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Led Zeppelin, celebrando la madre de todas las reuniones / #EnRutaEnCasa

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En diciembre de 2012 dedicábamos la portada a Led Zeppelin aprovechando la edición de «Celebration Day», el magnífico documento en CD/DVD que recoge el concierto de reunión en Londres en 2007.

12 de Septiembre de 2007, el promotor Harvey Goldsmith anuncia que Led Zeppelin actuarán el 26 de noviembre en el londinense O2. Algún mal pensado, o el propio Johnny Rotten, podría haber pensado que estábamos ante el arranque de una nueva “gira del lucro indecente”, pero a priori se trata de un único concierto y, además, por una causa benéfica: recaudar fondos para la fundación que había desarrollado Ahmet Ertegun para fomentar la educación universitaria de jóvenes en su Turquía natal. El capo de Atlantic Records había fallecido a finales del año anterior, con 83 años, tras haber permanecido en coma varias semanas a consecuencia de una caída sufrida en el backstage de un concierto de los Rolling Stones; sí, el mismo que Martin Scorsese reflejó en el estéril documental “Shine a Light”. La noticia desata la locura y el sistema de venta de entradas revienta; aún no lo sabían, pero iban a ingresar en el libro Guinness al registrarse la solicitud de más de 20 millones de localidades para el evento.

La situación obliga a los organizadores a idear un sorteo que permitiera que todos ellos pudieran aspirar a una de las 16.000 localidades que iban a ponerse a la venta. Cursillo de matemática básica: teniendo en cuenta de que a cada afortunado se le venderían dos entradas, ver a Led Zeppelin en ese concierto era igual de probable que conseguir que te tocase el gordo de Navidad llevando sólo 40 números distintos. ¡Desalentador! Evidentemente no fue tan difícil para los miembros de la aristocracia musical británica y estadounidense, también los hermanos Gallagher e incluso petardas como Kate Moss y Paris Hilton, que pasaron a engrosar la lista de invitados VIP.

Foto: Ross Halfin

Malas noticias: la inoportuna fractura del dedo anular de la mano izquierda de Jimmy Page obliga finalmente a posponer el concierto hasta el 10 de diciembre. ¿Será cierto o es que finalmente han decidido no tocar? Los nervios crecen, la red bulle y la espera se hace larga, muy larga, pero al final llega el día D: miles de fans arrivan a Londres desde todos los rincones del mundo, eso sí, convenientemente identificados para evitar una reventa que habría disparado el precio de las entradas -que se habían puesto a la venta por 125 libras esterlinas- hasta límites insospechados. Y, por fin, la hora H: tras una actuación, trufada de invitados, de Bill Wyman y sus Rhythm Kings el O2 contiene la respiración para estallar en un desatado éxtasis colectivo al ritmo de los primeros compases de “Good Times, Bad Times”.

Las quinielas apuntaban otras posibilidades y algunos fans se preguntan si tiene algún significado que la actuación arranque igual que la discografía de Led Zeppelin. El sonido es poderoso, apabulla, y la banda parece entusiasmada, con una actitud que dista muchísimo de la manifestada en las puntuales ocasiones anteriores en las que Jimmy Page, Robert Plant y John Paul Jones habían coincidido sobre un escenario desde que el, ya lejano, 4 de diciembre de 1980 anunciaran en un comunicado que la banda se disolvía tras la muerte de su batería, John Bonham. Las arrugas en la cara de Robert Plant o la blanca e inmaculada cabellera de Jimmy Page evidencian el inclemente paso de los años en unos músicos que ya rondan la edad de la jubilación -al menos antes de que el gobierno decidiera retrasarla-, pero no les pesan esos veinte años transcurridos desde las dos fugaces y decepcionantes reuniones de los ochenta.

Quieren, necesitan demostrar que pueden volver a ofrecer un concierto a la altura de sus mejores días, algo realmente especial. Quizá por ese motivo escogen un par de temas que, al parecer, no habían llegado a sonar en sus conciertos: “Ramble On” y “For Your Life”, aunque fuera en detrimento de “Heartbreaker” y algún que otro himno que los fans echaron de menos. Poco importaba ya, porque sonaron casi todos los clásicos y la opinión de los asistentes fue unánime: había sido un gran show de más de dos horas, con un sonido imponente y una puesta en escena sobria pero elegante, con la banda bien engrasada y espoleada por el salvaje baquetear de Jason Bonham, el digno vástago del que dicen que fue el mejor medidor de tiempos de la historia.

Foto: Jordi Vidal

Evidentemente no habían dejado nada a la improvisación y, una vez recuperado Page de su lesión, pasaron varios días encerrados en los Shepperton Studios, ensayando, repasando las canciones una y otra vez. El 9 de diciembre interpretaron el repertorio completo ya en el O2, repitiendo varias veces algunas de las canciones. Los bootlegs de esos ensayos han circulado de mano en mano entre los coleccionistas y atestiguan que lo escuchado en “Celebration Day” es real, aunque el vocalista fue bastante sincero cuando se le preguntó en una reciente rueda de prensa por si había habido retoques en la posproducción en el estudio: “¡No te voy a decir qué! Pero para ser honesto creo que han tenido que afinar mi voz al final de “Kashmir”, porque me había quedado sin combustible”; pero Page le restó importancia, “Sí, claro, si te dijera que ha podido haber un puñado de arreglos en realidad te estaría diciendo que el cambio ha sido mínimo comparado con lo que otra gente habría hecho.

 

 

El concierto fue el que fue y si hubo poco que arreglar es porque lo hicimos bien a la primera”. Evidentemente Robert Plant ya no llega a los registros que su privilegiada garganta alcanzaba treinta o cuarenta años antes; también es cierto que en el concierto del O2 cambió ligeramente algunas melodías para adecuarlas a su capacidad actual, pero no menos cierto es que ya en los setenta las versiones de los discos eran distintas de las que posteriormente quedaban registradas en vivo. Basta comparar el “Rock And Roll” del cuarto álbum de la banda con la versión del Royal Albert Hall de 1970 o la del Madison Square Garden en 1973 y que posteriormente aparecería en “The Song Remains The Same”.

Sin embargo, la absoluta revelación del concierto fue la impecable actuación de Jason Bonham, una mala bestia que lleva en la sangre la privilegiada pegada de su padre y que dejó impresionado al propio Jimmy Page: “Estuvo absolutamente monumental. Era increíble su espíritu, entusiasmo y el conocimiento sobre todo lo que Zeppelin habíamos hecho. Ha sido realmente maravilloso haber podido trabajar con él, hacer un concierto completo después de todo este tiempo. Ningún otro lo podría haber hecho así”. John Paul Jones incluso va más allá, “Su conocimiento enciclopédico era un auténtico piropo para nosotros, porque cuando no sabíamos cómo terminar una canción sólo teníamos que mirarle a él y nos decía cómo lo habíamos hecho en 1971, cómo en 1973…”.

Cierto, sus años como mercenario (Ufo, Foreigner, Paul Rodgers, Bonamassa, Black Country Communion…) le han convertido en un todo terreno, en un voraz aporreador, pero interpretar las canciones de la banda de su padre y codearse con esos monstruos suponían un estímulo extra que nada ni nadie podía igualar y en la prensa británica el adjetivo más repetido para calificar su actuación fue flawless: impecable, intachable, perfecto… Por eso a nadie le debería extrañar las muestras de cariño que la banda tuvo con él antes, durante y después del concierto, “Siempre ha habido una especie de unión con nosotros, realmente, como amigos y familia. Por eso ha sido maravilloso, tiraba de nosotros”, apostilló el cantante.

Sobre el escenario, antes de los bises, tras casi dos horas de concierto, Robert Plant se despedía: “Gracias a todos los que habéis venido y a los que han hecho posible este concierto. Gracias a todos los amigos que han tocado hoy en memoria de Ahmet Ertegun y de los días en los que Atlantic Records era la discográfica magnificientísima del planeta”. Unas semanas antes del concierto John Paul Jones respondía a Diego A. Manrique en una entrevista “Sería bonito levantar la bandera por última vez, con dignidad”. “Esta vez deberíamos lograr algo de lo que podamos enorgullecernos. En memoria de Bonzo, de Peter (Grant, su manager, NdA), de Ahmet”, añadió Page. Podéis estar tranquilos, una vez vista la película, estoy convencido de que lo habéis logrado.

LA GIRA QUE NUNCA SE CELEBRÓ

Si la demanda de tickets ya había provocado sueños húmedos a más de un promotor, el brillante resultado del concierto del O2 consiguió que las calculadoras comenzaran a echar humo y que les acabara llegando una mareante oferta por una gira de reunión: se llegó a hablar de 200 millones de dólares por cabeza. ¡Una auténtica fortuna! Sobre todo si tiene en cuenta que es el doble del valor estimado el patrimonio de Robert Plant o Jimmy Page; una auténtica monstruosidad si se compara con el que probablemente posean John Paul Jones o Jason Bonham. Por eso nadie debe rasgarse las vestiduras imaginando los ojos de éstos últimos como los del Tío Gilito, espoleados por la ambición artística de Jimmy Page, que, a diferencia del cantante, ha gozado de una modesta carrera en solitario.

Evidentemente, la rumorología se disparó y las marujas del NME se pasaron meses especulando con la posible gira de Led Zeppelin, intentando escrutar la mente de Robert Plant, que parecía el principal obstáculo. Cierto, el vocalista realmente nunca estuvo por la labor, porque para él, pese a la reconfortante presencia de Jason, la banda ya no tenía razón de ser, había perdido cualquier sentido el día que John murió. Habían sido compañeros desde los tiempos de Band Of Joy y fue el cantante quién se lo recomendó a Jimmy Page para que se sentara tras los tambores de su nuevo proyecto. Bonzo era un verdadero amigo, probablemente el único en el seno del grupo, de hecho fue el único que acompañó a Robert a Inglaterra cuando la muerte de su hijo Karac le sorprendió y dejó noqueado en mitad de la gira americana de 1977.

Puede parecer sensiblero, pero el respeto por lo que los cuatro habían hecho juntos era tal que el cantante necesitó cinco álbumes en solitario y diez años para volver a interpretar las canciones de Led Zeppelin en sus propios conciertos. Por si fuera poco, en 2007 Plant se encontraba en un momento artístico muy dulce: acababa de publicarse “Raising Sand”, un álbum grabado con Alison Krauss que estaba siendo acogido con verdadero entusiasmo por parte de crítica y público. Se acabaron despachando varios millones de copias y, sobre todo, le acabaría valiendo un puñado de premios Grammy, incluyendo el de mejor álbum del año. Ese reconocimiento y la distancia entre ese proyecto y el sonido de Led Zeppelin se convirtió en una losa tan pesada que ni todos esos millones pudieron mover.

Ante la negativa del cantante, las otras tres cuartas partes del proyecto se plantearon la posibilidad de buscarle un reemplazo e incluso sonaron los nombres de Steven Tyler y Myles Kennedy de Alter Bridge. Finalmente se impuso la cordura y, pese a la insistencia de prensa, algunos fans y managers, la idea se desechó completamente. En la rueda de prensa que anunciaba la edición de “Celebration Day”, el cantante zanjó cualquier especulación cuando se les cuestionó si en algún momento se habían planteado repetir la experiencia: “¿Te puedo hacer una pregunta? ¿Has visto la película? ¿Has disfrutado? Entonces ya hemos cumplido”. Page y Jones, sentados junto al cantante prefirieron no decir nada al respecto.

Es posible que las cuentas corrientes de Page, Jones y Bonham nunca se lo perdonen a Plant, pero por mucho que hubiéramos deseado presenciar esos conciertos se acabó haciendo lo correcto y desde entonces cada uno se ha buscado las castañas más allá del fragor zeppeliniano… John Paul Jones unió sus fuerzas a las de Josh Homme y David Grohl para formar el voluntarioso súper grupo Them Crooked Vultures (2009). Robert Plant se reinventó a la Band Of Joy, junto al prestigioso productor y guitarrista Buddy Miller, para grabar otro fantástico y homónimo trabajo en 2010. ¿Y Jimmy Page? Junto a The Edge y Jack White protagonizó el formativo y entretenido documental “It Might Get Loud” (2009) y, tras mucho esfuerzo y varios años de trabajo, por fin acabó la insufrible banda sonora de “Lucifer Rising” (2012). Salvo sorpresa de última hora, parece resignado a pasar el resto de sus días sacando brillo al legado sonoro de Led Zeppelin. ¡Que no es poco!

HOW THE WEST WAS STOLEN

Tras un incendiario “Black Dog”, un reivindicativo Robert Plant afirmaba en el concierto del londinense O2: “En 1935 Robert Johnson grabó la canción “Terraplane Blues”, y éste es el “Terraplane Blues” de Led Zeppelin, se llama “Trampled Under Foot””… Tras una gloriosa interpretación, con un John Paul Jones tremendo al teclado, afirmaba el cantante: “De acuerdo, entonces “Terraplane Blues”, Robert Johnson, 1936 (NdA: ¿¡Robert, no dijiste 1935 antes!?). La siguiente canción ha sido inmortalizada por las Staples Singers, más recientemente por los Blind Boys From Alabama y creo que esto debió ser escuchado en una iglesia, en algún lugar en Mississippi, en torno a 1932, justo antes de que Blind Willie Johnson la interpretara por primera vez”.

Lo curioso es que pese a semejante declaración, el mencionado tema siga apareciendo en “Presence” a nombre de Page y Plant, cuando en el caso de Staples Singers o Blind Boys From Alabama consta como “tradicional” y así mismo, o a nombre de Johnson, figura en cualquiera de las decenas de versiones que se han hecho de la canción; incluso en el caso de Tom Jones, que la incluyó en el potente y reciente “Praise & Blame” (2010). A Jimmy Page se le ha preguntado en los últimos años sobre esta poco ética práctica, la que consiste en no incluir en los créditos a los autores originales de esas canciones que, de acuerdo, generalmente, Led Zeppelin engrandecieron. La respuesta habitual ha sido argumentar que muchos clásicos del blues y del folk fueron pasando de mano en mano, sin que se pudiera acreditar verdaderamente el primigenio origen de cada uno de ellos, y que ellos se consideraban dentro de esa tradición. Sin comentarios.

Evidentemente, Plant obvió comentar durante el concierto que “Whole Lotta Love” estaba más que inspirada en el “You Need Love” que popularizó Muddy Waters, o más bien en la versión que posteriormente ejecutaban habitualmente los Small Faces en sus conciertos antes de la fundación de Led Zeppelin. Tampoco mencionó que la intro de “Stairway To Heaven” tiene un sospechoso parecido con “Taurus” de Spirit y que otro de los pasajes de la canción parece extraído del “And She’s Lonely” de la Chocolate Watchband. Y, por supuesto, olvidó decir que, exceptuando la letra, “Dazed And Confused” era casi una fotocopia de la homónima canción de Jake Holmes, un cantautor californiano con el que los Yardbirds actuaron en el neoyorquino Greenwich Village meses antes de disolverse. Estos la incluyeron en su repertorio y finalmente apareció en el álbum de debut de Led Zeppelin, acreditada exclusivamente a nombre de Jimmy Page. Que se sepa aún no se tiene respuesta a la demanda interpuesta por Jake Holmes en junio de 2010, después de que el guitarrista no respondiera a una carta en la que se reivindicaban los derechos de autoría.

Foto: Xavi Mercadé

LA GLACIACIÓN ACABÓ CON LOS DINOSAURIOS, PERO EL PUNK NO PUDO CON LED ZEPPELIN

Es fácil hablar de la majestuosidad de un grupo que ya ha alcanzado los 300 millones de discos vendidos, pero, en realidad, Led Zeppelin casi fueron grandes incluso antes de poner el pie sobre el escenario y en gran medida el responsable fue su implacable manager. Peter Grant les consiguió con Atlantic Records un contrato inmejorable para una banda debutante, que incluía un suculento adelanto y el control absoluto sobre su obra: más allá de lo artístico o los derechos editoriales, podrían decidir cuándo y cómo editar los discos, si querían publicar singles o no. Ahmet Ertegun estaba convencido de que ellos serían los que podrían rellenar ese hueco que la disolución de Cream había dejado en la escena y también en su compañía.

Led Zeppelin fueron los absolutos dominadores de la década de los setenta, con unas ventas millonarias, batiendo récords en la venta de entradas para sus conciertos. Habían recogido el exitoso testigo de los Beatles y relegaron a Elvis, Who y Stones a una honrosa segunda fila. La prueba fehaciente es que durante un par de semanas del otoño de 1979 tuvieron en las listas de ventas al tiempo todo su catálogo, poco después de publicar el prescindible “In Through The Out Door”; cuando estaban ya en manifesta decadencia, con Robert Plant suspirando por abandonar la nave, con Jimmy Page y John Bonham enganchados a la heroína y con John Paul Jones prácticamente al mando creativo.

Desde la disolución de la banda, tras la muerte de John Bonham, Jimmy Page se ha mantenido bastante ocupado en mantener vivo el legado de Led Zeppelin: ya fuera finiquitando el contrato con Atlantic gracias a la compilación de rarezas “Coda” (1982); sacando brillo a las primeras recopilaciones digitales a principios de los noventa; supervisando la edición de las colosales e imprescindibles “BBC Sessions” (1997); seleccionando grabaciones en vivo para el triple compacto “How The West Was Won” (2003) y para “Led Zeppelin” (2003), que se convirtió en el deuvedé más vendido de la historia a la par que hacía palidecer por su increíble contenido a la mítica y emblemática “The Song Remains The Same”. Posteriormente llegaron el recopilatorio “Mothership” (2007) y la reedición ampliada de la banda sonora de la mencionada “The Song Remains The Same” (2008). Ahora, tras la edición de “Celebration Day”, aseguran que anda enfrascado en una mágica, casi quimérica, remasterización de todo la discografía del zepelín sonoro. Esperamos impacientes… ¡Y ahorrando!

LED ZEPPELIN: 1980-2007

Tras la muerte de John Bonham, los tres miembros supervivientes quedaron devastados, e incluso cuentan que Jimmy Page tardó meses en volver a rasgar las seis cuerdas. Una vez recuperado el aliento cada uno tomó su senda: John Paul Jones se centró en la producción y su labor como arreglista; Robert Plant arrancó una carrera en solitario con un par de álbumes que lograron cierta repercusión y Page se asoció con Paul Rodgers para fundar el súper grupo The Firm. Para mayor goce del aficionado, desde bien pronto, también se sucedieron las colaboraciones entre ellos, incontables, sobre todo entre el cantante y el guitarrista… Empezando por los reivindicables, aunque anecdóticos, “The Honeydrippers: Volume One” (con Page y Plant junto a Jeff Beck y Brian Setzer, entre otros, en 1984); colaboraciones mutuas en sus carreras solistas (“Now And Zen” y “Outrider”, 1988); su sorpresiva aparición en la edición de 1990 del festival Knebworth; el sorprendente y sugerente directo “No Quarter” (1994) y, afortunadamente, una emotiva gira de presentación; pero desgraciadamente también el lamentable “Walking Into Clarksdale” (1998). Muy a su pesar, John Paul Jones ha interactuado bastante menos con sus ex compañeros, destacando la presencia de Jimmy Page en la banda sonora de “Scream For Help” o, más recientemente, se les pudo ver juntos sobre el escenario de Wembley interpretando un par de clásicos con Foo Fighters. Pero parece existir un acuerdo no pactado entre los fans zeppelinianos, que consienten y están dispuestos a santificar las apariciones únicamente cuando los tres coinciden sobre el escenario. Repasemos, de un modo casi beato, esas conjunciones…

Live Aid, 13 de julio de 1985:

“Muchas gracias, querría presentarles a unos amigos míos, bienvenidos Mr. Robert Plant, Mr. Jimmy Page y Mr. John Paul Jones”, así les invitaba Phil Collins a subir al escenario del JFK Stadium de Filadelfia para el multitudinario, y televisado, festival benéfico. Arrancaban a golpe de “Rock And Roll”, con el insufrible Collins castigando los parches al alimón con Tony Thompson (The Power Station y Chic) y con su sincopada asincronía evidenciaban la brevedad e inconsistencia del previo ensayo conjunto. Con “Whole Lotta Love” el desafine de la Les Paul de un entusiasmado Page -que parecía estar volando a muchos kilómetros de altura- se hacía más evidente aun y, pese al éxtasis colectivo, las cosas tampoco mejoraron demasiado con el inevitable “Stairway To Heaven”, ya tirando del mítico doble mástil y con Paul Martinez al bajo para que Jones pudiera sentarse tras el teclado. Jimmy Page se disculparía posteriormente por haber dispuesto sólo de una hora para preparar su aparición, pero también aseguró que el espíritu estaba allí y que era el momento adecuado para esa reunión. Mientras tanto, Plant definió la actuación como “sangrantemente horrible”, y “jodida atrocidad” fue otro de los calificativos que acabó utilizando, probablemente también por haber comprobado con la perspectiva del tiempo sus ochentosas e infames pintas.

40º Aniversario de Atlantic Records, 14 de mayo de 1988

En el mítico Madison Square Garden tuvieron la oportunidad de corregir el desastre anterior, pero no sólo perdieron esa chance, sino que provocaron un desatino mucho mayor gracias al horrible sonido de la Danelectro, mucho más desafinada aun, que utilizó Page para abrir la actuación con “Kashmir”. La Les Paul arregló el sonido, pero el atolondrado y risueño guitarrista perpetró en “Heartbreaker” el solo más torpe e incoherente de su carrera. “Whole Lotta Love” y “Misty Mountain Hop” se salvaron del desastre, pero el desencuentro se hizo patente con la final “Stairway To Heaven”, con un inaudible teclado y un serio Plant que había discutido pocos minutos antes de saltar al escenario con Page porque la escalera al cielo nunca ha sido santo de la devoción del dorado cantante y prefería no cantarla. Probablemente la culpa de todo la tuvo Phil Collins, que también se encargó en esta ocasión de la presentación de la banda. Lo más emotivo fue ver golpeando los parches a Jason Bonham. El hijo del desaparecido Bonzo -que siendo un crío ya había jugueteado con los tambores junto a la banda en los ensayos del Knebworth de 1979- cumplió con creces y a sus veintidós años evidenció que llevaba el baqueteo en la sangre y que Led Zeppelin podrían contar siempre que quisieran con un batería de plenas garantías y al que le correspondía el puesto por derecho propio.

El amor propio había sido herido y la cicatriz parecía todavía abierta, pero los tres volvieron a tocar informalmente en dos celebraciones privadas: el 21º cumpleaños de Carmen, la hija de Plant (21 de noviembre de 1989) y la boda de Jason (28 de abril de 1990). Evidentemente no existe demasiada documentación al respecto, exceptuando el testimonio, y alguna foto, por parte de los presentes. Al parecer interpretaron en la primera ocasión (con Chris Blackwell a la batería y Phil Johnstone al teclado) “Trampled Underfoot”, “Misty Mountain Hop” y “Rock And Roll”, mientras que en el enlace del pequeño Bonham se decantaron por “Bring It On Home”, “Rock And Roll”, “Sick Again”, “Custard Pie” y “It’ll Be Me”.

Inclusión en el Rock’n’Roll Hall Of Fame, 12 de enero de 1995:

[Nota: creo que el término “inducción” es una traducción literal menos adecuada en este caso que “introducción” o “inclusión”, dicho esto, si pensáis que estoy equivocado, que puede ser, haced lo que creais conveniente]

Led Zeppelin tuvieron que esperar diez ediciones para ingresar el Rock’n’Roll Hall Of Fame. Sí, probablemente fuera injusto aunque tampoco era un drama, máxime si pensamos que Beatles no alcanzaron tal honor hasta la tercera ceremonia y los Stones lo lograron en la cuarta. Unos sosos Steven Tyler y Joe Perry fueron los encargados del (aburrido) discurso de presentación -afortunadamente en lugar de Phil Collins- y junto a Page, Plant, Jones y Jason Bonham interpretaron “The Train Kept A Rollin’” (la primera canción que informalmente tocaron juntos Led Zeppelin en la parte trasera de una tienda de discos en el verano de 1968 y también en el repertorio de la banda de Aerosmith desde sus comienzos), “For Your Love” (¡de los Yardbirds!), “Bring It Home” y una bluesera jam final. Posteriormente, junto a Neil Young -pero con Michael Lee a la batería- le llegó el turno a “When The Leeve Breaks”, con un entusiasmado Robert Plant que saltaba mientras maltrataba una Les Paul negra. El resultado, musicalmente, fue mucho más brillante que en las ocasiones precedentes, pero la (triste) anécdota la protagonizó John Paul Jones cuando, bastante serio, dijo en el discurso “gracias, amigos míos, por haber recordado finalmente de mi número de teléfono”. El bajista había sido ignorado unos meses antes de cara a la grabación de “No Quarter”, pero de poco le sirvió el sarcasmo porque tampoco participó posteriormente en la consiguiente gira de presentación.

Texto: JF León

Artículo publicado en Ruta 66 Nº 299 del mes de diciembre del 2012

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