Si ya resulta una tarea casi imposible mantenerse vivo durante 25 años en el mundo de la música, mucho más es hacerlo bajo una formación estable y con la capacidad de articular un marcado sello identificativo, cosas que sin embargo sí ha logrado sobradamente Sloan. Los canadienses, sin modificaciones en su cuarteto original, publican ya, como define el propio título, su decimosegundo trabajo, en el que para insistir todavía más en dicho concepto dividen de manera matemática la aportación de cada uno de los miembros en las tareas compositivas. Democratización que no va a variar su exquisito manejo del power-pop en su manifestación más orgánica. Un decálogo que aplican con rendida pleitesía y sobrada eficiencia en las melodías y los juegos vocales de «Spin Our Wheels», desarrollando un sentimentalismo bien entendido («Right to Roam»), recurriendo a riffs juveniles y pegadizos («Have Faith») o sin arredrarse a la hora de mirar a los ojos a The Beatles en «Essential Services». Estos norteamericanos funcionan como aquellos lugares a los que siempre necesitas volver para ser feliz pese a conocerlos en profundidad, y de los que nada más irte ya estás pensando en regresar.
Kepa Arbizu