Rutas Inéditas

¡Malditos seáis! Gil Rose

Músicos malditos. Músicos de culto. Músicos a los que sólo conocen cuatro gatos. La atracción por esos artistas cuyos innegables méritos artísticos no reciben la merecida respuesta del público siempre ha estado ahí. El gusto por escarbar en discografías subterráneas y descubrir pequeños tesoros semienterrados es inherente al aficionado al rock menos acomodado. Le toca el turno a Gil Rose.

Sueños de un dulce caníbal

El rock a menudo obedece ciertas reglas a las que que Gil Rose y sus Hydropathes no se someten. Son gente de fuerte temperamento, francotiradores que van a donde les da la gana.

Alain Feydri, periodista y escritor

 

Resultado de imagen de gil rose albumThe Froggies, Les Privés, Real Cool Killers, Dogs, The Boy Scouts, Roadrunners, Surrenders, Scuba Drivers…los años ochenta alumbraron en Francia una abundante camada de bandas underground que conformaron una ecléctica escena dominada mayormente, eso sí, por el power pop y el garage punk. Y es en ese contexto efervescente y alternativo en el que cabría situar los primeros pasos de nuestro protagonista de hoy.

En primera comandita con Doc Poison, escudero cuya armónica le acompañará a lo largo de casi toda su trayectoria y otros tres músicos, en 1985 Gil Rose funda en Nîmes a los Paralytics. Con ellos empezará a mostrar unas cartas que ya no abandonará en el futuro, manos ganadoras que incluyen al trío sagrado americano -Velvet, Dolls, Stooges- tanto como a figuras habituales de la baraja británica con Flamin’ Groovies, Barracudas, Only Ones o Jacobites a la cabeza. Un caldero que remueven durante un par de años sin llegar a producir plato discográfico alguno hasta que Doc se despide temporalmente de su compadre.

Rose no tarda en iniciar una nueva andadura con los mismos mimbres eléctricos pero acentuando la vertiente romántica dada por dos de sus nombres de referencia: Thunders y Sudden. Con el apropiadísimo nombre de The Bohemians y encargándose temporalmente del bajo, se suman al proyecto Chris Waldo y Jack O. Leroy; con ellos circulará por el fin de decenio sin tampoco dejar grabación oficial que les recuerde, poniendo fin al viaje en 1991 con un show en memoria de, precisamente, Johnny Thunders, fallecido en abril de ese mismo año. Rose y Leroy no partirían peras de inmediato, sino que funcionaron brevemente como dúo acústico -con esporádicas ayudas de Doc Poison a la armónica- bajo el apelativo de Kings and Queens en lo que fue, en forma y fondo, una clara asociación a lo jacobita.

Pero el proyecto no pasa de mero entretenimiento sin visos de continuidad y el combo se disgrega; Gil se las pira a Suiza, y Leroy consigue el puesto de bajista en Drive Blind, banda alternativa -al igual que ellos, originaria de Nîmes – que conseguiría un cierto renombre a lo largo de la década.

Resultado de imagen de gil rose musicianInstalado en Ginebra, nuestro hombre reaparece -es un decir- a mediados de los noventa labrándose una trabajada reputación de trovador por tascas, clubs y demás antros de la ciudad. Mientras, asienta las bases de su personalidad musical acumulando un repertorio que parte de las referencias anglosajonas ya citadas a la vez que abraza la tradición de su país a la sombra de cantautores como Nino Ferrer, Jacques Dutronc o Ronnie Bird. Un aprendizaje lento pero seguro que le lleva a apostar por el francés como vehículo idóneo para el rock -y la banda- que tiene en mente, una decisión sobre la que declaraba unos años más tarde: “si cantamos en francés es porque es nuestro idioma y es más fácil para nosotros, especialmente porque no queremos cantar letras cursis en un inglés nefasto nunca más. Pero definitivamente no porque haya cualquier voluntad de nacionalismo o algo parecido detrás. El noventa y nueve por ciento de la música que nos gusta no es en francés ni está hecha en Francia sino en Reino Unido, Estados Unidos, Australia, Suecia, España, Italia …y proviene básicamente del blues original que surgió en África. Creemos que la combinación entre nuestro bagaje musical a nivel mundial y nuestros orígenes franceses hace que sonemos un tanto distintos al resto del vecindario”.

Tendrían que pasar unos cuantos años más, no obstante, para que nuestro hombre se pusiera en serio manos a la obra, y para ello volvió a establecer comunicación con Nîmes. En 2004 llamó a la puerta de Leroy, por aquel entonces en los Real Kool Kats de Kevin K y a la de Doc Poison para proponerles formar parte de su banda encargándose de guitarra y armónica respectivamente. Tanto uno como otro se apuntaron al proyecto, que bautizarían como Les Hydropathes (literalmente, a los que el agua pone enfermos), en referencia a un círculo literario parisino surgido a finales del siglo XIX. Con la ayuda de Mathieu Valette al bajo y Vincent Lasserre a las baquetas entran al estudio a principios de 2005 y entre febrero y marzo graban y mezclan Le Roi de Rien bajo el paraguas de In Cold Blood Records, sello con el que publicarán prácticamente todo su material; una carta de presentación con doce temas propios y una versión -«Si Tu Reviens Chez Moi» de 5 Gentlemen, combo garagero galo de mediados de los sesenta- que no deja lugar a dudas sobre sus intenciones, un disco de rock al margen de modas, voluntariamente marginal tanto en sus cabalgadas eléctricas como en sus interludios acústicos y baladas. Elegancia de arrabal, mascullada en un inusual francés –para el oyente medio- al que puede costar cogerle la onda en un primer momento, pero que se revela adecuadísimo en cuanto uno acostumbra el oído.

 

La prensa especializada no escatima elogios, la banda gira para promocionar el disco consiguiendo telonear incluso a algunos de sus héroes, caso de Walter Lure o de Tim Rogers y Tex Perkins bajo las siglas TNT, y participan en A Tribute To Rowland S. Howard (con «La Folle De La Ville», versión del «Black Milk» incluido en el segundo disco de These Inmortal Souls) y en Trash Is Neat Vol.3, otro tributo a The Cramps con una cover de «Green Door» retitulada como «Train Mort». Pasatiempos para mantenerse activos hasta que el mismo equipo -con tan solo el cambio de Lasserre por Eric Roset tras los tambores- vuelve al tajo un año más tarde con Klondike (2006) versión revisada y mejorada si cabe de su debut. Diecisiete temas en esta ocasión, que basculan entre la intensidad y los decibelios («Rouge»), el romanticismo a lo John Cale («Comme Deux Gouttes D’Eau», precioso dueto junto a Karine Auzier), proclamas chulescas («Le Songe Merveilleux») e incluso fugas fronterizas en el tema que titula el disco. Una auténtica maravilla – dedicada a la memoria de Nikki Sudden, nobleza obliga- que se complementa a la perfección con su predecesora y que en un mundo más justo debería ser reeditada ya mismo en formato de doble vinilo y dada a conocer a todo aquel dispuesto a introducir un extra de buen gusto en su trayectoria vital. Como complemento a esa primera etapa de la banda aparece Born To Be Danny Wilde (2006), directo grabado en febrero de ese mismo año en Le Subsonic de Montpellier.

Resultado de imagen de gil rose musicianHablábamos de Nikki Sudden, y sería poco después de la edición de Klondike cuando Gil y los suyos aportarían su grano de arena en Suddenly Yours (2007), el magnífico tributo al autor de Texas perpetrado por Sunthunder Records, con su particular revisión de «Ambulance Station», de nuevo rebautizada en francés como «Cette Bonne Vieille Chanson». Por aquel entonces encontramos también a la banda oculta bajo el pseudónimo de Jack and the Zidroes para firmar un ignoto álbum titulado Just Like Ghosts In A Ghost Town (2007), un título prácticamente inencontrable a día de hoy -al menos online- pero del que seguro existe alguna copia subrepticiamente oculta en alguna de esas tiendas de discos que los buscadores de pequeños tesoros solemos cribar periódicamente. Si alguien lograra desenterrarlo, que avise por favor.

Tras la incorporación de la bajista Fatiha Walker como nuevo miembro permanente de la banda, su siguiente entrega será un EP en formato de CD, cinco nuevas canciones bajo el título de La Surprise Du Chef ‎(2009); un entremés más que apetecible antes de que vea la luz el tercer larga duración del grupo. Editado tanto en digital como, por primera vez en su carrera, en vinilo y producido por Wreckless Eric, Haut & Court (2010) les vuelve a mostrar tan deudores de Ray Davies como de Alex Chilton y los Stones en once nuevas canciones para cuya grabación cuentan con la ayuda del propio Eric, su mujer Amy Rigby y también de Dimi Déro, este último encargándose de la batería. Un trabajo más que notable, con algunos momentos -«Un Dur», «Belle», «Attrape-Moi» o la delicada e hipnótica «Douce Cannibale»- que pueden contarse entre lo mejor de toda su producción y que cerró extraoficialmente una trilogía tristemente desconocida, presta a ser reivindicada; poco después de su edición y finalizando una pequeña gira por Francia y España, Les Hydropathes se tomarían un descanso al tiempo que Gil rumiaba su siguiente paso en solitario. Un paso que daría dos años más tarde con Star Au Soto Bar (2012), adoptado de forma permanente por los siempre atentos muchachos de Sunthunder.

 

Alejándose por completo de la ortodoxia (si es que alguna vez la abrazó, ni que fuera en parte) y blandiendo un refrescante sentido del humor, el nuevo Gil Rose rebaña las canciones hasta dejarlas en el hueso, ofreciendo una versión del pop francés –y de sí mismo, ya de paso- absolutamente inédita. Producidas de nuevo por Wreckless Eric, las canciones de Star Au Soto Bar reducen al mínimo la instrumentación, se alimentan de percusiones y acústicas entre lo excéntrico y lo marciano sin renunciar a los destellos sentimentales (marca registrada), juguetean con la tradición del café-concert (esa divertidísima «Pourquoi Les Femmes») e incluso se permiten nutrirse de cierta imaginería almeriense que hubiera encantado a los Pogues de Straight To Hell («Solo Tengo Dos Balas…»). Un disco sencillamente inclasificable, un paso adelante reafirmando un carácter indómito y socarrón al margen de absolutamente todo.

Resultado de imagen de gil rose BrummellbluesTras el disco, actuaciones esporádicas a uno y otro lado de los Pirineos, y un silencio de cuatro años roto con Brummellblues (2016) una segunda entrega que incide en lo ya apuntado: surrealismo melódico, rozando en ocasiones el dadaísmo, en catorce nuevos temas que desafían al oyente desde el minuto uno a base de alternar caricias y arañazos en una magnífica sesión de placer y dolor, de sorpresa e incomodidad. Los nuevos temas de Gil te obligan a enfrentarte al tocadiscos como a un enemigo que respetas, dejando de lado cualquier otra actividad que no sea descubrir sus golpes, sus trucos, y aprender a contrarrestarlos. Una vez lo logras, eso sí, todo cobra sentido y llega el momento de descorchar esa botella de tinto que guardas para momentos concretos, servirte una generosa copa y darle otra vez al play.

Por todo ello, por lo que requerían en esfuerzo y atención sus últimas propuestas, fue en cierto modo inesperado que apenas un año después de retarnos de tal modo recuperara el vinilo para presentar cuatro nuevas canciones en un ejercicio mucho más -digamos- a la vieja usanza. En Amarillo (2017), precioso EP en el que se hace acompañar, como en muchas de las grabaciones de esta segunda etapa, por la familia Tupper casi al completo, Gil Rose se nos muestra mucho más armónico y accesible. Basculando entre el pop, el folk y el blues y con una instrumentación cálida y tradicional, las últimas canciones -por el momento- de nuestro hombre suponen otra vuelta de tuerca a su estilo. No una vuelta al pasado, tampoco una intención de futuro (¿o sí, quién sabe?) sino un presente tan lógico, espontáneo y natural como lo ha sido toda su trayectoria. la , y saber responder a ellos. ercicio -digamos-ara opresentar ea descubrir sus golpes, sus trucos, y saber responder a ellos.

 

Eloy Pérez

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