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Blues en la encrucijada: The Reverend Shawn Amos rinde tributo a los clásicos

Muchos son los que aseguran que el blues está muerto. Pues desde aquí vamos a demostrar que no. Que está más vivo que nunca, y no solo eso, sino que ha sufrido múltiples mutaciones. Y que blues hay hasta debajo de las piedras. Blues bastardo, quizá. Pero a fin de cuentas, blues.

A estas alturas todos sabemos lo que la irrupción del COVID ha supuesto para el mundo del espectáculo. Giras canceladas, salas cerradas y toda la industria en parada. Revés a dos manos que ha causado el colapso económico pero que, en cambio, ha servido a algunos artistas para reconectar de nuevo con sí mismos y con su música. El de Nueva York ha aprovechado esos días de introspección y vida entre las paredes de casa para rendir un más que merecido homenaje a los gigantes que le metieron en la sangre el veneno del blues.

Desde su título, The Cause of it All (la razón de todo), el álbum deja bien claras sus intenciones, tomar un puñado de clásicos del género e interpretarlos de la forma más simple posible, reducirlos a su esencia, a los que desnuda de cualquier adorno superfluo y perpetuar uno de los valores históricos del blues, ser un nexo de unión, un vehículo para expresar sentimientos y para afrontar penurias, desamores y todo tipo de problemas pero conteniendo en su trasfondo un hilo de esperanza, una luz al final del túnel.

Sobre la gestación del proyecto comenta: “La cuarentena me pareció el momento ideal para hacer esto. No solo porque era algo que ya tenía en mente si no por ser una muestra el poder elemental del blues para entretener, calmar, y dar esperanza a las personas. Ahora más que nunca. Quería recuperar una espontaneidad que se ha perdido”.

Sus cuerdas vocales y su armónica se asocian con las guitaras eléctricas y acústicas de Chris “Doctor” Roberts para afrontar composiciones de Willie Dixon, Muddy Waters, Howlin’ Wolf, John Lee Hooker, Little Walter y Lester Butler además de la tradicional «Baby Please Don’t Go» en un ejercicio tan franco como respetuoso. Una vuelta a las raíces más profundas del blues, a esas canciones de bar humeante o porche casero que reconfortan cuerpo y alma ayudadas por unos sorbos de licor.

Tomas minimalistas de joyas del estilo como «Spoonful», «Serves Me Right To Suffer», «I’m Ready», «Hoochie Coochie Man» o «Little Anna Mae» que suenan fantasmales y crudas. Secas como el crujido de la madera y ardientes como el latigazo del whiskey bajando por la garganta. Hará las delicias de los más puristas aficionados al blues. Disfruten.

Manel Celeiro

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