for tomorrow pomodori, sitting watching panorama” corean en «Il Pesce Spada», especie de broma que refrenda un particular sentido del humor, presente de un modo u otro a lo largo de los diez temas de este Acid Folk. Un disco no diremos que imposible de catalogar, pero al que la etiqueta de “americana” le constriñe los márgenes de forma errónea y hasta injusta. Aquellos que gusten de las incursiones singulares emboscadas sin permiso en el -demasiadas veces- férreo esquema de lo tradicional, encontrarán aquí varios motivos de disfrute.
Eloy Pérez