El de Pat Burgess es un caso poco habitual. Y es que el australiano trabajó durante bastante tiempo como Director de Derechos Humanos en las misiones de paz de la ONU. Así que las canciones de su recién editado Ground Zero, en el que participan miembros de Midnight Oil, tienen que estar influidas necesariamente por esa experiencia. Pero que sea él quien nos lo cuente.
Has trabajado como Director de Derechos Humanos en misiones de paz de la ONU. Imagino que eso ha marcado tu música ¿no?
Las mejores canciones surgen de un lugar profundo en el que se mezclan las emociones con las imágenes vividas. Mis canciones son historias completamente basadas en personas que he conocido por todo el mundo trabajando en favor de los derechos humanos. Si algo puede sorprenderte es la capacidad del ser humano para convertir las mejores cualidades en las peores situaciones. Ver a gente viviendo al límite da para llenas un libro entero de canciones. De eso habla, por ejemplo «Oh le le» cuando digo “libertada, vivo a muerto es nuestro grito de guerra”.
¿Cuál es la peor experiencia que has vivido?
Fui jefe de un programa para refugiados en la frontera de Congo y Ruanda después del genocidio de 1994. Fuimos atacados por soldados renegados que dispararon contra 20 personas de mi equipo y 500 refugiados. No se cómo logramos escapar. Años después, trabajando para la ONU fui también tiroteado en Timor Oriental pero por suerte fallaron. Quizá porque llevaba mi guitarra de viaje, que es como un amuleto de la suerte.
Por eso aseguras que has tenido varias puertas abiertas ante ti y has sabido aprovechar la ventaja de ello.
Mira, yo era un joven surfista que tocaba en bandas hasta que me fui voluntario a Calcuta, a la organización de la madre Teresa. Acabé cruzando Europa y África en bicicleta y canoa. Años después, mientras trabajaba de abogado en Australia me llamaron para ver si podía ayudar con el tema de Ruanda y al día siguiente estaba camino de Congo. Después he trabajado en Yemen, Indonesia, Timor Oriental…Allí la guerra fue muy dura. Así que mi vida está llena de experiencias y eso me ha proporcionado un montón de historias.
Ground Zero es el resumen de ello ¿no?
Claro. En el disco hay canciones sobre Irak, Camboya y Timor Oriental, básicamente. Aunque también hay una sobre el consumo de café o mi trabajo e taxista. Tampoco pude evitar hablar de un surfista que intenta navegar por un tsunami. Un poco de humor (risas).
¿Qué te llevó a grabar el disco ahora?
Llevaba tiempo sin grabar nada, demasiado ocupado con mis trabajos solidarios, aunque no paro de escribir canciones. Cuando por fin llegué a Sydney quise enseñarlas a un productor y me ofrecieron un contrato en una major. Me sorprendió mucho. Finalmente decidí no firmar el contrato, pero el interés inicial me hizo confiar en mi música y tener ganas de acabar el disco. Ahora ya tengo canciones para grabar otro (risas).
Tu sonido es heredero de la música de raíces norteamericana ¿hay una escena para el estilo en Australia?
Sin duda. Creo que hay tanta música electrónica que la gente tiene ganas de escuchar cosas tocadas con instrumentos reales y por personas que existen. Creo que mucha gente está buscando en las canciones aquellas historias de los viejos trovadores que se basaban en lo tradicional, en historias con más de 100 años.
¿Cómo acabas grabando con miembros de Midnight Oil?
Mi productor tiene una banda con Rob Hirst y Martin Rotsey, así que cuando se enteraron de que yo estaba grabando mi disco se ofrecieron a ayudar. Me asombró lo mucho que sabían de la situación de Timor Oriental y su compromiso en general. Además lo hicieron de maravilla.
Y Europa ¿para cuándo?
Espero que no tardemos mucho. El álbum está funcionando bien y he hecho buenos shows en Australia y Asia, ya que estoy viviendo en Indonesia. Sigo trabajando en derechos humanos así que tengo que combinarlo con la música, porque tengo una banda increíble. En directo mezclo canciones e historias y creo que funciona bien. Tengo ganas de visitar España.
Eduardo Izquierdo