Rutas Inéditas

¡Malditos Seáis! Al DeLoner

Al Deloner | Discografía | Discogs

 

Músicos malditos. Músicos de culto. Músicos a los que sólo conocen cuatro gatos. La atracción por esos artistas cuyos innegables méritos artísticos no reciben la merecida respuesta del público siempre ha estado ahí. El gusto por escarbar en discografías subterráneas y descubrir pequeños tesoros semienterrados es inherente al aficionado al rock menos acomodado. Hoy, Al DeLoner.

El artista que surgió del frío

 

Amazon.com: Live in Dresden: Al Deloner: MP3 DownloadsA principios de los noventa, en Noruega, surgió lo que se ha dado en llamar la segunda ola del death metal, la que alumbró nombres como Burzum, Mayhem, Emperor o Darkthrone entre otros. Una escena tan conocida por renovar los sonidos más extremos, como por las barbaridades (asesinatos, quema de iglesias, navajazos mil) que perpetraron. Por suerte, no todo lo que surgió musicalmente de tierras vikingas por aquel entonces reventaba los amplis y se pintaba la cara. En

la ciudad de Skein, cuna del famoso dramaturgo Henrik Ibsen, nacía en 1992 una banda que -en un sesgo parecido al de sus compatriotas y coetáneos Madrugada- haría de la intensidad emocional y la elegancia formal, marcas de fábrica.

Procedentes de Utopian Fields, banda progresiva que dejó dos interesantes discos a finales de los ochenta, los hermanos Ron y Atle Byström formaron Midnight Choir junto a Paal Flaata, dejando en sus diez años de carrera cinco discos de una rara, oscura y melancólica belleza.  Con Ron al bajo y Atle en labores de multiinstrumentista (amén de compositor principal) y con la extraordinaria, versátil voz de Paal en primer plano, sin batería fijo durante toda su trayectoria, el trío empezó su andadura con un primer trabajo de texturas alt-country. Grabado en Texas durante el verano de 1994, Midnight Choir (1994) es una notable pero atípica carta de presentación, en cuanto pronto abandonarían las pautas americanas para abonarse a un pop de cámara de esencias ligeramente orquestales y marcado carácter intimista. En la apuesta por este cambio de rumbo tuvo bastante que ver la amistad que trabaron en 1996 con Chris Eckman, frontman de The Walkabouts junto a Carla Torgerson. Eckman, que ya había incorporado ciertas orquestaciones al sonido de su banda con el magnífico Devil’s Road (1995), aplicaría la fórmula para Atle y los suyos, convirtiéndose de paso en productor de sus cuatro siguientes álbumes: Olsen’s Lot (1996), Amsterdam Stranded (1998), Unsung Heroine (2000) y Waiting For The Bricks To Fall (2003). En todos ellos, y especialmente en el segundo, obra magna sin discusión, encontramos algunos de los mejores momentos del rock escandinavo durante el cambio de siglo.

 

Eckmann y Atle colaborarían asimismo fuera del ámbito del grupo bajo el nombre de Höst, grabando a medias The Damage Suite (2001), un disco entre el ambient y lo directamente experimental; una faceta siempre latente en ambos y que en el caso de nuestro protagonista se completaría, ese mismo año, con el lanzamiento online de una serie de títulos que incluían música para el cine y el teatro, así como piezas de inspiración clásica en clave minimalista. Das Digitale Klavier: 4 Sonatas, The Funeral and a Sketch op. 101 o Southsea Beach – A Collection of Instrumentals, por poner un par de ejemplos, suponen una buena y singular muestra de esa otra vertiente dentro de su más que ingente producción.

A todo esto, Atle se había rebautizado ya desde Olsen’s Lot, apareciendo en los créditos de ahí en adelante como Al DeLoner. Y así, cuando a principios de 2004 la banda partió peras, él publicó ese mismo año su primera referencia en solitario con ese nombre. The Mess Age is Joy supone un primer encuentro con la clase de canciones que definirán mayormente su estilo en adelante: instrumentación muy básica (piano y acústicas mayormente, con apoyo puntual de guitarras eléctricas y secciones rítmicas bajo riendas), buenas melodías y un poso de cotidianeidad y melancolía que casi nunca, por suerte, desemboca en excesos dramáticos. La versión más pausada de esa nebulosa denominada americana, compuesta y ejecutada desde gélidas latitudes europeas.

Al DeLoner (Atle Bystrom, Atle Bystrøm, ex Midnight Choir ...Tras la edición del disco sale a la carretera, no tanto en promoción sino prestando su guitarra y su voz aquí y allá, ya fuera en el Acetylene (2005) de los Walkabouts o en Each Day a Lie (2005), segundo álbum de Ainara LeGardon, hasta acabar aterrizando en Erfurt, la coqueta y pintoresca capital de Turingia. Allí, colaborando en las sesiones para el segundo disco de The World Domination, nació la idea para su siguiente trabajo. Tal como él mismo cuenta en las notas interiores del CD, en un momento de asueto surgió en la conversación el tema de la quema de brujas, y las infaustas ordalías del agua. Ello le inspiró el tema «Watertest», punto de partida para Flora In The Darkroom (2006), a la postre su disco más eléctrico y ecléctico. Encerrándose en los estudios Atomino (a los que volverá en sucesivas ocasiones) y con una banda al completo respaldándole, Al se mueve entre alt country («Two Steps», la propia «Watertest»), guitarrazos y ritmos trotones («Killer», «Revenge») y baladas reminiscentes de su anterior aventura. Sin olvidar «Wake Me Up», soberbio y espontáneo dueto compuesto a medias -en una tarde- con un Nikki Sudden que pasaba por allí.

Un abanico armónico, el del disco, sobre el que rara vez volverá, centrando sus siguientes trabajos en su sobria y particular concepción del pop, el folk y el blues. Volume 3 (2007), Mountains On the Moon (2008) e Itchy and the Girl Dancing (2010) asfaltarían, sin grandes diferencias entre ellos, el sendero por el que iba a transitar su música prácticamente hasta el día de hoy.

Tres discos que, por otro lado y con alguna puntual excepción años más tarde, marcarían su abandono del formato físico, abrazando a partir de entonces el mundo de las descargas digitales como vehículo para transmitir sus canciones. El cambio de década le traería también, a nivel personal, una opción más sedentaria. Tras un tiempo viajando, acomodado provisionalmente en Berlín u Oslo, se instalaría finalmente en la pequeña ciudad de Larvik, al sur de Noruega.

Frankie & Lou (12" The Adam Sky Remix) de Al Deloner en Amazon ...Desde allí, a nivel discográfico las novedades se irían sucediendo. Una ignota antología titulada Best, editada en Corea del Sur (rarísima de encontrar, huelga apuntarlo), el directo Live in Dresden (2011) y una segunda recopilación digital, The Very Best of Al DeLoner, dos años más tarde entretendrían la espera mientras urdía y presentaba su nuevo proyecto, Transfigured Night. Formando equipo con la cantante Rikke Knudsen y una sección rítmica formada por John Barry y Boss Næss, las canciones de su homónimo debut -editado en vinilo y en CD a principios de 2013- desprenden un seductor equilibro entre la evidencia americana de su country rock desacelerado y el influjo europeo de una voz, la de Rikke, tras la que no cuesta escuchar ecos de Patti Smith o PJ Harvey. Otro de esos inmediatos discos de culto a la vuelta de la esquina. El nombre de la banda, por cierto, es la traducción al inglés de Verklärte Nacht, pieza del compositor austríaco Arnold Schönberg, a su vez basada en el poema homónimo de Richard Dehmel; una nueva muestra del gusto por lo clásico en la formación y el trabajo de DeLoner.

Ocupado con el grupo y otras hierbas, el relativo silencio en cuanto a material nuevo bajo su propio nombre lo quebró de forma estruendosa en 2014, lanzando nada menos que cinco volúmenes de rarezas, demos y tomas alternativas abarcando toda su trayectoria, desde los tiempos de Midnight Choir. Titulados My Unreleased Collection -5, este repóker de grabaciones inéditas -cincuenta y tres temas, ahí es nada- recogió online la clase de material que artistas más consagrados suelen editar en la clásica box-set para sus fans más acérrimos.

Un segundo y tercer trabajos de Transfigured Night –Black Dove – A Collection of Rarities and Other Stuff (2015) y The Moon is On Fire (2017)- verían la luz en los tres años siguientes, junto a un curioso extracto de esa colección citada antes. Matts Choice The Best of My Unreleased Collection (2017) no es más que una docena de aquellos temas escogidos mano a mano junto a su amigo Matt O’Connell, una forma de sintetizar tan monumental trabajo y presentarlo de forma más sucinta. El año 2016 también vio, por cierto, una efímera reunión de Midnight Choir, limitada a unas –exitosas, los fan seguían ahí- fechas en directo aunque sin planes de grabar nada nuevo.

AL DeLONER (@aldeloner) | TwitterPero será en los últimos tiempos cuando Al vuelva a su estudio privado e inaugure uno de sus periodos más fértiles. En 2018 colgó en la red nada menos que cinco trabajos distintos. En marzo publicaba For Tom Petty, un EP de cuatro versiones de uno de sus referentes, como homenaje en la hora de su deceso. En septiembre sería Matt Johnson, alma mater de The The, el versionado en otros cuatro temas bajo el título de Jealous of Youth. Y en octubre entregaba la llamada The Snowdrift Trilogy, nada menos que veinticuatro nuevas canciones -la mayoría desnudas de artificio, banda sonora para atardeceres solitarios y moteles de tercera- en tres títulos distintos: Snowdrift, Ibrahim and The Lonely Driver y Chair Without a Table. El primero de ellos, por cierto, sería editado al año siguiente en un doble vinilo prensado en tres caras. Edición limitada, por supuesto, con un tema extra respecto a lo digital. Como curiosidad, en Chair Without a Table se incluyen dos guiños a la NWOBHM, recuerdo de sus años mozos, en forma de versión: «Rockin’ Again», de Saxon, y «Turbo Lover» de Judas Priest; dos absolutas deconstrucciones que enlazan con la cover del «Mr. Crowley» de Ozzy en su The Very Best, cinco años atrás.

La frugalidad instrumental seguirá omnipresente tanto en Sweethearts (2019), cuarta referencia, puramente acústica, de Transfigured Night, como en The Sheriff of Barcelona (2019), uno de sus logros favoritos a nivel personal, según declaró en su momento. Una nueva y brillante ración lo-fi de melodías a primera toma, gestado como álbum conceptual más de una década atrás -en 2007 concretamente- mientras acompañaba a Chris & Carla de gira por España. Última entrega, por el momento, de material original, mientras que a finales del año pasado publicaba When The Sky Starts to Cry, otra antología basada, en esta ocasión, en sus cinco primeros discos que abrió con una canción inédita, esa «Bad Blood» tan intensa y crepuscular como lo es toda su música.

 

Queda ahora, simplemente, esperar la nueva dádiva de un músico que ha hecho de la independencia artística y la incontinencia creativa, sellos propios. Amante y coleccionista de guitarras, dibujante de talento (las portadas a carboncillo de varios de sus últimos trabajos son de cosecha propia), pionero en la distribución digital de sus canciones y superviviente en un mundo que ha cambiado demasiado en muy poco tiempo. Para entender su filosofía y su método de trabajo, nada mejor que recuperar una de sus reflexiones, recordando el lanzamiento del álbum Mind Bomb, de The The: “yo estaba en Londres cuando se editó el disco. Fue un trabajo que se promocionó muchísimo. Había anuncios del mismo por toda la ciudad. Y lo tengo por uno de los discos más caros de todos los tiempos. Me encanta, igual que adoro Spirit of Eden, de Talk Talk. No creo que ninguno de esos álbumes pudiera hacerse hoy día. Esa clase de super indulgencia en materia sonora, simplemente no es posible, no en el ambiente que se vive en la escena musical en 2018. No hay dinero, no hay espectáculo. Triste y sencillo”.

Existen sin duda pocas herramientas para enfrentarse a este inevitable cambio de paradigma. De Loner escogió ya hace mucho ataviarse de espartano e ir a por el núcleo, el tuétano, en aquello que quería transmitir. En la inmensa mayoría de ocasiones, lo ha conseguido con creces. Y quienes disfrutamos con su propuesta, pocas dudas albergamos de que lo seguirá consiguiendo.

 

Eloy Pérez

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