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The Walking Dead – Frank Darabont (AMC)

Pasan los años, avanza la trama, se multiplican los devotos y se agranda la magnitud de uno de los dramas televisivos con mayor tirada de la historia de la televisión reciente. Sin embargo, TWD sigue pecando de lo mismo: su alarmante falta de ritmo. O mejor dicho, su inconsistencia a la hora de conjugar los momentos más humanos y emocionales, los cuales ocupan buena parte del minutaje, con los arranques trepidantes, menos frecuentes de lo que debieran. Bien es cierto que el cómic que inspira la serie dicta las pautas a seguir, pero ya que AMC, con la figura de Frank Darabont como mano ejecutora, se permite el lujo de interpretar con cierta libertad lo aparecido en el papel, no se adivina razón por la cual frenar la estampida zombi en la que se podría convertir esta obra. Su potencial es indiscutible. Abundan buenos personajes (el carisma del odioso Negan deviene un input de incalculable valor para esta séptima temporada) y se suman nuevos e interesantes colectivos post-apocalípticos (Jadis es otro personaje acertado). Por el contrario, personajes como Rosita o Sasha, no aportan nada relevante, enredando tramas de escaso interés que restan protagonismo a otros elementos con mayor potencial, como el amplio y logrado catálogo de zombis del más variado pelaje, uno de los principales aciertos de la serie. Una pena que el relleno tenga tanto protagonismo, pues he ahí la diferencia entre lo que podría ser una bomba televisiva de terror contracultural, y lo que acaba siendo, un drama de pseudo-terror (casi) familiar.

 

DANIEL GONZÁLEZ

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