Rutas Inéditas

Rancid …And Out Come the Wolves

rancid

No creo que sea necesario insistir en la importancia que tiene la música para un servidor. Ni tampoco para la mayoría de los que dedicáis un poco de vuestro tiempo a leer sobre ella. Lejos de ser un mero entretenimiento pasajero que se cura con el paso de la juventud a la edad adulta el rock & roll va indefectiblemente asociado a nuestras vidas. Quien me / nos iba a decir cuando, desde bien temprano, el veneno del rock penetró en nuestros corazones que varias décadas después esa toxina seguiría activa y recorriendo de punta a cabo el torrente sanguíneo. Ya no hay remedio. Así  seguirá siendo hasta el día en que nos toque decir adiós. Se suele decir que el rock es un modo de vida. Personalmente no me atrevería a afirmarlo con tanta seguridad. Bajo mi modesto punto de vista más que un modo de vida creo que es una manera de afrontar la vida… Bueno, bien pensado quizás sea lo mismo…

Todo esto viene a cuento para rendir un pequeño homenaje con estas pocas líneas a uno de los discos que más he escuchado desde que cayó en mis manos. Curiosamente, se trata de uno perteneciente a un género musical al que no he sido demasiado afín. Conozco a las bandas y estoy al caso de la escena, antes bastante más que en la actualidad, pero nunca ha figurado entre mis prioridades a la hora de pinchar discos del palo en casa. Y os aseguro que hay bastantes en mis estanterías. Hablo del punk. Ese movimiento que parecía que iba a finiquitar el rock tal y como lo entendíamos por aquellos años y que finalmente ha acabado fagocitado por el sistema y siendo una “moda” más. Joder, si hasta en Rock FM pinchan «God Save the Queen» asidua y alegremente varias veces a la semana. Lo que si es cierto es que cambió bastante el negocio. No acabó con él pero lo sacudió de valiente. Eso desde luego. Y debemos agradecérselo. Nobleza obliga.

No, nunca he sido muy punkarra pero, en cambio, un disco de ese estilo figura entre mis favoritos. ¿Curioso? No tanto. Me refiero a And Out Come The Wolves. Cima creativa de los californianos Rancid, nunca han vuelto a ese nivel pese a facturar otros estupendos discos ni creo que vuelvan a conseguirlo, que permanece inmune, y lo seguirá haciendo, al paso del tiempo. Y no solo por la perfección compositiva de las canciones, escuchen con atención y verán la cantidad de pequeños detalles que hay en ellas, si no por algo que marca la diferencia entre un buen disco y un gran disco. Los surcos respiran, tienen vida propia, huelen a calle, bares, borracheras, amigos, chicas, buenos rollos, malos rollos, actitud y coraje.

Trallazo tras trallazo, es una jodida colección de singles, ahí es nada soltar de una tacada esos diecinueve balazos, encontramos un puñado de temas que rezuman adrenalina y  rabia dándose un garbeo por casi todo el abanico, roots reggae, ska, street, oi!, punk & rock, de vertientes posibles. Una de esas grabaciones que nunca sale de mi reproductor portátil. Siempre está ahí cuando la necesito. Para cargarme las pilas. Para proporcionarme energía y hacerme sentir tan fuerte e indestructible como veinte años atrás. Fuera aúllan los lobos y yo me siento vivo.

Manel Celeiro

 

 

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